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23:59

El Pelotón de los Fantasmas

23:59

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1983: En una isla de la remota Singapur encontramos una escuela militar que, al igual que otras, mantiene una fuerte tradición de cuentos de fantasmas para asustar a los estudiantes. Tal vez algunos de esos cuentos sean verdad. Las leyendas hablan de una médium que dio a luz una niña deforme poseída por los demonios con que su madre trataba. ¿Será cierto que durante una guardia dos soldados desencadenan por accidente una venganza sobrenatural capaz de poner en jaque a toda aquella institución militar? La espesa jungla de la isla guarda celosa los secretos del otro mundo y ningún ser vivo que se mezcle con ellos saldrá bien librado.

23:59 es la peor hora para morir, más si está embarazada, eres médium y justo posee tu feto un espíritu con la capacidad de controlar la voluntad de otras personas. Entre otras lindezas, todo esto nos enseña la película que hoy tenemos entre manos. Un auténtico festín de leyendas y tradiciones sobrenaturales que empalmaría a Iker Jiménez en breves segundos. Otra cosa muy diferente es que guste al aficionado al terror. Desde Singapur, una república independiente sita en una gran Isla rodeada de otras más pequeñas y justo bajo Malasia, nos llega su primera película de género – al menos en cuanto a un servidor sepa –. Y lo hace siguiendo los parámetros del estilo que puso de moda al cine de terror oriental, más en concreto el japonés con esa sabía mezcla de terror moderno y las viejas tradiciones de espíritus y fantasmas locales (Ringu, Dark Waters, Ju-On).

Aparte de su exótica procedencia, cuestión que creo aporta cierto valor por la siempre agradecida difusión de nuestro género entre países habituados a otras temáticas, poco se puede rescatar de esta 23:59. Su historia resulta eficaz en cuanto a que no se aleja ni un ápice de las decenas y decenas de películas orientales que han tratado el tema de los fantasmas y sus distintas venganzas o razones para asustar a los vivos. A lo sumo, tal vez sea destacable la ambientación militar por ofrecernos un marco ligeramente distinto a las habituales ciudades que han urbanizado los espectros. Ahora bien, tened en cuenta que se trata de un escenario militar, en absoluto bélico. Vamos, por estar lejos de cualquier guerra conocida – la trama transcurre en una academia militar no en una guerra – ni siquiera veréis disparar un arma; algo que tampoco es problemático puesto que la historia se centra en desgranar la clásica historia rural de niña maltratada con poderes psíquicos y a partir de ahí ya podéis sacar vuestras propias conclusiones.

Gilbert Chan escribe y dirige este thriller sobrenatural de bajo presupuesto que, como siempre cuando hablamos del Este, luce decente a nivel técnico con realmente muy poco dinero. Resulta curioso que una película como The Dead Want Women costase casi lo mismo y sus resultados sean tan patéticos. Si los costes de producción son tan ajustado en Singapur creo que los productores independientes deberían de plantearse la isla como algo más que una estupenda plataforma logística… y si no preguntarle a Joe D’amato.

Precisamente su introducción, sus primeros diez minutos, llegan a crear alguna expectativa gracias a las historias que cuenta un soldado a sus compañeros, y como van enlazándose mediante flashbacks logrados por los pelos. Digamos que la dirección de Chan sigue al dedillo, con sus propias limitaciones, el libro de estilo de una película de horror oriental. Tanto a nivel argumental como en el resto. Por ejemplo, la definición de personajes es lamentable, los pobres soldados son bastante planos y en dicha línea son interpretados. Obviamente, y dado lo poco que pueden sonar los nombres de los actores, no es algo que nos deba extrañar. También los sustos son bastante comedidos, este hecho no creo que sea achacable a la falta de experiencia de Chan. Como director tenía un par de películas más en el tintero, pero de una temática típica de su país: la comedia melodramática con mucho romance. Sin embargo, para ser la primera vez que rueda apariciones espectrales, ataques psíquicos y hasta posesiones, como ya os he dicho, la dosis de fantasmagoría no se queda corta, no lo hace mal, manteniendo el pulso y alcanzando una tensión funcional, nada más. Probablemente no ha llegado a ser más aterradora porque el presupuesto no daba para escenas, efectos o localizaciones espectaculares.

El principal problema de 23:59 es no ser capaz de mantener el interés del espectador a un nivel aceptable, solo por los pelos – y en mi caso, únicamente por un interés personal en los cuentos de fantasmas del pelaje que sean – logramos terminar de verla para saber cual es realmente el encantamiento que sufre la escuela militar y la isla donde se ubica. También cierta patina “occidentalizada” haga que su ritmo no sea demasiado lento, salvando lo que podría haber sido una hora y media de auténtico tedio. No obstante, se hace duro involucrarse con unos personajes tan tediosos y cuyas relaciones son harto previsibles, amén de verse adornadas puntualmente con la blandenguería oriental que tan bien conocemos. Un buen ejemplo de esto sería la relación que mantiene el principal protagonista, Jeremy, con su padre: un muestrario del drama más ñoño y flojo, que solo sirve para aportar una falsa dimensión humana a un cuento que necesita más mala uva.

Juega en su contra la gran cantidad de cintas con historias parecidas que nos ha ofrecido, pero con mucha mayor calidad, cualquier otro país vecino. Podríamos decir que el estilo que gasta se encuentra algo caduco en la actualidad y necesita de un revestimiento gráfico más interesante – y al menos alguna vuelta de tuerca inesperada –. Curiosamente es en los títulos de crédito iniciales, desarrollados a través de unas inquietantes ilustraciones en blanco y negro, donde todo lo bueno que ha tenido el cine de “fantasmas vengativos de pelo largo” es repasado someramente para demostrarnos durante el metraje que Chang no estaba en disposición de rodar una película potente.

En definitiva, solo apta para completistas de las apariciones sobrenaturales por abarcar un amplio rango de detalles paranormales – no sabía que los orientales también jugasen con ouijas –, o para aquellos que todavía no conozcan mucho de cómo se desarrolla este subgénero en Asia, cuyo principal atractivo siempre ha sido lo relativamente ordinario que es ver interactuando el plano espiritual con el físico. Ni siquiera ubicarla temporalmente a principios de los años ochenta parece tener relevancia alguna. Por otra parte, la curiosidad de su procedencia puede invitar a ver que maneras apunta Singapur en cuanto producción fantástica y terrorífica; a este respecto sí que merece la pena valorar 23:59 como un importante paso titubeante en el desarrollo de cine de género de calidad. Herramientas no le faltan a nuestros amigos de ojos rasgados, otra cosa es que sepan alejarse de una corriente comercial que ya no da los frutos deseados y requiere una revitalización urgente, o algo de humor en el peor de los casos. Una hora y media que aprueba de manera muy justa, cuyo espacio queda relegado a las tardes intrascendentes de domingo.

Lo mejor: Su arranque, con un compendio de leyendas de fantasmas locales bastante sugerente.

Lo peor: Personajes planos, dramatismo forzado, lentitud de desarrollo, historia simple, muy básica.


Vuestros comentarios

1. 24 jun 2013, 12:30 | Bafometh729

Jai pipol:

Zanquiu beri mach Bob. He seguido tu consejo y solo he visto los créditos iniciales y el compendio de leyendas locales. Después de leerte me abstengo de ver el resto. Fantasmitas al estilo oriental me aburrieron hace mucho porque saturaron el mercado con una misma idea. Ni puntuaré el inicio porque ya me ha tirado para atrás.
Hasta otro momento compañero.

Un saludo. Si iu.
Bafometh729

2. 26 sep 2013, 16:57 | MY

Ayer la he visto yo, que echaba de menos a mujeres pelos negros aterradoras. Algún sustillo me llevé, porque estas tías siempre consiguen darme miedo, pero la peli es regulera. (Aunque por la noche vi una llamada Brotherhood of blood y esta oriental a su lado es casi brillante. Menuda mierdísima y encima en español.. No entiendo nada).
Saludos gente.

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