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Acto I: Advenimiento

- Cruel, déspota, engreído… ¡sublime! – exclamó la bestia, visiblemente exaltada y plena de emoción.

L. permanecía ajeno a cuanto le rodeaba, exhausto, completamente ensimismado en esa incipiente sensación de acentuado sopor que le envolvía y, paulatinamente, se iba traduciendo en un sutil hormigueo que recorría su cuerpo al milímetro, induciendo a sus sentidos a experimentar aquella feroz amalgama de profusas percepciones. A su semblante asomaba una enigmática sonrisa que, ni el mismo, acertaba a comprender y que se perfilaba, en su rostro, de manera involuntaria y forzosa.

Se acercó la copa a los labios y saboreó, de nuevo, aquel dulce y embriagador elixir que tan excesivo deleite le provocaba.

Cientos de ojos malévolos y curiosos le atisbaban, atónitos y expectantes, ocultos bajo la más férrea y latente oscuridad.

Hipnotizado por la maligna iridiscencia de aquella multitudinaria congregación de refulgentes destellos que le rodeaban, miró a su alrededor, dejó escapar una débil y ahogada carcajada y pronunció unas ininteligibles palabras que fueron más que suficientes para extinguir la relativa calma que, hasta el momento, imperaba sobre aquellos dominios.

Los moradores de las sombras abandonaron sus escondites y revelaron, ante la naranjada luminiscencia de las crepitantes llamas, el inviolable secreto de su auténtica e ignominiosa naturaleza. Retorcían y contorsionaban hasta lo imposible cada rincón de sus hediondas e inmundas anatomías, al compás de la vibrante e insistente melodía que emergía de las lóbregas tinieblas y que, lentamente, se iba instaurando en el sobreexcitado ambiente.

La muchacha, de cabellos color fuego y ojos de serpiente, se aproximó al aturdido huésped y, haciendo gala de exquisita delicadeza, le arrebató la copa de entre sus distendidos y sosegados dedos, le dedicó una evocadora sonrisa y susurró, en un tono a medio camino entre la salvaje sensualidad y el más soterrado temor, unas desconocidas palabras que apenas llegaron a sus oídos.

Lentamente, se liberó de las transparentes muselinas que apenas ocultaban a la imaginación un diminuto ápice de su destacable y epicúrea anatomía y, con mucha suavidad, le ayudó a despojarse de sus rugosos y ajados ropajes. Besó su cuello, su cara, sus manos, dejó resbalar su lengua húmeda y juguetona entre sus labios entreabiertos y apasionados, al tiempo que friccionaba su cuerpo turgente y desnudo contra su ser, obligándole a sentir el tacto aterciopelado de sus pechos redondos y firmes, el calor de sus blancos y satinados muslos, el delicioso roce de la candente y lechosa humedad que manaba de su sexo e, impúdicamente, resbalaba, de forma copiosa, entre sus esculturales piernas. Gimió, consumido por la voraz pasión, la tomó entre sus brazos y la estrechó con inusitada violencia, ansioso por satisfacer cuanto antes sus desatados y salvajes instintos.

La bestia, jadeante, colérica, se agitó furiosa, rasgó sus vestiduras y tomó parte en la placentera reunión, dando lugar a un singular “menage â troís”, un mundano y grosero espectáculo de sudorosas formas corpóreas enfervorizadas y oprimidas que, plenas de frenesí, gemían y blasfemaban acompañadas por los disonantes y mortificados gritos de aquellos danzarines esperpénticos.

Los infaustos piélagos se sacudían con bravío mientras que, en las alturas, un iracundo dios se estremecía y pugnaba, con todas sus fuerzas, por ignorar aquel impúdico y deshonroso acto que le hacía rememorar su más humana condición.

La joven asió entre sus manos el cargado y enhiesto miembro de su circunstancial amante y, juguetona, lo acarició con suavidad, lo introdujo en su boca y lo agitó con fuerza hasta que el esperado, blanquecino y denso fluido comenzó a brotar copiosamente. Recogió el preciado elixir sin permitir que se le escapase una mísera gota y, rauda, se levantó y se perdió entre las densas brumas con el pequeño receptáculo entre sus manos.

La bestia, aún consumida por un insaciable ardor, abrió, de par en par, sus tremebundas fauces y, de una sacudida certera, extirpó el miembro viril del desafortunado, dejándole sumido en un plañidero mar de frenéticos lamentos, abundante y desabrido llanto e incontrolados borbotones de sangre espesa y escarlata. Después, tomo entre sus manos la extremidad, aún caliente y sanguinolenta, la colocó sobre el altar, llamó de nuevo a la doncella y le ordeno que la cubriese con la viscosa secreción.

Los débiles murmullos de la estupefacta plebe empañaban el inmaculado silencio. La maligna criatura se giró, visiblemente exasperada, y exigió, de manera tajante, al resto de la “troupe”, que guardase respeto e hiciesen desaparecer el desfallecido cuerpo de su vista que, aún agónico, acabó siendo devorado, con un ansia procaz, en un recóndito escondrijo entre la inhóspita maleza.

La hermosa muchacha tomó la bandeja plateada que contenía el ofrecimiento entre sus manos, la alzó por encima de su cabeza y, fervorosa, comenzó a entonar unos desconocidos cánticos, al tiempo que deslizaba su delicada mano en la condensada mezcla de sangre, orín y semen para después pasear sus dedos, lenta y sutilmente, por la totalidad de su voluptuosa y grácil anatomía, hasta llegar al punto culmen y gratificante de aquel estimulante ritual: esa pequeña montaña cárnica, sonrosada, bulbosa y blanda; su monte de Venus. Lo acarició con una delicadeza pasmosa, proporcionándole circulares y suaves vibraciones, a la par que introducía sus dedos, pringosos y carmesís, en el interior de su ardiente y húmedo periné.

La atónita y multitudinaria congregación se estremecía, vibraba, se sacudía eufórica y enardecida, presa del placer, fascinada por la complaciente y hermosa visión de la estimulada muchacha.

Pero aquel deleitoso y fascinante momento no duró demasiado. La chica comenzó a contorsionarse febril, fuera de sí, hasta perder, por completo, el control de su indecoroso y constreñido cuerpo. Se sacudía de forma frenética y rabiosa hasta que, gravemente conmocionada, cayó al suelo convulsa, con las pupilas blanquinosas y ensangrentadas y el rostro crispado y lívido. Exenta de toda voluntad, se propinaba implacables tirones, arrancando de raíz abundantes y largos mechones de su rojiza y rizada melena. No sentía el padecimiento del dolor ni, probablemente, era ya dueña de su ser y mucho menos consciente del destino que le aguardaba.

Borbotones de sangre desbocada y púrpura abandonaron sus labios maldicientes y enfebrecidos, su vientre comenzó a abultarse y ennegrecerse, unas pronunciadas y enervadas formas comenzaron a agitarse, impávidas, en el interior del abultado abdomen, unas pequeñas y monstruosas zarpas provistas de afiladas garras se abrían paso a tirones, desgarrones y mordiscos, tratando de liberarse de su pulposa prisión, desgarrando cada minúsculo fragmento de carne y piel, luchando con un afán persistente por abandonar aquella envoltura carnal y ocupar el puesto que, por decreto de ley, le había sido asignado.

La bestia, soliviantada y conmovida, contempló a la extraña criatura que se erigía, triunfante, en medio de aquella inmunda amalgama de vísceras retorcidas y carne lacerada. Se postró ante sus pies, le veneró y entonó una efusiva súplica:

HE AQUÍ EL AUTÉNTICO HIJO DE LA IGNOMINIA,
SANGRE DE TU SANGRE,
CARNE DE TU MISMA CARNE,
LA ABOMINACIÓN PERSONIFICADA,
FRUTO DEL INCESTO Y LA VERGÜENZA,
QUE SU ADVENIMIENTO PERPETÚE
EL LINAJE DE TU ESTIRPE Y TU REINADO

Acto seguido, se dio la vuelta con el recién llegado entre sus brazos y, elevándolo a las alturas, lo mostró al resto de las alimañas que, movidas por una fuerza desconocida, cayeron de rodillas y, fervorosas, comenzaron a entonar sus oscuras loas….

Por Lady Necrophage – Maria Nieves Guijarro


Vuestros comentarios

1. 06 may 2011, 17:49 | MIssterror

Lady-Enorme!!!ya te lo dije una vez:éste es tu camino!!!
quiero mas,mas,mas,mas,mas…

un abrazo

2. 06 may 2011, 18:02 | Bob Rock

Hola Lady Necrophage!

Me ha gustado/seducido/repugnado a partes iguales.

A por el siguiente Acto!!

Un saludo!

3. 07 may 2011, 13:51 | Lady Necrophage- Maria Nieves Guijarro

Gracias, de corazón, a todos.
A ver cuando Missterror nos vuelve a deleitar con alguno de sus insidiosos relatos¡¡¡¡
un saludo.

4. 15 may 2011, 07:29 | Thanatos

Sublime!!! Le magnifique!!! Hermosa forma y placentera belleza al describir con letras lo indescriptible. Todavía estoy sin palabras… Que aun tengo en la mano mi diccionario (amansaburros) porque no entiendo una que otra palabra (perdon por el nivel cultural…jiji). En ansias por devorar el segundo acto. Nuevamente felicidades, lo máximo. Desde lo mas profundo de la pisique y con ansias de mas actos… saludos almasoscuras.

5. 15 may 2011, 23:21 | Lady necrophage- Maria Nieves Guijarro

Curioso, thanatos que tu, con tu enriquecedora forma de expresión digas que desconoces algunas de mis expresiones.
Poco a poco, vamos a por el segundo acto.
Salu2.

6. 18 may 2011, 08:21 | Manu

Poniéndome al día con contenidos, que he estado muy liado… Lady Necrophage, sólo puede decir que es un relato hermoso (seguro que no es la palabra adecuada porque siempre va asociada a luz, y aquí lo que brilla es lo oscuro).

7. 18 may 2011, 22:35 | Lady Necrophage- Maria Nieves Guijarro

Gracias mil, Manu¡¡
a ver cuando nos deleitas con otro relato maravilloso como aquella partida de cartas que aún recuerdo.
Nekroabrazos¡¡¡

8. 23 may 2011, 12:17 | SHADOW

Perfecto y a la espera del segundo acto

9. 13 may 2013, 20:21 | RedRum

Fastástico relato, pese a no ser fan de la descripción he de reconocer que esta vez me tenías absolutamente hipnotinazo Lady!!
Este acto 1 fue lo que cintas como the wicker tree deberían haber sido.
Gore, poético y brutal, qué más s epuede pedir, una delicia, de lo mejorcito que he leído por aquí y el mejor de los relatos que has escrito (y que yo haya leído) y no lo digo por hacerte la pelota, te puedo asgeurar que el señor King tiene peor prosa y ahí tienes sus 400 libros xDD.

Mañana iré a por el acto 2, el lavatorio¿? y ya te comento, pero por ahora apunta muy alto.

Un abrazo hermana!! :D

10. 15 may 2013, 20:11 | Lady Necrophage

Redrum, hermano, gracias… Se hace lo que se puede, lo importante es contar uno lo que le gusta y le apetece, así es como uno puede tratar de dar lo mejor de sí. Aunque no lo creas, acto I se fraguó en mi mente a través de ideas inconexas que fueron tomando forma, pero me costó darle el sentido que merecía.
Bueno, tampoco puedo restarle méritos al señor King, jaja, tiene una fama que muchos quisieran para sí, ha dado lugar a una verdadera legión de fans en todo el mundo. Es cierto que a mi tampoco me convence, pero ha servido para popularizar un poco el género.

Un abrazo, compi.

11. 11 oct 2015, 16:23 | Rafael Prieto

Relato negro del que destacaría dos cosas:
La recreación de un mundo oscuro de mentes perturbadas, que emanan una explosión de los sentidos perversos.
Una referencia explicita a un mundo ritual donde esas pasiones pueden producirse.
Me gusta muchísimo, por que Nieves has sabido detallar y hacernos llegar atraves de tu relato a un mundo oscuro, trepidante, intenso, perverso, con un mundo espiritual inserto en lo profano y esotérico.

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