El Páramo

Han pasado muchos años desde que el inolvidable Marlon Brando soltase las míticas y demoledoras palabras que leéis bajo el título. Aquel Apocalypse Now (1979) era una de las más evidentes demostraciones de que los géneros bélico y terror no se encontraban tan distanciados. En realidad, la guerra, cualquiera de ellas, es la peor pesadilla que se puede vivir lejos del mundo de los sueños. Y por desgracia, tenemos una distinta cada día.

En este caso nos situamos en un desolado paramo de Colombia. Hasta él llegan nueve experimentados soldados para investigar la zona, puesto que se perdió contacto con ella hace varios días. Se teme que los soldados destinados a dicho lugar fueran víctimas de un ataque de la guerrilla. Sin embargo, lo único que encuentran allí es a una campesina encadenada. La mujer, de aspecto amenazante, no dice una palabra. Algunos creen que podría ser parte de la guerrilla y piensan en acabar con ella, mientras que otros optan por no creerlo e intentar ayudarla. En el desconcierto, ella escapa. A partir de ahí, El Páramo se convertirá en un lugar donde los soldados vivirán como el aislamiento, los puntos de vista enfrentados, la imposibilidad de huir y un oscuro secreto que viaja con ellos, son capaces de crear un nuevo horror para el que no estaban entrenados.

Ya os habréis percatado de que el argumento no descubre nada nuevo; típica situación en la que un grupo de algo llega a un sitio recóndito y siniestro en el que empiezan a ocurrir hechos más allá de la explicación lógica. Y tampoco es nada nuevo que dicha explicación lógica puede estar más cerca de lo que creen; el mismo horror de la guerra y la marca que va dejando en los hombres, termina creando monstruos que no se parecen a los de cualquier película. De todos modos, con esto no destripo nada, puesto que la ambigüedad del mensaje/intenciones que nos ofrece El Páramo es uno de sus principales elementos. Para bien y para mal. Andamos por terrenos indefinidos, que no se adentran del todo en ningún género en concreto. Así, del bélico de trincheras viajamos al terror psicológico, de ahí al drama entre soldados pasando por el thriller con giros (presuntamente) inesperados, para llegar a un clímax que une todos, con alguna que otra pincelada gore.

No queda claro si se trata del infierno personal de los protagonistas. Tampoco queda claro si la inquietante campesina tiene, de algún modo, algo que ver con lo que les ocurre a estos, o les ocurrió a los anteriores soldados del páramo. Ni mucho menos queda claro si el último plano es una ida de olla hasta las trancas de ingenuidad que se han marcado sus responsables, o si lo único que pretende es desconcertar más al espectador y crear debate posterior.

Sea como fuere, en El Páramo tenemos un protagonista, y no se trata de ningún soldado ni de la superviviente. Hablo de la ambientación. Con un pírrico presupuesto de millón y medio de dólares, el debutante Jaime Osorio Márquez se las ha arreglado para, junto a un estupendo trabajo de fotografía de Alejandro Moreno, llenar la hora y media del relato de un clima inquietante, por momentos terrorífico (atención a la escena de la niebla, o a las situaciones iniciales con la superviviente). Lástima que el trabajo de los actores sea insuficiente para inspirar la sensación de realismo necesaria, o que el desarrollo se encuentre en no pocas ocasiones con altibajos de ritmo desesperantes.