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Beyond the Black Rainbow

Pamplina estroboscópica

Beyond the Black Rainbow

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Arboria es una empresa/comuna que proporciona felicidad con misteriosas sustancias y experimentos psíquicos. Uno de sus más reputados doctores, Barry Nyle, anda obsesionado con una de las “pacientes”, una chica muda que no ha llegado a ver nunca el exterior. Los días pasan y los poderes mentales de la bella Elena crecen a la par que el malsano deseo que embarga a Barry. Una espiral de locura y luces estroboscópicas los condenará a compartir tanto la vida como la muerte.

No recuerdo muy bien donde leí que el director de esta Beyond the Black Rainbow, Panos Cosmatos, pasó su juventud viajando por todo el mundo hasta recalar en su Canadá natal para ganarse unas perrillas realizando video-cilps y cortometrajes. ¿Y qué hizo durante su formación como persona allá por el extranjero? Si tuviese que realizar una hipótesis cruel, pero basada meramente en las sensaciones que me ha transmitido éste su debut, diría que se pegó un par de años lamiendo más cartones que Manolo Kabezabolo en los buenos viejos tiempos. Lo que vendría a significar que el bueno de Panos se lo pasó en grande probando todo tipo de ácidos, en sus garbeos por el mundo, a costa del patrimonio de su padre, el también director George P. Cosmatos.

Y como de casta le viene al galgo, ¿nadie se pregunta que producciones caracterizaron al bueno de papá Cosmatos? Pues resulta que este italiano de raíces griegas alcanzó la fama dirigiendo a Stallone en dos de sus películas más cazurras: Rambo II y Cobra. Obritas que, por otro lado, hay que analizarlas con cuidado puesto que son de un estilo “explotativo” (“¡oye, que para eso uno es italiano!”, emitió la tumba del fallecido George P.) que tira “pa’tras”. De hecho tampoco os sorprenderá si os digo que la carrera de Cosmatos paró fulminantemente en 1997 con la sosita Conspiración en la Sombra . Aunque también hay que reconocer que por esas fechas el cáncer ya estaba bien aferrado a sus pulmones; sin olvidarnos de unos inicios que fueron harto prometedores con películas épicas del corte de El puente de Casandra.

Probablemente la fama del padre abrió las puertas de la financiación a una producción que despliega todo el poderío visual de los video-clips de Panos, pero cuyo análisis en profundidad desmonta cualquier tipo de valor cinematográfico en este macro bostezo de casi dos horas de duración. Si no fuese por el peso de su apellido, me atrevo a decir que el estilo sobrecargado e intelectualoide de Panos provocaría la risa maliciosa a las puertas de cualquier productora que se precie. Como decía, nuestro director canadiense ha tenido la brillante idea de verter una serie de reflexiones lisérgicas, carentes de sentido al extrapolarlas de su ámbito alucinógeno, sobre una estética estroboscópica que destripada de la simpatía que nos provoca el nostálgico grano gordo queda en una mera aura de presuntuosidad.

Ubiquémonos, la historia transcurre en un hipotético 1983 donde las ideas hippies-futuristas de la década pasada han cristalizado en una empresa que se dedica a vender la felicidad. Más en concreto, las instalaciones de dicha empresa enmarcan la mayoría de la trama. Hasta ahí ningún problema; es más, los compases iniciales nos ponen los dientes largos con esa música de sintetizador, lo mejor con diferencia, tan acorde a la época y a la frialdad de los entornos que predominan (cristal, plástico, neón, colores básicos sobre fondos blancos). Resulta excitante esa obcecación “Kubrick” por narrar mediante el silencio antes que dialogo real, incluso los personajes son enigmáticos en su presentación. Ahora bien, pasan escasos minutos y no ocurre nada, no ocurre nada, no ocurre nada… y cuando ocurre tiene muy poco fondo y se rueda con una lentitud exasperante.

La historia es tan simple como un científico new-age que pierde los papeles por una de las “residentes”, una chica muda con dudosos poderes telequinéticos y telepáticos. Vamos acompañando a dicho científico chiflado en su degeneración mental, en loa abúlicos juegos mentales que practica cruelmente con el objeto de su deseo. Hasta terminar desvelándose una faceta “slasher” que desentona completamente y está resuelta de una forma que pone en duda el respeto de Panos para con el público. Como diría mi querido compañero Manu: “una pamplina”. Sobre el final no voy a revelar nada, pero cuando experimentas con lánguidas reflexiones filosóficas e intentas dramatizar con elementos fantásticos, un consejo: termina tu crónica con dignidad, no con un tropiezo imperdonable.

Supongo, y por ser generoso, que a Panos le ha podido la falta de experiencia, el deseo de flipar demasiado y las influencias de ese consumo de LSD que seguro ha realizado. A estas alturas de la vida intentar llevar al cine – además con una mezcla de terror y ciencia ficción mediante – los filmes psicodélicos de finales de los sesenta/principios de los setenta, me parece un riesgo que hay que asumir con algo más de veteranía. No me basta con soltar una retahíla de influencias “culturetas”: que si Cronenberg me marcó de pequeñito, que si Odisea en el Espacio, la narración a través de viñetas visuales… ¡pamplinas! Al final, Beyond the Black Rainbow resulta aburrida y algo pedante. La principal responsable de esta pedantería acaba siendo la escena que ejerce de núcleo centra de la película y base filosófica para su título. En concreto, un desvarío visual de casi quince minutos que, a mi parecer, está fuera de lugar. Si queréis un desvarío de verdad, con sentimiento, con gente involucrada en ritos peligrosos, probad con la obra de Kenneth Anger; películas que pese a su autenticidad siguen siendo un poco peñazo, todo hay que decirlo.

La cuestión es que el buen marketing de Beyond the Black Rainbow radica en el acierto sintetizando una época. Como The House of The Devil o The Sleeper, esta película no solo se ubica en la década de los ochenta, busca verse como una cinta rodada en dicha época. Y efectivamente, todo es muy coherente y vistoso, aunque el poder evocador de los colores estroboscópicos, los planos cortos y el “anti tiempo” (parece que pasen entre 0 y 100 años durante las dos horas de metraje) pierde rápidamente el interés tanto por lo excesivo como por lo repetitivo. No me extraña que Panos invirtiese tres años en terminar la cinta. Se nota muy deslavazada y con ideas que no llegan a cristalizar de ninguna forma. ¿Sabíais que hasta podemos disfrutar de androides en esta película? Robots subnormales que no pintan nada en la función. No quiero enlazar la letanía de preguntas que han caracterizado recientemente a un famoso entrenador portugués. No obstante, es lo único que podía susurrar asustado entre bostezo y bostezo.

Por supuesto que alguno dirá que estoy siendo innecesariamente cruel y hasta injusto. Muchos pensarán que no he visto el factor artístico de una película que revoluciona en cierta forma el subgénero “slasher”, vuelve a poner en boga la ciencia ficción humanista, desborda hipnotismo visual y blah, blah… Un servidor es el primero en reconocer que una película con una buena dosis experimental hay que juzgarla con parámetros únicos – he sido muy prudente no hablando de la miríada de molestas incongruencias e incoherencias narrativas –. ¡Hey! Reconozco abiertamente haber disfrutado como un enano de Rubber o Amer (donde el humor surrealista en una y la sensualidad exacerbada en otra justificaban y mucho su existencia), pero lo siento: si me aburro como con Beyond the Black Rainbow soy inflexible. Un patinazo en toda regla cuya tremenda decepción no atenúa ni la cuidada estética, el perfeccionismo técnico o los esforzados actores. Y eso que, en el caso de los actores, os aseguro que se dejan los cuernos en darles a sus personajes una dimensión que no tienen. Al fin y al cabo el guion del mismo Cosmatos los dibuja como seres antipáticos bastante planos, sin contar con esos tres años de rodaje que serían una auténtica locura para los interpretes. Una doble pena, porque estamos ante uno de esos productos que giran únicamente alrededor de dos caracteres, y no se puede dejar tan desnudos a Michael “Barry” Rogers (reputado actor de TV) y a la jovencita Eva “Elena” Allan. Al final su “historia” se torna patética y da algo de risa, así de simple.

Bueno, pues uno que se ha despachado a gusto no os recomienda verla ni evitarla. De personas educadas es admitir que una valoración objetiva sobre un producto tan experimental es cosa de broma. Aquí no hay medias tintas, estoy seguro de que levantará las pasiones de algunos y el odio de otros. Me importa un pepino quien fuese el padre de Elena: ya sabéis cual es mi bando.

Lo mejor: Su ambientación sonora junto a una magnifica fotografía.

Lo peor: El completo delirio visual de quince minutos incrustado en medio del metraje. Uno de los momentos más pedantes y bostezantes de la historia del cine.


Vuestros comentarios

1. 15 may 2012, 19:00 | Pliskeen

Yo no fui capaz ni de ver el trailer sin darle al botoncito de “avance”, así que te aplaudo por tener el valor de ver la ¿película? entera.

Igual es cosa de prejuicios (¿o de malas experiencias previas?), no te digo que no, pero pasé de caer en el enésimo experimento pedante y “pseudointelectualoide/mira cómo molo rompiendo las reglas de lo convencional; alábame” de turno.

Por cierto y sé que me ganaré algún que otro detractor por esto, lo de “El completo delirio visual de quince minutos incrustado en medio del metraje. Uno de los momentos más pedantes y bostezantes de la historia del cine” bien podría aplicarse a esos minutejos finales que Kubrick se sacó de la manga en “2001”. Que no por ser aquél un “clásico intocable” del cine es menos discutible su inserción. Y conste que hasta esa paja mental, es una película que de lo más interesante.

Saludos ;)

2. 15 may 2012, 19:23 | Bob Rock

Pliskeen.- Pues la verdad que esperaba bastante. Nunca me ha importado que una película vaya de rompedora o de lo que sea. A mi las pretensiones de un autor me la traen al pairo en cuanto a la obra me guste o no. Otra cosa es el peligro con el que juegan los experimentadores: si la cagas las cagas elevada al infinito. Por eso comentaba lo de que la experiencia es un grado. El problema de BTBR es que no tiene nada de fondo, ni diálogos, ni personajes carismáticos, ni planos expresionistas (es decir, tampoco las imágenes tienen capacidad narrativa o evocadora). Es un pictograma abstracto – y ni eso, puesto a tocar los huevos al personal hazla muda del todo – de casi dos horas. Un homenaje pajillero a 1983… (ummm, el año anterior a 1984… ummm)

No comparto tu opinión sobre esa ida de olla de Kubrick (y en mi caso no es que sea muy fanático de 2001), pero oye, que es un cuestión de gustos. Bueh, si por eso te van a criticar mándamelos que me los como con patatas.

Un abrazo

3. 16 may 2012, 13:54 | jpamplo

jajaja, curioso cambio de rumbo en tu crítica, hace unos meses escribiste en terminos prometedores acerca de este mismo título, creía que en su momento te la habías visto… corto y pego lo que comenté, me asombró ver que el sentir de entonces era el de un título brillante…

Petardo infumable, lento hasta la agonía y tremendamente pretencioso. Cercano en la estética a Kubrick, o a la ciencia ficción más filosófica, tipo “solaris”, pero con mucha menos alma y talento que sus predecesoras.
Complicada de ver por su lentitud y concatenación de escenás vacias y estáticas. Recuerdo las caras de los espectadores en el festival de Sitges y era todo un poema…

Sonido y estética muy interesantes, lo demás flojo flojo flojo…

4. 16 may 2012, 15:17 | Bob Rock

Jpamplo.- Pues sí, escribí en terminos promtedores porque no la había visto. Es importante separar noticias de reseñas. Las primeras se basan en vibraciones y las segundas en hechos. En lo que respecta a esta película: mucho bostezo…

Ahora, su tráiler me reconoceras que sugiere muchas cosas… vamos, que es muy potito, y con ese póster retro y demás… je je je, yo mismo me la metí doblada…

una pena

Un saludo

5. 16 may 2012, 16:14 | Draghann

La verdad es que el trailer parece más un experimento visual/videoclip ochentero que una película. Tengo la sensación de que determinados artistas se olvidan de que la coherencia suele ser un buen aliado a la hora de transmitir un mensaje. Más que nada porque si no, corres el riesgo de que nadie lo entienda.

No me cabe duda que unos minutos de psicodelia psicotrópica no está mal de vez en cuando si sabes a lo que te enfrentas. Ahora bien, no se me ocurriría maltratar mis neuronas de semejante forma durante la hora y pico que dure esta especie de delirio no vaya a ser que los daños sean permanentes :)

Un saludo!

6. 16 may 2012, 19:33 | Mr Zombie

Despues de leer la critica de maese Bob, me he desinflado como un globo en cuanto a mis enormes espectativas para la obra de P. Cosmatos. Le tenia mucha fe, no me importaba que fuera un producto dificil, pero de dificil a inconprensible hay mucha distancia, y como me suelo fiar mucho de Bob, ya la bajo a verla si es posible, pero si no, no pasa nada.

Una pena, penita,pena…saludos.

7. 17 may 2012, 16:18 | Bob Rock

Mr. Zombie.- Bueno, ya sabes que mi opinión solo es eso. A lo mejor a ti te gusta. Dale una intentona pero con paciencia, su duración y ritmo no invitan a verla de noche. Más bien al atardecer, quizás los cambios tonales del ocaso creen una influencia postiva.

Un servidor la vio a esa hora y se dormía igual, que conste ;)

Un saludo!!

8. 19 sep 2012, 02:52 | mike

Hola solo quería comentar que me gustó en cuanto al apartado técnico, por lo demás tiene un final malo y rápido en comparación con el ritmo del resto, como un chiste; y es muy pretenciosa. Espero que se quede en una rareza y no hablar con nadie nunca más de esta gafapastada

9. 19 sep 2012, 08:43 | Bob Rock

Mike.- Pues algo de razon tiene ;)

Bueno, a ver si espabila nuestro cineasta canadiense ;)

Un abrazo

10. 19 sep 2012, 16:28 | Mr Zombie

Pues este Sitges viene con una pelicula parecida, pero de momento me voy a callar, por que voy a hacer la noticia de esa peli, que lo mismo es la sensacion del festival.

Ayer viendo la programacion definitiva me encontre varias sorpresa, algunas tremendamente interesantes.

Vaya pedazo cartelera este año…

11. 03 div 2018, 00:04 | princesa unikitty

es como “ex-machina”, esa peli de ciencia ficcion de una inteligencia artificial que esta encerrada en una instalacion (tambien bastante parecida a la de esta pelicula) solo que en vez de un robot ponemos una chica con ciertos poderes y le encajamos una abstraccion tan exacerbada como para dejar catatonico al mas valiente (ese momento que se menciona en “lo peor” es el colmo de lo abstracto y de saturacion del color blanco)

asi y todo se puede contemplar como quien ve una pintura muy bien realizada, pero nunca entender.

radiohead / my iron lung

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