Malditos Sean!

Malditos Sean! es un declarado triunfo del cine argentino de terror, una antología de tres historias fuertemente interrelacionadas que satisfarán a los más exigentes fanáticos del terror sobrenatural. Una cinta dirigida a cuatro manos por Demián Rugna y Fabián Forte, que desde este momento, y sobre todo el primero, se convierten en mis referentes latinoamericanos del terror fantástico. Y destaco al bueno de Demián, porque ya con su anterior largometraje, The Last Gateway (2007), demostró un don especial para retratar el horror del submundo demoníaco invadiendo nuestra realidad.

Malditos Sean! es horror bien entendido, hunde su raíces en el amplio rango desarrollado durante el siglo XX por los mejores: desde fuertes influencias de Clive Barker, pasando por los consabidos Lovecraft y Stephen King, sin dejar de lado dosis de humor negro robadas de Robert Bloch y Richard Matheson, y teniendo siempre presente una patina inocente y mágica heredera de las ensoñaciones más siniestras de Ray Bradbury.

Las referencias literarias no son gratuitas, las historias de Malditos Sean! beben de una forma narrativa más propia de la letra impresa que del cine, aunque sus autores también saben lo que les gusta en este sentido y sus planos nos llevan directamente al cine de Carpenter, Romero, Stuart Gordon y Raimi, sin renunciar a una fuerte personalidad propia crisol de todos estos elementos mezclados con mucha inteligencia y respeto. Con el añadido de una agradecida naturalidad a la hora de plantear las diferentes escenas que atrapan al espectador en las redes de lo imaginario, donde los sobrenatural campa a sus anchas. Demián Rugna y Fabián Forte desarrollan su estilo en la tradición “pulp”, al mejor estilo Weird Tales.

Si algo destaca de Malditos Sean! es el claro triunfo de la imaginación. Carente de cualquier corsé, de restricciones comerciales, con un presupuesto bajo pero domado a costa de una dedicación que se intuye tras cada fotograma, tenemos una obra que además de ser altamente satisfactoria, alza el listón para el cine de terror latinoamericano que está poco a poco avanzando, y, en concreto, se convierte en referente inmediato del más prolífico cine argentino. Todo, insisto, por el valor de dos “locos” para trasladar a la pantalla tres cuentos donde no existen barreras ni limites que nos aten a la realidad. Y debemos valorar bien su esfuerzo: una producción que se alargó durante cuatro años, con un presupuesto de solo 10.000 dólares… casi nada.

Los tres cuentos giran alrededor de la figura de un curandero, misterioso en primera instancia, simpático en una segunda y, finalmente, un hijo de perra con todas las de la ley. Y sin embargo no es tan sencillo definir su papel en la sabia interconexión de las historias. Tanto protagonista como hilo conductor secundario, Ulises, el curandero se ira convirtiendo en un vocablo obsesivo que va atrapándonos en una red de engaños sobrenaturales de consecuencias demoníacas. Precisamente ha sido la forma narrativa la que permite a Malditos Sean! adquirir una dimensión más grande que sus partes, en el sentido que lo hacía una de las mejores antologías de horror del presente siglo: Truco o Trato.

La forma narrativa es exigente con el espectador. Los diferentes saltos en el tiempo, cierta discontinuidad y hasta experimentación, requieren de la concentración del público, así como de una desarrollada capacidad para mantener la atención dejando a un lado las continuas preguntas sobre las historias que la propia película nos plantea. Todo es respondido, pero sus autores se toman el tiempo y la medida para hacerlo a su antojo construyendo un complejo entramado de personajes y situaciones, que debido a su intersección con el mundo paranormal pueden costar interpretarlas, que no disfrutarlas. Merced al estilo artesano de Fabián y Demián se transforma en un ejercicio visual rico y sobresaliente, pero sobre todo, bien hilado. Puede que la falta de presupuesto se deje notar puntualmente, y es que Malditos Sean! no tiene un acabado “hollywoodiense”, pero en absoluto afecta a la calidad de las historias, muy sólido guión, algo de lo que podrían tomar buena nota muchos otros cineastas independientes. Una película enriquecedora, especialmente, insisto, por la originalidad tanto de los escenarios como de ciertos detalles, que me atrevería a decir “únicos” dentro del cine fantástico, afines a los pasajes literarios de los autores que enumeraba al principio de la reseña.

Por otra parte, la labor de los actores también destaca proporcionalmente a la historia. Hecho más que loable habida cuenta del duro trabajo coral que han tenido que realizar. Un buen número de profesionales, de los cuales no podría destacar a ninguno por encima de otro. Salvo momentos puntuales, donde quizás el humor soterrado de Malditos Sean! rompe ligeramente la atmósfera debido al histrionismo con que algunos miembros del reparto lo encaran, tanto Victoria Almeida como Pedro Di Salvia, Victor Cura o Gabriela Mocca lo hacen estupendamente, incluso siendo el debut de muchos de ellos. Aquí se hace patente una dura dirección artística basada en la perfecta definición de cada personaje. Reforzada además por un departamento de vestuario y maquillaje que solo se puede calificar de soberbio. Desde aquí reconozco avergonzado que mi conocimientos sobre los profesionales del ramo argentinos son bastante limitados, y precisamente Malditos Sean! anima a profundizar en una industria que da buenas señales de vida para los tiempos que corren: Plaga Zombie, Sudor Frío, Fase 7…

Como único punto oscuro me gustaría citar la banda sonora, quizás demasiado bizarra en algunos momentos, algo que en lugar de involucrar al espectador con la historia puede molestar ligeramente. Lo que no quita para que en los momentos álgidos de cada segmento la ambientación sonora se reconduzca y engrandezca los momentos de horror más sugerentes.

Ya siento poneros los dientes largos, porque si no me equivoco la cinta de Demián Rugna y Fabián Forte, que también escriben, no está disponible para la venta todavía. Sus responsables comentan que sería posible un estreno limitado en Argentina para finales de este año, tras la buena acogida que tuvo el año pasado por distintos festivales especializados como Sitges. De hecho puede vanagloriarse de haberse alzado con el premio a Mejor Película en el prestigioso Fantaspoa (sección largometrajes iberoamericanos), además de Mejor Director en el Festival Rojo Sangre, Mejor Guión y Fotografía en Estepona, ente otros galardones. A continuación repasamos someramente los distintos segmentos para daros una idea más adecuada de lo que podréis disfrutar dentro de esta pequeña joya independiente que seguramente adquirirá cierto culto con el paso de los años.

Alimenta la Caja

1999: Un par de asesinos a sueldo cometen un pequeño error en uno de sus “trabajillos”, acabar con un niño que estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. El pago para que su alma descanse en paz empieza con la aparición de una caja de madera hambrienta. Este sería el primer segmento tras el extraño prólogo que nos presenta al curandero y su universo mágico, un prólogo que se extiende a lo largo de la trama para unirla en la tercera historia. “Alimenta la Caja” es una buena historia de terror pero que quizás quede la más floja en conjunto por sus problemas para hacernos entran en harina. Aunque los actores están magistrales, la historia no arranca hasta sus últimos minutos, lo cuál hace que pierda un poquito de fuerza. Por otro lado, la historia está narrada de una forma tan retorcida por parte de Fabián que muy puntualmente me pareció incluso confusa. No obstante sirve como perfecto calentamiento para lo que ha de venir.

Cafeomancia

1989: En una vieja casa, cuatro mujeres leen los posos de café a sus clientes. Hasta que uno de ellos trae consigo un horror para el que las mujeres no estaban preparadas. Una historia muy satisfactoria, no solo por el genial ambiente que se respira alrededor de las videntes, sus toques de humor casan con un divertido final que aligera la presencia asesina de un demonio fuertemente influenciado por la imaginería de los Cenobitas de Barker. Tras la cámara encontramos a un Demián muy cómodo a la hora de rodar las escenas donde “el mal” es enfocado directamente sin empaques. A pesar de contar con alguna de las actuaciones más flojas, es todo un ejemplo de creación de atmósfera y control de los tiempos. Puede que su final no convenza a todo el público, pero creo que la salida es realmente divertida y aporta otro enfoque más liviano a la producción.

El Curandero

1979: Durante la detención de un tal Ulises que se dice curandero, un oficial ha desaparecido en la casa del brujo. A su vez, en la cárcel empiezan a suceder extraños crecimientos. Finalmente, un nuevo asalto a la casa descubre un jardín lleno de enanitos de cerámica con muy malas pulgas. El último segmento es prolongación de las escenas que marcaron el comienzo de la película así como la unión entre los distintos segmentos. Dirigida por ambos cineastas, sin lugar a dudas es la historia mejor realizada y que ofrece mayor satisfacción. Contiene gore, suspense, humor negro, surrealismo, escatología… pero sobre todo, contiene las respuestas que atan de forma magistral todas las historias. Y probablemente uno de los finales más absurdos, geniales y fantásticos que he podido disfrutar en mucho tiempo. Creo que sintetiza acertadamente la visión irónica que un buen cineasta especializado en terror debe ejercer sobre su obra. Cuando hablas de ciertas cosas, como enanos de jardín asesinos, tienes que calibrar muy bien la seriedad con que afrontas tu argumento, y Fabián y Demián conocen muy bien el material con el que tratan. Mención de honor a los efectos especiales de este segmento: magistrales, una demostración práctica de cómo el trabajo duro y lo artesanal pueden crear algo impactante sin gastar mucho dinero.