Sinister

Tenemos la costumbre de pensar que el cine comercial siempre cuenta con presupuestos elevados. Nada más lejos de la realidad. Hay películas, sobre todo dentro del género de terror, que salen adelante con mucho menos dinero del que utiliza gran parte del cine independiente. En estos casos es cierto que, generalmente, se gasta mucho más en publicidad que cualquier serie B de videoclub. Pero a lo que vamos: con poco se puede rentar mucho. Esto lo sabe Oren Peli, el desconocido, luego magnate, detrás de la franquicia Paranormal Activity. Otro que sabe cómo gastar poco y llegar a multitud de cines es James Wan, quién arrasara en su día con una tal Saw (2004). Cosas de la vida, ambos se juntaron para producir (Peli) y dirigir (Wan) el sleeper terrorífico de 2010: Insidious. De nuevo, presupuesto mínimo (2 millones de dólares) y beneficios astronómicos (recaudó 97 millones de dólares alrededor del mundo). Si bien Paranormal Activity y Saw fueron revelaciones en sus respectivos subgéneros y/o estilos, el found footage y el torture porn, Insidious devolvió parte del potencial que tenían las historias clásicas de casas encantadas y posesiones, añadiendo los oportunos golpes de efecto modernos. El alumno más aventajado de aquella acaba de llegar y se titula Sinister.

Pese a que ni Peli ni Wan tienen presencia en los créditos, sí aparecen otros productores de la saga PA e Insidious, como Jason Blum, Jeanette Brill o Gerard DiNardi. La dirección ha pasado a manos de Scott Derrickson, un tipo que no se despeina al pasar de lo interesante, El exorcismo de Emily Rose (2005), a lo frustrante, Ultimátum a la Tierra (2008) y que, según parece, está escribiendo en estos momentos el guión del remake de Poltergeist (1982).

Un periodista viaja con su familia a lo largo y ancho del país para investigar terribles asesinatos que luego convierte en libros. Cuando llega a una casa donde ha tenido lugar el asesinato de una familia, encuentra una cinta que desvela horribles pistas que van más allá del esclarecimiento de la tragedia.

Un escenario, la casa, prácticamente omnipresente. Pocos personajes, pero (casi) todos con importancia y un momento necesario para hacer avanzar la trama. Banda sonora desasosegante a base de sonidos, en gran medida sin necesidad de instrumentos comunes. Iluminación desnuda y factura casi granulosa. Terror minimalista de nuevo cuño que, sin embargo, no deja pasar la oportunidad de fichar a una estrella, Ethan Hawke. Y es el protagonista de Día de entrenamiento (2001) quién aporta las suficientes dosis de realidad a su personaje, el periodista Ellison Oswalt, para que el devenir de los acontecimientos se siga con interés, aunque nunca con entusiasmo.

En realidad, Sinister es un thriller de terror tan funcional y correcto que desestima por sí mismo la mayoría de las críticas negativas; salvo que uno busque algo más que funcionalidad y corrección. En la misma línea que la citada Insidious, el horror se busca en base a la atmosfera. Sin prescindir de un elemento gore dosificado y poco explicito, los videos que analiza Ellison se convierten en lo mejor de la función por su malsana y enrarecida atmosfera, más que por los impactos (y subidas de volumen) más o menos conseguidos. En este aspecto he de avisar que el tráiler juega en contra: el noventa por cien de los golpes de efecto y situaciones más tensas se descubren en él.

Por supuesto, no esperéis nada nuevo: todo en Sinister está más visto que la Teletienda. Aun así, Derrickson se las arregla para mantener el suspense con la mezcla de terror sobrenatural, thriller con asesino en serie e investigación policial, siempre proporcionando el suficiente mal rollo para que no descartemos que la cosa pueda acabar mal.