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Henry, retrato de un asesino

Testigos del terror real

Henry, retrato de un asesino

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En los ochenta, el cine ya nos había dado a conocer a muchos asesinos en serie. Sobre todo a raíz del sorprendente éxito de La matanza de Texas (1973) y La noche de Halloween (1978), así como todos sus alumnos posteriores, con Viernes 13 (1980) y Pesadilla en Elm Street (1984) a la cabeza, se trató de una etapa del celuloide en la que los cuchillos de tamaño gigantesco o las moto sierras vestidas de sangre campaban a sus anchas. Pero ninguna de ellas hablaba del asesino común; del tipo corriente que te encuentras por la calle, en el trabajo, con el que charlas en el bar. Lo que estaba de moda eran los matarifes sobrehumanos, los superhombres de increíble estatura y/o rostros monstruosos. Aquellos locos a los que, por mucha caña que les dieran, en el último minuto regresaban para dar el susto o despejar el camino para otra secuela. En dichas décadas y en anteriores hubo excepciones, claro, pero quizá fue Henry, retrato de un asesino la que encaró, de una vez por todas, el horror de lo cotidiano a través de los ojos de un psicópata tal cual, sin edulcorantes ni colorantes.

Henry, enemigo de la censura

Pese a estar producida en 1.986, Henry no vio la luz en Estados Unidos hasta 1.990. Culpables: los miembros de la MPAA. Ya saben, la liga de los hombres extraordinarios blancos, heterosexuales y católicos que deciden lo que es bueno o malo para nosotros. Que conste que no me parece mal que se vigile el contenido de las películas y se recomiende, según proceda, la edad necesaria para ver el contenido. El problema es que en el país de las barras y estrellas son muy rígidos en estos temas y no utilizan la recomendación sino, si lo creen necesario, la prohibición. O lo que viene a ser lo mismo, la limitación de una calificación X (y es algo que ocurre, allí o aquí mismo, en España, más de lo que muchos creen, pues no solo de cine comercial vive el aficionado). El caso es que la MPAA no sabía por dónde meter mano al montaje original para hacerla valedora de una calificación R (con la que pueden entrar menores únicamente si van acompañados de un padre o tutor), pero no por la violencia en sí, sino por la cantidad de palabras malsonantes, referencias sexuales en plan sucio y comportamientos lascivos. Era tan difícil rehacer el montaje eliminando lo que ellos creían conveniente, que al final la X no pudo cambiarse.

Sin embargo, Henry se convirtió poco a poco, gracias al boca-oreja y a sus posteriores ediciones para el mercado domestico, en una película vista, comentada y encumbrada a los altares del culto por muchos aficionados y no tan aficionados. Un icono del subgénero psycho-killer en su vertiente más sucia e híper-realista.

Con todo el lío que hubo durante años con los cortes en distintas ediciones y en distintos países, es difícil saber en realidad cual es la duración exacta de la concepción inicial. Para muestra, actualmente en Estados Unidos ya disponen del montaje de 83 minutos, el que conocemos en España, y que parece ser el más largo (y se supone, sin cortes). Sin embargo, en Italia ha sido capada hasta los 75, en Australia 77, en Noruega y Suiza 78, por dar sólo varios ejemplos.

Apartándonos de lo que sucedido con la MPAA en Estados Unidos, la polémica censora en la mayoría del resto de países se dio, sobre todo, por una escena: la del asesinato de una familia, violación necrófila incluida, grabada con una cámara de video por los protagonistas. Vista hoy, con todo lo que se ha hecho desde entonces a este respecto, sonará exagerado, pero en su día (que, aunque no lo queramos creer, han pasado más de dos décadas…) resultó muy fuerte e incomodo. Por no hablar de los variados planos iniciales con prostitutas aniquiladas de distintas formas (una de ellas con una botella de canto metida en la boca) o del apaleamiento con premio (televisión incrustada en la cabeza) al que someten a un pobre desgraciado.

No hablamos de terror… cinematográfico

En una de las caratulas del DVD de Henry se utilizó la frase “Una de las veinte películas más terroríficas nunca hechas”. No recuerdo de quién era, o en qué revista o periódico salió, pero sí recuerdo que es algo que puede llevar al engaño relativo. Y es que hablar de terror, como género cinematográfico, no se ajusta a la realidad. Más bien nos encontramos ante una de las más eficaces y valientes aproximaciones al terror a pie de calle. Ese que se puede palpar. Cuando terminas de ver Henry, crees un poco menos en la humanidad, mientras que cuando terminas de ver la enésima entrega de Viernes 13 festejas la mejor escena gore. Aquí la estrella también es el asesino, pero es odioso, repugnante, realmente maquiavélico por lo cercano. Algo que no se puede decir de cualquier Jason Vorhees o Michael Myers, pues en estos casos sus acciones son festejadas por los fans dentro de un ritual inofensivo en el que se entiende lo puramente ficticio.

Este Henry, inspirado en el asesino en serie Henry Lee Lucas, no pretende darnos sustos, ni crear suspense mientras se acerca lentamente por la espalda. No hay planos que pretendan crear tensión más allá de la sensación malsana que producen las propias imágenes. Se juega únicamente con la atmosfera, con el tono seco, y distante. Pasamos a ser testigos, como si de un documental se tratase, de la vida de este personaje despojado de todo sentimiento humano. Para él, matar a otra persona es como mover un dedo. No hay ningún plan, ni motivos claros (en una conversación confiesa el asesinato de su propia madre con la excusa de que lo maltrataba, pero ni él mismo se aclara sobre como la mató). Tampoco necesita ocultar su rostro tras máscaras, ni inventarse distintas personalidades. Es alguien común, y eso es que lo realmente provoca el terror.

Otro modo de ver el “Found Footage”

Ahora que está tan de moda todo esto de las películas con “material encontrado”, o bien la llamada “falsa realidad” o el “falso directo”, una propuesta como Henry nos hace comprender que, sin necesidad de inventar trucos publicitarios víricos ni añadir eslóganes del rollo basado en hechos reales, uno puede sentirse testigo de la acción como si se tratase en primera persona. Haciendo hincapié en algo que ya apunté anteriormente, el estilo con el que el director (un John McNaughton que prometía mucho, pero se quedó en nada) graba las vivencias de sus personajes (el propio Henry, un Michael Rooker en estado de gracia) sin pretender que sepamos que él se encuentra detrás. Los planos son sencillos, no hay golpes de efecto innecesarios ni zooms ni un montaje hiperactivo. Únicamente se graba lo que pasa, siempre cerca de los personajes. Unas intenciones que quedan definitivamente demostradas, evitando lo sutil, en la polémica escena del asesinato y violación comentada al principio. En este caso la posterior y excelente Funny Games (1997) terminaría de explotar el discurso del “Found Footage” camuflado, dejando incluso a los asesinos hablar con la cámara (con nosotros). En nuestra mano queda, como testigos de la barbarie, juzgar, analizar, o simplemente ver lo que ahí ocurre.

Citar que existe una secuela poco recordada, Henry, retrato de un asesino 2 (1996), de la que es mejor huir sin mirar atrás.

Lo mejor: La puesta en escena directa y al grano de John McNaughton, que nos hace testigos en primera persona de lo que sucede y la perfecta encarnación del psicópata por Michael Rooker.

Lo peor: Que alguien pretenda verla como otro exploit con psycho-killer, o que el aluvión de cine violento e híper-realista de los últimos años haga pensar que ha quedado desfasada.


Vuestros comentarios

1. 26 abr 2012, 23:32 | MASP

Una magnífica y visceral película que sigue resultando escalofriante y que como bien dice John Trent en su estupendo análisis, se adelantó a su tiempo.

Y nos sirve además como triste ejemplo de que la historia está condenada a repetirse tanto antes (Holocausto Caníbal) como después (A Serbian Film).

En breve quizá os sorprenda con una reseña de un estupendo libro de cine que trata en profundidad esta polémica de la “doble moral cinéfila”. Así que, niños y niñas, estén atentos a su página web favorita…

Saludos, criaturas!

2. 17 jul 2012, 12:54 | Azathoth

Genial película, y genial la manera de contarla. Aundando mucho más en lo psicológico que en lo explícito.
El aire sórdido de la película, le da un aspecto muy real.
Es increíble como de un momento a otro se siente empatia por Henry al tener esos principios tan marcados y en otros momentos es completamente repugnante y aterrador.

3. 09 ago 2019, 14:03 | unikitty!

cinta que no deja indiferente por el simple hecho de mostrarnos un asesino al natural.
y lo mejor es que nunca lo veremos ni atormentado, ni angustiado, ni con cara de loco, ni con histerias… nada de eso… henry sabe muy bien lo que hace y lo disfruta el muy guacho.

ver tan de cerca a alguien asi genera incomodidad a pesar de que la pelicula no es oscura ni tenebrosa.

la sola presencia de henry consigue eso.

4. 10 ago 2019, 00:23 | Mountain

Es increíble que una película que vi un par de veces hace unos treinta años siga tan fresca en mi cabeza. El impacto de ver Henry…fue brutal, nunca habíamos acompañado a un cabronazo de semejante calaña tan de cerca, te hacía sentirte mal el estar tan próximo y compartir con él semejantes atrocidades. Una joya enfermiza que creo hay que ver por lo menos una vez.

5. 16 ago 2019, 13:43 | natxo

Súper película. Clasico.
Michael Rooker encarnando al cabrón de Henry Lee Lucas.
Ambiente insano y crudo.
Lo peor quizá es que no es demasiado fiel a la supuesta realidad…la relación con Ottis etc.

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