Some Guy Who Kills People

Ken Boyd es un tipo atribulado de treinta y cuatro que vive con su madre, dibuja comics para él mismo y trabaja en una heladería. Sin futuro claro, con un pasado turbulento vivido en una institución mental, pasa las horas muertas planeando su venganza contra los compañeros del instituto que le amargaron la vida. Cuando los asesinatos que imagina empiezan a suceder realmente todo cobra sentido para él… hasta que la aparición de una hija que no conocía, un posible nuevo amor e, incluso, un nuevo padre sheriff vuelven a poner su patético mundo del revés. ¡Ni siquiera los sociópatas pueden llevar una vida “decente” en estos tiempos que corren!

Al frente de esta película tenemos a Jack Pérez, conocido mundialmente por ser el director contratado por The Asylum para filmar Mega Shark vs Giant Octopus, una película basura de dimensiones épicas, cuyo trasfondo poco serio se ocupa de finiquitar con esta Some guy Who Kills People.

Vendida como una comedia de horror, creo que Some Guy Who Kills People va bastante más allá, dentro de las posibilidades de su manufactura independiente. A saber, existe comedia ácida, tenemos horror encarnado en una interpretación muy “sui generis” del subgénero slasher, también existen unas gotitas de romance subdesarrollado y, como colofón, una buena medida de drama familiar post siglo XX.

La comedia sin lugar a dudas está encarnada en un agente de policía, un clásico sheriff de pueblo de la América profunda que se entera más de lo que parece. Un agente interpretado soberbiamente por un eterno Barry Bostwick (The Rocky Horror Picture Show), un actor cuyo rostro está bendecido para la comedia y que aquí despliega sobriamente bonitos chistes macabros. Cada secuencia donde analiza la escena del crimen levanta la película momentáneamente, eso sí, sin agudizar nunca el tono cómico hasta la parodia.

El terror viene de mano del protagonista, un Ken Boy interpretado por el solvente Kevin Corrigan (actor secundario que ha ido despuntando a través de su participación en obras modernas como Superfumados o Supersalidos). El personaje de Ken es el eje central de la película, causando al espectador ternura, pena, asco e incluso miedo, y aquí es donde Kevin se marca una estupenda interpretación. Cuando el disfuncional heladero se cierra en su mundo, con sus silencios y tartamudeos, se convierte a la perfección en ese “vecino de al lado que podría esconder cadáveres en el sótano”. Aunque su personaje carezca de empatía alguna, el espectador se sentirá cómodo en sus manos y, a la par, también podrá disfrutar de ingenuos destellos de humor a través de su estulticia.

El romance, la parte menos destacable de Some Guy Who Kills People, la lleva sobre sus espaldas Lucy Davis (Shaun of the Dead), actriz que encarna a Stephanie, una mujer algo simplona que es la única capaz de hacer caso y medio entender a Ken. El que esta faceta, la del romance, sea prescindible no le resta el valor que Pérez ha intentado inocularle. Se trataba de aportar otra dimensión humana a su protagonista, intentándolo a través de su relación (o casi no relación) con otros personajes, contando así la historia de un hombre superado por un pasado que no ha superado.

El fuerte componente dramático lo constituyen los abusos que recibiese Ken en su juventud y, principalmente, la presencia de una hija, en cuyo papel se mete Ariel Gade (jovencísima actriz que ya ha participado en varios títulos de género, como Dark Water). Una hija que Ken no conocía y cuya presencia detona muchos sentimientos en su abúlica existencia. Hay que reconocerle a Gade que pese a la ñoñeria que roza en ciertas escenas, carga su actuación con una intensidad dramática que ayuda a que sus segmentos casi superen a la faceta terrorífica del proyecto. Con lo cual tenemos, sorprendentemente, que el resultado final es más potable a un nivel melodramático que como película de terror.

Su guionista, Ryan A. Levin (un currante especializado en libretos de humor ligero), construye un puzzle bastante avanzado que requiere de bastante complicidad por parte del espectador por tocar tantos palos distintos. Lo que para unos será su mejor arma, la variedad de estilos, para otro será su tumba, puesto que acudir a Some Guy Who Kills People como mera cinta de horror puede ser decepcionante. Así mismo, esta variedad creo que quiere esconder cierta falta de profundidad en sus personajes, de hecho se los nota sobreexplotados en una recta final que decepciona ligeramente por su rumbo almibarado.

Además, Jack Pérez realiza un trabajo soberbio tras la cámara. Planos muy logrados van aportando dinamismo a la narración, construyendo casi – y las referencias al noveno arte se agradecen – una serie de viñetas estáticas que nos llevan al cine de los ochentas. No en vano uno de sus productores ejecutivos es el mítico John Landis, aunque sinceramente, su nombre planea más de forma testimonial que otra cosa. Pero no os engaño, Pérez conoce bastante bien el medio y sabe con quien codearse. La presencia como secundaría de lujo por parte de Karen Black (actriz entrada en años que destacaba en La Casa de los 1.000 Cadáveres) atestigua el conocimiento de las raíces del cine que manipula su director… ¿y si no a que vienen esos destellos de gore exorbitante?

En cuanto a la edición del DVD americano poco que comentar. Con una portada más fea que una esquimal bizca, y cuya imagen no es la que acompaña a la reseña, pocos extras aporta: un breve “making off “que resulta interesante pero poco profundo, el corto original que dio vida a este largometraje y un tráiler. ¿De los subtítulos? Nada, de nada, un grave impedimento para los que no posean un alto nivel de inglés.