Scary or Die

Scary or Die es una antología de historias de terror sobrenatural. Vaya por adelantado un servidor probablemente sea el mayor aficionado conocido adepto a este formato. De hecho, hará años que no leo una novela en pro de las colecciones de historias cortas que si están pobladas de vampiros, muertos vivientes, mutantes, alienígenas con aviesas intenciones, excrecencias lovecraftianas, juguetes diabólicos y el resto de la parafernalia acorde, pues mejor que mejor. Por ello tomaros con prudencia la nota asignada a Scary or Die, así como mis conclusiones. Quiero ser justo y pensar que muchos de vosotros solo veréis sus debilidades, que son muchas, frente a sus múltiples virtudes que quedan, tal vez, en un plano más secundario.

Así, la películas dirigida a seis manos (intercambiándose segmentos) por Michael Emanuel, Bob Badway e Igor Meglic, requiere de un esfuerzo por parte de los espectadores para asumir que el presupuesto nunca va a ser lo fuerte de la propuesta. Estamos ante un proyecto definitivamente de serie b que deja unos resultados visuales ocasionalmente dudosos en pantalla, pero que goza de una narrativa de indudable calidad, amén de una historia – precisamente la que tiene más peso – que nadie podrá calificar menos que de original, entrañable y emocionante. Claro que para disfrutar de ese segmento siempre tendrás que comulgar con las mismas carencias del resto de sus compañeros, además de con una obsesión por los payasos que se podría definir de patológica (algo que conoce muy bien Sergio Morcillo como pudisteis comprobar en mi reciente reseña de su corto Tus Gritos Me Dan Risa).

Dejando a un lado estos pequeños detalles, hay que comentar que la película tiene una coherencia estética que se agradece, y pequeños enlaces entre historias para darle a su metraje una dimensión de cohesión un tanto forzada, puesto que las historias no tienen nada que ver entre ellas realmente. En cuanto a la técnica, destaca la fotografía, para ser un proyecto indie, y lo mejor es que los actores están a la altura de esta excelencia fílmica. Es decir, sin ser una completa maravilla su labor, son los que sostienen la película sobre sus hombros gracias a la fuerza de sus actuaciones, puesto que los distintos argumentos son bastante sencillotes. Aunque si realmente tuviese que dar una razón para mi satisfacción sería la variedad en todos los aspectos. Porque tanto en duración como en temáticas, transitamos por tantos momentos distintos que la película se pasa en un santiamén y muchas de las penurias y fallas de cada cuento son solapadas por el salto inmediato a otro asunto. Precisamente lo que me hace amar tanto mis colecciones de relatos de terror popular: argumentos sencillos que pasan fugazmente ante tus ojos, con una historia que no busca durar o dejar una impronta intelectual en el lector, si no tan solo un escalofrío puntual. Pero todos los aficionados deberíamos saber ya a estas alturas que el terror funciona mejor en las distancias cortas, pero se convierte en obra de arte cuando se consigue prolongar con estilo, que no suele ser el caso.

Espero sepáis disculpar esta especie de justificación/reseña, y es que sé que muchos de vosotros expresaréis vuestra protesta ante la nota asignada. Algo injusto a todas luces, porque más allá de lo absurdo de criticar la mera opinión de otra persona al no coincidir con la tuya, creo que se está produciendo el fenómeno saturación entre el aficionado a marchas forzadas. Es muy sencillo, todos vosotros os tragáis película tras película gracias a la accesibilidad que ofrece la piratería. Ante tamaño exceso, y debido a su coste cero, lleváis un empacho de campeonato, uno que os nubla el juicio y que hace parece toda película peor que la anterior a no ser que os vendan directamente “la coca cola”. Tal vez mi nota hubiese sido inferior de no haber invertido mis magros ahorros en adquirir el DVD americano, de horrenda portada la verdad, y visionado con una atención especial estas historias. Picotear luego en sus jugosos extras también te aporta otra perspectiva, se agradece la inclusión de entrevistas a buena parte del reparto, escenas borradas, un “making” de la antología y de sus efectos especiales… bueno, solo quería lanzar dicha reflexión para animaros a valorar más lo que tenéis entre manos, lo considero un esfuerzo que merece la pena antes que convertirse en un amargado al que nada le gusta porque no sabe el precio de lo que tiene entre las manos. También vuestras parejas son “gratis”, pero si alguien os los “robase” supongo que os arrepentiríais de no haberles hecho más caso.

Y ahora, si me lo permitís, pormenorizaré las historias para saber que esconde cada una de ellas.

The Crossing

Unos catetos norteamericanos se dirigen a la frontera para vérselas con los espaldas mojadas mexicanos. Una vez allí, se revelaran unos bastardos antes que patriotas y, como bien dicta la justicia sobrenatural, tendrán que enfrentarse a la venganza de los muertos.

Suele ser costumbre que la primera historia de una antología sirva para calentar motores, para meter al espectador en faena. En dicho caso, The Crossing cumple de sobra su cometido a pesar de ya desvelar las carencias presupuestarias que dejan el apartado fantástico algo desvaído y a merced de la imaginación del espectador. Su director es Michael Emanuel (responsable de la floja Maneater) no se rompe los casos y cuando tiene que presentar la acción zombie, porque se trata de una historia común de zombis pero alejada de los cánones actuales macro apocalípticos, tira por la tangente haciendo uso y abuso de las entrañas y de una planificación confusa acorde con el ataque de un grupo de redivivos. Sin embargo, en el principio y nudo del segmento, los actores realizan una buena labor que nos hace preguntarnos hacia donde se dirige el argumento, aportando una sensación de misterio – muy cerdo gracias a la definición de unos “hillbillies” realmente repugnantes – bastante lograda. Curiosamente, diría que se trata de un segmente extremadamente antirracista utilizando un discurso ultra racista. ¿Cómo se consigue eso? Bueno, solo hace falta abrir los ojos como platos ante la definición de los personajes, y buena parte de culpa la tiene la actuación de Bill Oberst Jr. (actor adicto a la serie b a juzgar por sus inminentes estrenos).

Taejung’s Lament

Un hombre transita por la vida envuelto por la soledad y la tristeza provocadas por la muerte de su esposa. Ansioso por hundir sus dedos en la blanda y pálida carne femenina busca desesperado el amor. Hasta dar con él casualmente en extrañas circustancias.

La típica historia basada en el potencial de su final, donde nada era lo que parecía por mucho que el espectador pueda saberlo si le revelan cual es la criatura sobrenatural que protagoniza el cuento. Más allá de sus simples piruetas arguméntales herederas de Robert Bloch, este segmento dirigido por Igor Meglic es quizás uno de los más bellos audiovisualmente. Pese a que todas las historias suceden en la ciudad de Los Ángeles, parte importante para esa tenue coherencia interna que intenta mantener la cinta, Taejung’s Lament se adentra en los barrios orientales donde se reúnen todas las razas de ojos rasgados que alberga el planeta. Eso permite un discurso reposado que aprovecha Meglic para demostrar que su participación en decenas de títulos de renombre como director de fotografía de la segunda unidad ha servido para algo. Podrá decepcionar su final o no, algo manido y bastante peliculero, pero si la referencia a Bloch no te ha pasado desapercibido seguro que lo verás con agrado, y si no siempre puedes disfrutar de la belleza de Alexandra Choi, actriz de raíces asiáticas que no acaba de despuntar en el nido de víboras que es Hollywood.

Re-membered

Un asesino a sueldo ya ha terminado su trabajo. Ahora solo tiene que deshacerse del cuerpo como de costumbre. Montado en su coche, con un fardo goteando sangre en el maltero, se dirige ufano hacía su paga. Lamentablemente debería haberse informado mejor de a quien ejecutaba.

Una historia bastante corta de la que se encarga Bob Badway, que debutó con una cinta prescindible como The Uninvited, y cuyo resultado final no está a la altura de un desarrollo tópico pero eficaz. Aquí los ecos arguméntales nos llevan hasta Poe, pero desde una perspectiva más oscura y moderna. Si por algo destaca este segmento es por la actuación de un frío Christopher Darga que consigue atrapar nuestra atención. Una pena que ese desenlace del que hablábamos no esté ni bien rodado ni argumentalmente llegue a impactarnos Afortunadamente su duración es escasa y podemos solazarnos en un tema central extraído de los años cuarenta que ayuda a cimentar una atmósfera “satánica de cine negro” muy interesante.

Clowned

Emmett es un camello de poca monta que quiere con locura a su madre, a su novia, pero especialmente a su hermano pequeño por el que daría la vida. Un desafortunado día se cruza con un payaso maloliente que le lanza un bocado. Desde ese momento una terrible transformación tiene lugar convirtiendo a Emmett en un peligroso paria social.

Sin lugar a dudas el plato fuerte de la función. ¿Payasos caníbales mezclados con drama, transformaciones “kafkianas” y un humor a veces delirante? A mi me ha dejado enamorado este corto. Puede que no esté bien resuelto en lo técnico, de nuevo repite Michael Emanuel, y los maquillajes no pasen de “funcionales”, pero nunca hubiese pensado que alguien pudiese desarrollar una idea así con el incomodo ingrediente de un payaso mutante… payasos que adoran la carne de los tiernos infantes. Su protagonista, Corbin Bleu, realiza un trabajo excepcional para convencernos del drama que subyace en esa transformación – con mas ecos del pasado, pero en esta ocasión provenientes de “El Hombre Elefante” – debido al hambre inhumana que Emmett siente cuando mira a su hermano. Con un final casi surrealista, se convierte por derecho propio en una pieza única, una historia que ayuda a engrandecer el resultado final. Aunque a muchos molestará por su clara vena lacrimógena, al que suscribe le parece que bien merece echarle un vistazo a Scary or Die solo por ver al pobre Emmett sufriendo un descenso a los infiernos de las narices rojas, los zapatones y las sonrisas perpetuas. Escalofriante.

Lover Come Back

Ella nunca dejará que su amor muera. Su abuelo, que era un gran brujo cajún, le regalo un amuleto que jamás la dejaría desprotegida. Él, su amante, el hombre de sus sueños acabará por saberlo.

La historia que cierra la película intenta unir el resto de las historias en una sola trama, unión intrascendente que ni molesta ni aporta mucho. No obstante, y pese a su corta duración, Michael Emanuel concluye el proyecto con bastante poesía, sacando petróleo estético de una historia más simple que un lápiz de carboncillo. Volvemos a la carencia en efectos especiales, pero se hace patente que la mente está por encima de la materia, cuando simplemente con recursos de edición y una buen trabajo sonoro nos encontramos con un broche final melancólico y que termina dejando muy buen sabor de boca, aunque no existan siquiera actuaciones reales, solo ambientación y una hipnótica voz en off. Una historia de brujería vudú que me sacó asentimientos placer.