El alucinante mundo de Norman

La animación infantil de esta temporada parece haber dejado a un lado a princesas, dragones o robots, y enfocar su creatividad en la imaginería y los personajes del cine de terror. Resulta sorprendente ver que, en un periodo de tiempo muy corto, tres grandes propuestas converjan en nuestras pantallas y, más sorprendente aún, ver que las tres han sabido parcelarse el terreno para no hacerse sombra. La producción Frankenweenie propone una mirada amable del cine fantástico de la universal de los 60; por su parte, Hotel Transilvania apunta al terror de la Hammer y al humor de gags en cascada próximo a La familia Adams pero más blanco en su intención. Por último, la que nos ocupa, El alucinante mundo de Norman (“Paranorman” genial título original) que homenajea y se vale del terror más actual, abarcando desde el universo de Carpenter (al que le debe medio metraje) a El sexto sentido o el cine de zombies…

Norman es un joven retraído y marginado, dotado con el don de poder hablar con los espíritus. Su única compañía son su difunta abuela, que reside en el salón viendo la tele, y las ánimas que deambulan por la ciudad. Para el resto, incluida su familia, es un bicho raro. Pero todo puede cambiar en el aniversario de su ciudad, Blithe Hollow, en el que se conmemora la ejecución, por parte de los padres fundadores de la localidad, de una malvada bruja. Esa noche la bruja regresará con todo un ejercito de espectros y sólo Norman, podrá evitar su venganza…

Siguiendo los dictámenes del universo Disney, el mensaje que subyace en la trama es el contado ya mil y una veces, y que viene a decirnos que hay que entender y tratar de comprender al diferente, que la belleza de las personas está en el interior… vamos, un mensaje de aceptación y diálogo que, aunque repetido hasta la saciedad, se olvida con mucha frecuencia en el mundo real. Pero El alucinante mundo de Norman se toma muy en serio su mensaje y las consecuencias de no seguirlo y, acercándose al final, la historia tomará tintes realmente dramáticos y asistiremos a una durísima escena (almibarada y con muñequitos pero durísma) que a poco que sean sensibles los niños se van a quedar helados.

Chris Butler, que firma el guión y que también dirige junto a Sam Fell, ya se había movido con éxito entre el terror y el humor para críos en Coraline o En la novia cadáver y en esta ocasión vuelve a hacerlo. Lo mejor de su cine radica en saber llegar no sólo a su público potencial (los chavales) sino que también ha sabido montar la historia y los gags en distintas capas para disfrute de jóvenes y adultos, más aún si son aficionados género de terror pues la cinta tiene homenajes para dar y tomar: Desde La niebla de Carpenter para el argumento, a La noche de Halloween del mismo director, pasando por “La noche de los muertos vivientes de Romero, Evil dead de Raimi, Viernes 13, o Atrápame esos fantasmas de Peter Jackson.

Técnicamente, el stop motion de la cinta es impecable y el diseño de los personajes, tanto principales como secundarios, es perfecto y brillante, enfatizando lo estereotipado de su personalidad algo que, junto con los diálogos, ayudará a espectador a conectar con ellos desde el primer plano.

Tanto si tienes hijos como si no, El alucinante mundo de Norman es una propuesta muy recomendable, que ha optado por no limar las aristas de su historia y alejarse del adoctrinamiento evidente y dulzón del cine infantil más convencional, paseándose al filo de la clasificación para todos los públicos. Sin dejar de apuntar a su target mayoritario, los niños, tampoco los subestima y se atreve, sin despeinarse, a plantearle cuestiones adultas en un espectáculo visual divertido, colorido y sensible, para público inteligente sin importar la edad que este tenga.