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Little Big Boy

La Ascensión y Caída de Jimmy Duncan

Little Big Boy

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Little Big Boy (¿he oido ”Dustin Hoffman” entre los presentes?) es un experimento de serie Z que, como si de un documental para televisión se tratase, sigue las imaginarias desventuras de un cineasta underground, Jimmy Duncan, que acaba por perder la almendra atosigado por la porquería inherente a la industria cinematográfica: periodistas con ganas de volcar sus frustraciones sexuales en las críticas que realizan, actrices de medio pelo que exigen como si fuesen estrellas de Hollywood, incompetencia por parte de los técnicos, productores sin paciencia que entre mamada y mamada vejan a sus directores, compañeros de profesión que lanzan falsas acusaciones sobre zoofilia, etcétera. Tras joyas como Outerspace Zombies, Duncan adquirió fama internacional siendo valorado como uno de los “enfants terrible” de la industria. Hasta que en el rodaje de su cuarta cinta, The Death Stalker Murders, su director perdió completamente el rumbo y acabó con casi dos decenas de actrices y strippers, tal vez como consecuencia de las trágicas vivencias de su pasado.

Como veis no es que los responsables de Little Big Boy se hallan tomado muy en serio el enfoque de su película, aunque hay que reconocer como en el aspecto formal, la cinta está estupendamente editada y muy bien hilada. Todo un triunfo para su director: el danés Kim Sønderholm, que también interpreta al bueno de Jimmy Duncan, escribe el guión, produce y hasta colabora con algún tema de la banda sonora.

Un triunfo porque ha conseguido mover a buena parte de la fauna de la subcultura del horror en Estados Unidos, destacando sobre todos el incombustible y divertido “capo” de la Troma, Lloyd Kauffman, para conseguir recrear una historia ficticia que insulte al mundo del cine desde dentro, con un discurso sano pero cínico que se complementa con escenas que no sabemos si son recreaciones de la convulsa vida de Duncan o directamente paranoias de Sønderholm. Aunque esa trayectoria final hacía la depravación y la violencia masculina proporciona un sesgo muy interesante y necesario dado que la cinta trata sobre el cine de terror underground. Un cariz muy en línea del estilo del canadiense Ryan Nicholson (Gutterballs, Hanger) y uno de sus últimos trabajos: Star Vehicle. Así, las entrevistas divertidas, gamberras y, muchas veces, obscenas pueblan el ajustado metraje (poco más de sesenta y cinco minutos) sin aburrir en ningún momento. Unas mejores, otras peores, los momentos álgidos los lleva sobre sus hombros un solvente Sønderholm, mientras que otros actores rompen un poco la ilusión del mundo imaginario creado por y para Duncan. A este respecto señalar una interesante anécdota: el joven Duncan es interpretado por el niño danés Toke Lars Bjarke, jovencísimo actor que participó en la oscarizada “En un Mundo Mejor”. Que cosas tiene el cine…

Un triunfo porque a nivel visual las piezas del puzzle encajan de una forma fresca y hasta cierto punto novedosa. De acuerdo que el subgénero de los falsos documentales está sumamente explotado, pero no sé que contiene de especial Little big Boy que la mantiene un puntito por encima de la media. Quizás sea con esa filmación digital tan luminosa y televisiva que al final se conforma una atmósfera capaz de arrastrar al espectador a un mundo surrealista e improbable. E insisto que también es su buen humor negro el ingrediente necesario para que el resto compacten.

Un triunfo porque a pesar de que su director esté metido hasta las cachas en el cine underground americano, incluso como actor/productor/guionista en títulos que van desde Tour de Force hasta Toro Loco, Little Big Boy no ha tenido fácil ver la luz. Dos años y medio le ha costado a su director desbloquear acuerdos podridos con desalmadas distribuidoras para encontrar finalmente una mano amiga que permita su difusión por los mercados internacionales (en Europa podéis encontrar una jugosa edición en DVD AQUÍ). Lo que empezó siendo como un breve proyecto experimental basado en el documental Overnight (documental realizado en 2003 sobre la historia detrás de Boondock Saints) y reminiscencias de The Office, por fin toma forma física para satisfacción de los investigadores del cine más barato, libre, provocador, desprejuiciado y pendenciero.

Llena de graciosos chistes sobre el cine basura, un brutal desfile de actrices despeletodas, mucha mala baba, momentos oníricos, una buena banda sonora, despiadada crítica ética y hastra algo de dramatismo de sobremesa…

¡¡Una oda a la subcultura terrorífica!!

Tráiler

Lo mejor: Su originalidad en cuanto a desarrollo y el tono paródico con respecto al cine de serie Z.

Lo peor: A veces peca de chabacana. Así mismo, ciertas actuaciones rompen el ritmo.


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