Little Creeps

El “Demonomicron” es real. Así lo cree el obsesivo profesor Vern Drake: un libro capaz de abrir la puerta al infierno. Sin embargo, sus colegas y alumnos se burlan de sus locas ideas sobre posesiones, monstruos y demás sandeces sobrenaturales. Empujado hasta el filo de su cordura, la expulsión por parte del decano lo lleva a encontrar casualmente el libro maldito, y con él, sus planes de venganza. Pero desgraciadamente, su limitación en lenguas muertas lo lleva a traducir solo la mitad de las conjuraciones, obteniendo como resultado demonios enanos que más bien dan risa. Aunque… ¿habéis oído alguna vez eso de “chiquito pero matón”? Bien, estos diablillos están dispuestos a demostrar que valen el doble de su tamaño, o más.

Sí, una nueva comedia de terror independiente, rodada con poco dinero y que pide a gritos ser encerrada en el cajón de la ropa sucia. Pero nunca me cansaré de repetir que para todo hay sitio en este extraño mundo de locos que es el cine. A muchos os molesta que ocupemos espacio con noticias de películas que os parecen intrascendentes. Pues un servidor cree honestamente que el verdadero aficionado al horror debería sumergirse en estas propuestas de cabeza. De otras obras más comerciales ya se cansan de hablar hasta debajo de las piedras, así que por eso me gusta buscar “tesoros oxidados”. Aprender a disfrutar el cine de perfil bajo (o cine basura, o cine underground o como os de la gana llamarlo) es uno de los mayores desafíos del cinéfilo y uno de los más gratificantes. Entres los cajones de saldo siempre me he encontrado con pequeñas obritas que da vergüenza reconocer que te gustan, y no obstante, cuando visionas una de ellas te entretiene, te hace reír, te ofrece momentos que el cine comercial jamás se atrevería, te hace sentir un cretino… ¡pero en el sentido más “ramoniano” del termino. Resumiendo, me llenan igual o más que ver El Caballero Oscuro. De hecho no me pongáis en una balanza Troll 2 frente a cualquier película de Christopher Nolan, mi respuesta la sabéis de sobra.

Reconozco que incluso entre la basura hay clases, pero una de las peores películas que he visto y que a la vez me enseñó a disfrutar del celuloide hecho con estiércol fue The Creeps. Una cinta noventera de las Full Moon que presentaba a los monstruos clásicos del cine de terror pero en formato mini. “Interpretados” por enanos, entre los que destacaba el “bajito de la serie b” Phil Fondacaro, los monstruos surgían defectuosos de sus criptas precisamente por un fallo a la hora de invocarlos.

Así que fue conocer esta Little Creeps, de perfil incluso inferior, y recordar los buenos tiempos del aprendizaje con el terror de guerrilla. ¿Veis como de todo se puede sacar algo positivo? La cuestión es que Little Creeps parece una comedia descerebrada, sin mucho sentido, con obvios homenajes a la serie Z, un presupuesto infame y unos responsables totalmente desconocidos: su director y guionista es un tal Brad Leo Lyon que incluso se reserva un importante papel. Aunque al equipo de Little Creeps no lo conozcan ni en su casa, la mezcla de zombis, demonios pequeñitos, ninjas, luchadores y strippers ya suena bien sobre el papel, y me importa un comino que el tráiler huela a podrido.

Cuando el “hype” alrededor de Ridley Scott se desvanece en la noche más oscura, cuando el atractivo de Jessica Biel queda en entredicho, cuando Rob Zombie no puede ocupar con su filmografía ni medio estante de películas… cuando lo bueno no es suficiente, me gusta consumir mierda y Little Creeps parece de primera calidad… ¡ummm!