El hombre sin pasado

Las películas sobre justicieros y los thrillers surcoreanos son dos de mis debilidades. Si unimos ambas raro es que, como mínimo, no me lo pase bien. En los últimos años hemos tenido algunos gloriosos ejemplos de dicha combinación. Ahí están Old Boy (2003) o I Saw the Devil (2010) para corroborarlo. En mi opinión, también las mejores películas no solo de su temática y país, sino del conjunto de sus respectivos años de producción. Pues bien, aunque la fecha de estreno en Corea del Sur fuese en agosto del 2010, en España no tuvo distribución en cines hasta el 14 de Mayo de este 2012. Y eso que tuvimos relativa suerte al conocer estreno en cines de forma tan limitada que parecía un truco de magia. Sea como fuere, El hombre sin pasado, más conocida allende nuestras fronteras con el título en ingles, The Man From Nowhere, es otro de esos bombazos surcoreanos que nos llegan de vez en cuando y construye su particular cumbre del thriller poético-vengativo. En este caso, la cima no es tan alta como la de las citadas Old Boy y I Saw the Devil, pues esas cimas son tan elevadas que da vértigo. Aún así, entendiendo que estamos ante un producto mucho más comercial y abierto a concesiones, se puede decir que, a falta de dos meses para terminar el año, casi seguro ocupará un lugar importante en mi top cinco.

El hombre sin pasado ha batido records de taquilla en su país. Coronada durante cinco semanas como número uno, su estreno llevó a casi ochocientos mil espectadores a las salas, para finalizar su recorrido con más de seis millones de tickets vendidos. Además, ha sido premiada en numerosos festivales asiáticos, incluyendo los Premios del Cine Coreano (los Oscar o los Goya de allí, vaya) en los que se llevó la mayoría de los galardones.

Tae-Sik es un ex agente especial. Su única conexión con el mundo es una niña que vive cerca de su casa. La madre trabaja para una organización mafiosa que se dedica, entre otras cosas, al tráfico de drogas. Un día, confía la mercancía a Chae, quién se verá atrapado en el embrollo cuando los traficantes secuestren a la madre y a la niña y le confundan con un camello. Sin embargo, la organización no sabe con quién está tratando, pues éste utilizará todas sus armas y toda su ira para salvar a la niña y acabar con los secuestradores y todo aquel que se ponga en su camino.

Como veis, leyendo la sinopsis puede parecer que estemos ante otro thriller esquemático de tipo duro-callado contra cientos de malos que huelen a cadáver desde los créditos. Aunque fuese así, no tendría por qué ser algo negativo si está bien llevado y resulta entretenido, pero cuidado, El hombre sin pasado es algo más. Con esa habilidad que parece innata en algunos cineastas surcoreanos, el director Lee Jeong-beom, del que se pueden esperar grandes cosas en el futuro, rellena cada hueco de sencillez con lirismo. Las miradas, en planos largos y detallados, los silencios calculados, la violencia descarnada al ritmo de una suave y sintetizada partitura que pone los pelos como escarpias. Todos estos elementos conviven aquí y allá, haciendo del conjunto algo hipnótico pese a su carácter formulario.

Podemos admitir que su desenlace es sentimentaloide y se alarga en exceso, haciendo alguna concesión de más para contentar a un amplio abanico de público. Puede ser. Aunque, como sucede con propuestas similares e igual de efectivas como la francesa León, el profesional (1994) o la estadounidense El fuego de la venganza (2004), el contraste con el lado oscuro, vengativo e incluso cruel de los protagonistas es lo que resulta interesante y, por qué no, conmovedor. Vamos, que los hombres también lloran.