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Werewolf Fever

Un hombre lobo, a la parrilla sabe mejor

Werewolf Fever

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  • Título original: Werewolf Fever
  • Nacionalidad: Canadá | Año: 2009
  • Director: Brian Singleton
  • Guión: Brian Singleton
  • Intérpretes: Heather Duthie, Mark Singleton, K. Norris
  • Argumento: La noche se cierne sobre el drive-in Kingburger. Mientras, sus empleados aguardan a que llegue el chico de reparto, pero en su lugar acudirá a la hamburguesería un licántropo hambriento de carne humana.

La noche se cierne sobre el Kingburger. Sus empleados esperan aburridos a que el chico del reparto llegue con las hamburguesas para mañana. Jóvenes como tu y como entretienen la espera con esta o aquella anécdota y con la esperanza de que su despótico jefe no asome las narices hasta la siguiente jornada. Cuando finalmente llega el chico de la furgoneta no lo hace como antaño; un extraño animal lo ha atacado en el bosque y su mordedura ha provocado un terrible cambio sobre él. Convertido en un despiadado hombre lobo, espera en las cercanías del Kingburger para ir acabando con sus antiguos compañeros. ¡El terror está en el menú!

Los licántropos son criaturas extrañas, por mucho que parezca haber llegado su fin siempre intentan asomar su largo hocico por los entresijos del cine de horror. De poco en poco surge alguna película que busca la perpetuación de los hombres lobo. No hace mucho, el remake al más puro estilo clásico de The Wolfman (2010) vino a recordarnos lo complicado que es matar un mito. Más o menos fallido, volvió a poner a los licántropos en boca de Hollywood. Sin embargo, el goticismo de época no consiguió convencer al público, y la posibilidad para que los hombres lobo volviesen a ocupar un puesto importante dentro del olimpo de iconos del terror se perdió entre los aburridos interludios de 13 Hrs., la acción digital de la saga Underworld o el vergonzoso reinicio de la franquicia Aullidos. Afortunadamente, Werewolf Fever se presenta como una comedia gore de pura cepa, es decir serie-z sinvergüenza, que dignifica a su manera a estas peludas criaturas.

Como decía, olvidaros del debate naturalista o de filosofadas superfluas con la breve, 60 minutos justos, y simpática cinta canadiense que hoy nos ocupa. El cine de instituto se apodera de nosotros gracias a los poderes catódicos y de una patada en el culo nos manda a los pasillos de nuestra adolescencia, donde descubrimos las deseables formas femeninas, los cigarros, el intercambio de “Fangorias” e, incluso, nuevos conocimientos de matemáticas y literatura. Desgraciadamente, al menos en mi caso, no pude ir a reflexionar sobre mi revuelto mundo juvenil al drive-in de turno, ese que tanto aparecía en las películas de terror que me gustaban. Todos los tópicos del cine norteamericano juvenil de los ochenta se estrellaban contra las impasibles paredes del instituto de barrio al que acudía. No obstante uno, que es bastante soñador, siempre ha podido acudir a fantasías tipo Werewolf Fever para saciar esa faceta que, como tantos otros, se siente fascinada por la iconografía de la forma de vida norteamericana – de la cuál las hamburgueserías representan una de sus múltiples cúspides –. Resumiendo, puro cine de “colegas”, obra artesanal de “compañeros de clase” que transmite con bastante solvencia el divertimento y unión de su equipo.

Desde Ottawa y con Brian Singleton a la cabeza como director, guionista, productor, editor, encargado de sonido (quizás una de las facetas más pobres de la cinta); Werewolf Fever se apunta a la mezcla directa de comedia y gore que siempre da tan buen resultado en el cine revival. Para ser más precisos: estamos ante una producción humilde que busca resucitar las viejas sensaciones de las películas canadienses de los ochentas directas a video-club. Aunque no sea el mejor lugar para analizar globalmente dichas obras, igual que los italianos crearon ya en los setentas una corriente de explotación del cine norteamericano de cualquier pelaje, los canadienses también se apuntaron al carro con unos resultados más próximos a las obras explotadas, probablemente por la cercanía de territorios. Así, el cine adolescente y de terror dio buenos frutos en el país norteño con películas de bajo presupuesto pero poseedoras de un buen criterio respecto al producto explotado (para un servidor, la “teen-movie” más divertida y casposa de los ochenta siempre será “Los Rompecocos” – “Screwballs” – con aquel mítico “Pajosky”).

Werewolf Fever vendría a ser una continuación de aquella filosofía. Un producto cuya temática y personajes son más propios de la idiosincrasia estadounidense pero desde la desprejuiciada óptica canadiense, una visión de un humor que embebido en la herencia francesa se desvela como único y, ocasionalmente, difícil de “disfrutar”. Todo ello con unos medios muy limitados que lejos de resultar un problema, aquí se convierten en su mayor baza. El acabado barato incrementa la simpatía sentida por el espectador, precisamente por reafirmar esa aureola de película de video-club de los ochenta.

La ambientación es completamente evocadora – todo un éxito de la iluminación –: una hamburguesería drive-in que haría saltar de alegría a Bob Esponja. Una noche donde el neón se refleja en una ligera niebla salida de vaya usted a saber donde. Un hombre lobo de peluche con un diseño únicamente posible dentro del cine de serie-z, que nos sirve en bandeja una ración gigante de patatas con mucho kétchup…

La verdad es que el metraje está muy bien distribuido en dos partes bien diferenciadas. Mientras que al principio, y de la forma más tradicional, se nos presentan unos personajes cómicos, que más tarde o temprano se van a encontrar atrapados con un hombre lobo sediento de carne, la segunda mitad despliega toda la acción y el gore que un hombre disfrazado puede ofrecernos. Es justo reconocer que la película sabe evolucionar en sí misma – probablemente fuese rodada de forma secuencial y paralela al avance argumental – en cuanto a sus personajes. Pese a contar con unas actuaciones algo pobres, dadas por ese sabor a instituto que también desprenden los desconocidos y jóvenes actores, los interpretes se van haciendo a sus personajes resultando finalmente mas realistas y coherentes que los de producciones infinitamente más caras. Entendedme, me encanta ver lucir palmito y clases del “Actor’s studio” a Amber Heard, pero si algo se agradece de Werewolf Fever es que su actriz principal resulte tan cercana, es imposible no cogerle cariño a Mandy, como si se tratase de la verdadera camarera de nuestro garito de comida rápida habitual. Sinceramente, con actores más “reputados” y “perfectos” se genera un distanciamiento que mata la empatía.

Tampoco quiero engañaros, estamos ante una serie-z en toda regla y eso implica muchos factores delicados que para muchos resultarán insoportables. El desarrollo argumental es casi nulo y falto de originalidad, poco guión encontraremos aquí: una drive-in, unos empleados atrapados y un hombre lobo que quiere comérselos, stop. Incluso la idea primigenia me recuerda a un anuncio sueco de una cadena de hamburgueserías de cuyo nombre no puedo acordarme. No obstante, su escasa duración hace que la inexistente trama no sea un handicap; estamos ante un comic-book llevado directamente a la pantalla.

El imaginativo y visual gore artesano ayuda a tragar mejor este cacho de carne poco hecha. Al principio no disfrutamos de las muertes en primer plano, pero casi sin darnos cuenta se nos van presentando cadáveres y casquería variopinta que dan pie a una mayor presencia de la bestia – un genial cruce entre el hombre lobo de “Wax Works” y la rata de “Meet the Feebles” –. Todo con un sentido “splatter” que aligera la función y justifica chistes acertados como el uso de unas rosas para espantar al licántropo o su propia carátula. No se trata de una comedia capaz de desencajarnos la mandíbula a base de carcajadas, pero la sonrisa es constante en el espectador.

Con sus más y sus menos, Werewolf Fever se convierte en una pieza maestra para una hora de divertimento honesto junto a unos buenos colegas. Los mismos que se han marcado una película que merece algo más de reconocimiento (si queréis haceros con una copia sin subtítulos podéis hacerlo AQUÍ, aunque reconozco que el precio es un poquito elevado). Las únicas obligaciones antes de su visionado son comprar varios “six-packs”, una buena provisión de palomitas y concienciarse de las limitaciones que posee este humilde proyecto. Una película donde todo el elenco ha colaborado en tareas varias – por poner un ejemplo, el hermano del director interpreta dos personajes, produce y se encarga de los efectos especiales – como si de una gran familia se tratase. Y esa sensación de sana unidad se traslada al espectador.

Dadle una oportunidad: amantes de la serie-z, el cine de medianoche y la basura fílmica bien entendida, no os arrepentiréis.

Lo mejor: Un gore hecho por "colegas" y un ambiente muy de "instituto"

Lo peor: Unas actuaciones de "colegas" y una diseño de sonido de "instituto"


Vuestros comentarios

1. 08 may 2012, 22:47 | MASP

Hombre, mira! Me viene que ni al pelo para complementarlo con mi lectura de “El Hombre Lobo De París” de Guy Endore.

Por cierto, que Valdemar Gótica acaba de editar un nuevo ejemplar de relatos de Bram Stoker, que un servidor ya ha adquirido religiosamente y del que habrá reseña, faltaría más.

Cuando termine de rediseñar mi nuevo dormitorio y biblioteca, que ahora mismo parece el planeta natal de los Predators. Mis libros de cine por el suelo!! Jesús, no quiero verlo…

Saludos!

2. 09 may 2012, 14:14 | Joan Lafulla

El poster de la peli me encanta. Tengo ganas de verla…

3. 09 may 2012, 17:13 | alfonso

What the fuck…? Buf! Bob,la verdad es que me llama algo esta peli y estuve a punto de verla. Pero es que me da un reparo la serie Z…ayer vi Trippin´ otra peli de colegas en plan amateur sobre las drogas y en plan survival del bosque y me aburri como una ostra!
Además despues de ver Outcast estoy bastante saturado de lobos,aunque el KinBurger mola mazo!raro que el wolfman no se le dé tambien por el fast-food americano y se hinche a hamburguesas con coca(cola, claro!)

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