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Filosofía Zombi

Una mirada fresca a la carne pútrida. Hablemos del Zombi

Randolph Carter: Antes que nada, enhorabuena por el libro. Me gustaría comentar un poco antes de hablar del zombi en cuestión, lo que es la forma en sí del ensayo, que me ha fascinado, pero, ¿cómo surge el trabajo y cómo surge la idea de componer el concepto del zombi desde el punto de vista académico?

Jorge Fernández Gonzalo (Madrid, 1982), doctor en filología, poeta, ensayista y crítico, es el autor del magnífico libro que paladeo ahora mientras escribo esto, Filosofía Zombi, finalista del Premio de Ensayo de Anagrama 2011. Gran poeta de nuestro tiempo, cuenta con múltiples premios que lo consagran, entre ellos el solemne Premio Hiperión 2004 por su poemario Una hoja de almendro. Este polifacético pensador ha decidido transportar el mito del zombi a un ámbito más académico, estudiándolo como concepto más allá del simple deleite que nos da a los aficionados del género el verlo maltrecho por las pantallas. Un recorrido por las diferentes visiones del zombi — y lo que dan para hablar de él — en un original ensayo que puede ser la mejor opción en estas navidades para todo aquel acérrimo de los muertos vivientes. Jorge, encantador y cercano, me dio la oportunidad de charlar con él sobre su libro, sobre los zombis y sobre todo un abanico de reflexiones en torno a tan adorable cadáver. Gracias Jorge.

Jorge Fernández Gonzalo: Bueno, venía de realizar mi tesis doctoral, sobre el lenguaje poético y la filosofía aplicada a los estudios literarios, que acabé unos meses antes de ponerme con el libro. Desde ahí se me ocurrió dar el salto a los estudios culturales y utilizar el zombi como una metáfora total. Siempre me había fascinado el mito del zombi, quizás sobre todo a través de los videojuegos y el cine moderno más que a través del cine clásico de terror. Tuve que empollar todas las películas de George Romero, que algunas las tenía olvidadas y otras no las había llegado a ver. A partir de ahí empecé a elaborar un refrito entre mi preparación académica por un lado y mi afición por los zombis.

R. C.: Y, ¿cómo surge la estructura cinematográfica que le has dado al ensayo, la denominación de cada capítulo (o pista) con una película, el prólogo como tráiler, el epílogo como Material adicional…?

J. F. G.: Pues surgió a mitad del proceso de elaboración; se me ocurrió en algún momento y me obligó a reestructurar todas las ideas que estaban en ese momento diseminadas, que estaban un poco como nadando como islas en el papel. A mi modo de ver, como creador, fue un acierto total, ya que me permitió enfocar muy bien cada tema, ligarlo a un episodio muy concreto, y a partir de ahí deshilar la madeja del concepto zombi.

R. C.: ¿Se puede considerar el ensayo como un homenaje a Romero? Porque sobre todo utilizas casi toda su filmografía como base, ¿no?

J. F. G.: No era mi intención rendir pleitesía a Romero: es un cineasta interesante pero no es tampoco mi autor preferido. Tampoco soy especialmente cinéfilo, tengo que decirlo; pero sí es verdad que su obra me pareció una manera de delimitar y encauzar todas las ideas que estaban en proceso de preparación y a través de él como icono mítico, construir todas articulaciones del texto.

R. C.: Entrando ya en materia del zombi, si el zombi en sí es negación de lo humano, es una humanidad deshumanizada como bien dices, ¿podrías explicarme mejor tu visión del zombi como instinto + pulsión representada en la sociedad actual? Aquello que hablas de que el zombi capitalista somos nosotros.

J. F. G.: El zombi da paso a muchas metáforas, creo que esa es su principal virtud frente a otras figuras del imaginario moderno. Lo que nos viene a decir es que lo humano es algo construido, algo incluso accesorio, como una prótesis. Por eso no tiene sentido hoy en día asustarse por esa relación entre el hombre y la máquina: el ser humano ya era algo incompleto que necesitaba de la cultura, de sus mitos, incluso del lenguaje para construirse, y hoy está encontrando esa construcción en la máquina. Lo que me comentas sobre el zombi capitalista, ese modelo de ser humano alienado por la sociedad, sí que me interesaba hacer las dos lecturas posibles del concepto del zombi, tanto positiva como negativa. La negativa es la de esa alienación, ese hombre deshumanizado que acude a comprar compulsivamente, que es un pelele para la publicidad, para los medios de comunicación; y también me interesaba esa toma de conciencia moderna que hace del zombi un punto de resistencia: ya sabemos que somos zombis, ya sabemos que estamos alienados, pues vamos a construirnos en esa alienación, como sujetos en esta sociedad de los mass media, de internet, de Facebook, vamos a crear una sociedad donde los afectos estén elaborados a través de las máquinas, pero que sean útiles, que nos permitan formas de solidaridad — como ocurre en las redes sociales —, ese sería el nuevo concepto de zombi que propongo.

R. C.: Recuerdo además que introduces una cita de El amanecer de los muertos haciendo referencia a eso, a cómo acuden los zombis al centro comercial como por una especie de recuerdo.

J. F. G.: Sí, esa es la idea. El zombi como un ser comunitario que puede, por un lado, perderse en la masa y formar parte de ese grupo sin iniciativas y sin un control verdadero de lo que ocurre, o crear formas más complejas, colaborativas, que puedan desembocar en objetivos comunes. Yo pongo siempre el ejemplo de Anonymus que es una horda zombi cuya finalidad es destronar el poder, subvertirlo u ofrecer un punto de resistencia contra un modelo capitalista que muchas veces consiste en arruinar las expectativas del individuo.

R. C.: Me encanta la oposición que haces de zombi vs vampiro. El zombi es necesidad (de alimentarse), mientras que el vampiro es deseo (carnal). Igual que el zombi se puede extrapolar a nuestra sociedad, ¿el vampiro tendría alguna correspondencia?

J. F. G.: Una de las razones por las que no he cogido al vampiro era por no hablar de Crepúsculo (risas), tengo que reafirmarme. El vampiro me parece una figura muy interesante que, en principio representaba los excesos de la sociedad cristiana puritana, de esos deseos reprimidos que el vampiro hace aflorar, y ahora simplemente representa nuestro modelo de vida desenfrenada, de goce perpetuo. En cierto modo se contrapone al zombi porque éste da la impresión de estar reprimido por la sociedad mientras que el vampiro se aprovecha de él.

R. C.: En este punto entra lo que has denominado Edipo zombi, llevando el concepto freudiano al muerto viviente (que sí te pido que expliques mejor), la necesidad del zombi de alimentarse comparada muy acertadamente con la necesidad del niño de la madre.

J. F. G.: La idea proviene de Freud cuando hablaba del niño como el perverso polimorfo. Es decir, ese individuo que tiene todas las perversiones, todos los deseos, todos los flujos libidinales a flor de piel, y que en todo momento quiere poseer todo lo que le rodea porque él se siente parte de lo que le rodea. Se siente la madre, por eso es Edipo, porque él ama a la madre como si fuera una parte integrada en él mismo; no es un amor sexual, sino un amor casi místico en el sentido de integración del otro en el yo. Cuando llega Edipo — cuando llega el lenguaje, cuando llega la cultura —, esa unión se rompe y el niño se separa de la madre de forma traumática. El zombi, aplicado a esta teoría, representa también ese perverso polimorfo que no ha pasado por la cultura, que no ha pasado por el poder y que de algún modo se resiste a ser dominado o a ser controlado por la cultura, y que se resiste a esa gestión de los deseos que hace la máquina capitalista. Ese sería en líneas generales el mensaje de un Edipo zombi que es una figura rebelde al modo que lo concibieron Deleuze y Guattari.

R. C.: Me ha gustado mucho tu concepto del zombi como el miedo a la plaga, el miedo a la disgregación, a la pérdida de los vínculos sociales. En la época actual que vivimos de manifestaciones y protestas, ¿somos una horda zombi que intenta desvincularse de su líder pero sin un rumbo de grupo?

J. F. G.: Es curioso cómo los movimientos del 15M, que son posteriores a mi libro, aunque no tienen relación, plantean algunas líneas generales que estaban anteriormente en otros autores y que yo plasmo en mi libro, y es la posibilidad de crear hordas no jerárquicas, de crear grupos solidarios. El miedo del ser humano a la globalización, a esa identificación total en donde el ser humano se hace uno, se representa a través del mito con la recuperación de lo extranjero. Estamos perdiendo, en parte por políticas proglobalización, la figura del extranjero como figura a la que nos resistimos, de eso teoriza muy bien Žižek, que habla de cómo lo multicultural es un programa que intenta unir naciones dispersas de forma forzadas y eso crea todavía más tensiones que cuando tú aceptas la otredad del otro como otra, no como una proximidad sino como algo totalmente ajeno. El programa posmoderno multicultural que critica Slavoj Žižek, también tiene relación con ese zombi que recuperamos a través del cine para mantener de algún modo esa distancia con el otro que también es necesaria aunque nuestra cultura proglobalización se resiente al aceptar esa disgregación y pretende unificar todo y perder de algún modo identidades, lo cual no es tampoco positivo llevado al extremo.

R. C.: Siguiendo con la horda zombi. Dices que en ella no se establecen jerarquías, ¿es una de las razones por las que no podemos considerar zombis a los entes — híbridos de algún modo entre zombis y vampiros — de Soy leyenda, por ejemplo?

J. F. G.: El proyecto original de la novela Soy leyenda de Richard Matheson, era crear una especie de vampiro degradado que simbolizaba esa degradación máxima del ser humano tanto por dentro como por fuera. Justamente Romero se basó en esa figura para crear su zombi — que en principio no se llamaba zombi, simplemente muerto revivido —, y que recupera ese aspecto horrendo, putrefacto, pero que no tiene las facultades necesarias para convertirse en una jerarquía, en una pirámide de poder. Lo interesante de las jerarquías — y de esas redes solidarias —, que a mí me interesa resaltar en el ensayo, es ver la pérdida de subjetividad. Nosotros nos construimos como sujetos, y eso le beneficia más que nada a la publicidad, a las marcas, que están creando subjetividades constantemente, es el poder y la cultura quien nos hace sujetos; en cambio el zombi no es un sujeto sometido a una red de poder, sino que es una masa solidaria: actúa como las manadas de lobos, en las que no siempre hay jerarquías porque todos ellos actúan como un solo sujeto, las bandadas de pájaros igual, muchas formas de colaboración de la naturaleza no tienen esa identificación de individuo, sino que crean otras formas de asociación y relación.

R. C.: ¿Tampoco se puede hablar de jerarquía en los zombis originales, cuando era un bokor el que controlaba al no muerto?

J. F. G.: Sí, en los orígenes sí. El chamán representa una figura jerárquica que se ha perdido. Quizá por eso decido pasar del zombi haitiano y de la figura del chamanismo porque me abocaba a plantear jerarquías, a volver a un diseño estructural vertical en vez de horizontal, y por eso creo que el zombi se ha renovado en una dirección bastante más interesante de la que planteaba ese primer alienado haitiano que sólo representa sin más la estructura de la empresa, el jefe y los trabajadores alienados.

R. C.: Una cita que me fascina de tu libro, de la parte de Material adicional, es: «El zombi, como metáfora, nos permite acceder al mundo que nos rodea desde una visión compleja de la propia cultura». Si puedes, desarróllala más.

J. F. G.: Eso es todo el libro en una sola frase. La idea es esa, utilizar el zombi como una metáfora, como un concepto de arrastre para otros conceptos, y que nos permita elaborar nuevos mapas conceptuales a partir de ese pequeño punto de deflagración.

R. C.: Hablemos de gore. El gore, que no es otra cosa que la exageración brutal de lo visceral unido a litros y litros de sangre, juega un papel importante en el cine zombi. ¿por qué? ¿No sería lo mismo el zombi sin el gore? ¿Por qué mueve masas lo gore si realmente nos repulsa?

J. F. G.: Es curioso porque no es tanta la repulsión como debería. Creo que lo que hacemos es romper con esa sacralidad del cuerpo; el cuerpo era el límite último, en otras sociedades el cuerpo no se puede abrir ni dañar, en nuestra sociedad hemos roto con esa premisa, habilitando una visión del cuerpo que ya no se queda en la superficie sino que va más allá. Lo tenemos en la ciencia médica, en la cultura pornográfica también — el denominado gorno, por ejemplo —: el cuerpo ya no es el límite. Hemos cambiado por completo nuestra visión, haciendo de ella nuestro eje central del conocimiento; el zombi y el gore sería una especie de pornografía vuelta al revés o pornografía al límite, nos indica cómo la visión se ha convertido en el paradigma de nuestros modelos de saber y de nuestras relaciones sociales y culturales. En cierto modo lo critica exagerándolo.
» En cuanto a si sería lo mismo el zombi sin el gore, bueno, hay películas exquisitas donde el zombi no rompe con el cuerpo, recuerdo una película canadiense, Pontypool, donde la zombificación se produce más bien a través de ondas de radio. El zombi lo que representa es una colonización cultural, social, de ideas, de modas… y de algún modo el gore representa esa explosión del ser humano que aparece en el zombi y que sin él, el zombi se convertiría en algo demasiado académico, demasiado elitista. Por eso también esa desacralización carnavalesca, como lo que nos enseña Bajtín es un modo para hacer que la metáfora llegue al tejido popular, es un signo de identidad para que sus propias ideas se puedan identificar con un registro de población mucho más amplio.

R. C.: El tipo del mad doctor, el científico loco, que nació antes que el mito del zombi, encuentra en el zombi un filón desde el Herbert West de Lovecraft hasta el dr. Logan de El día de los muertos (1985); el concepto en sí, ¿se puede entender como un tipo de crítica a la ciencia y a la experimentación o simplemente es la evolución de un motivo literario y cinematográfico?

J. F. G.: Yo creo que es una crítica a la ciencia, pero sobre todo a una forma de poder impuesto desde nuestra sociedad. El doctor no es sólo el que nos cura, es la industria farmacéutica que administra las hormonas de nuestra corporalidad, que habilitan determinados modelos estéticos, también es el poder que define a la ciencia con lo que debe ser verdad o no… La figura del científico loco acumula prácticamente todos los miedos de nuestro tiempo, miedos al cambio, miedos al apocalipsis, porque son las figuras de avanzada — las figuras que producen el cambio —, y el zombi a veces puede ser ese temor al cambio o a que ese cambio salga mal.

R. C.: Pregunta obligada, ¿cuál es tu película de zombis favorita? ¿y la escena de cine zombi favorita?

J. F. G.: La película que a mí más me ha gustado, aunque a veces recibe bastantes críticas, es el remake El amanecer de los muertos (2004), de Zack Snyder. A mí me parece que tenía todos los rasgos para actualizar a Romero. Romero no se actualizó en las películas que hizo en la época dorada del zombi y tampoco se actualizó después, siguió con su crítica; el remake actualizaba a nuestros códigos visuales el impacto de lo que había sido La noche de los muertos vivientes en los años 60. Es un impacto distinto, porque nuestra memoria visual está más completa, era difícil penetrar por ahí, pero yo creo que es la película que depara más sorpresas y con más encanto para el aficionado al cine zombi.
» Como escena cogería su versión paródica, Shaun of the dead o Zombies Party como lo tradujeron aquí por no sé qué lumbreras (risas)… Hay una escena en la que Shaun les dice al resto de personajes que para pasar entre las hordas de muertos vivientes tienen que convertirse en muertos vivientes, eso es la parodia de la parodia de la parodia: si el zombi es una parodia del ser humano, si la película es una parodia del film de Snyder, él va a parodiar aún más y va a hacer que el ser humano se convierta en su propio simulacro, esa idea es genial, ese momento cómico produce además cierto regocijo intelectual, por decirlo de alguna manera. También estaba pensando en la misma película, la escena en la que se va levantando la cámara, cuando Shaun despierta una mañana y se le ve como un zombi mañanero…

R. C.: Leyendo todo el libro se puede suponer, pero ¿qué tipo de zombi te gusta más y porqué, el zombi lento de Romero o el zombi espídico posromeriano?

J. F. G.: No tengo una preferencia, cada película crea sus propias necesidades. En la película de Snyder, un zombi rápido viene genial para crear otro tipo de amenaza, además se produce después del 11S, cuando la velocidad se ha convertido en algo peligroso, algo dañino — la velocidad de los aviones; la velocidad de las ondas de los móviles en el caso del 11M en Madrid —: la velocidad se ha convertido en el peligro actual. Pero también esa lentitud de los zombis de George Romero o los de Resident Evil también me parece interesante porque crea sus propios códigos y crea sus propias metáforas del miedo. No descarto ninguna realización del zombi a priori siempre y cuando se inserte dentro de una lógica del relato. Yo diría que son dos tensiones distintas, la tensión de la lenta amenaza, que era la lenta amenaza del comunismo para la época de los años 50 y 60, cuando empieza a germinar el zombi de Romero, distinta de nuestra amenaza de la velocidad que tenemos ahora mismo.

R. C.: No sé si estás al tanto de las últimas manifestaciones de cine zombi, pero están al caer algunas pelis esperadas como Warm bodies, en la que un zombi se “cura” mediante el amor, o la ya mítica antes de tiempo Guerra Mundial Z, ¿qué opinas? ¿pueden prometer o serán un fiasco repetitivo dentro del género?

J. F. G.: ¡El “Crepúsculo” zombi! (risas) El zombi ya se está repitiendo, hay que decirlo claro… También nos quejamos porque se repite pero crea nuevas fórmulas, no estamos contentos con ninguna de las dos opciones. Yo creo que cada película tiene que ser respetuosa con su propia fórmula narrativa, y si hay una película que no gusta, tampoco pasa nada, esa película, la del “Crepúsculo” zombi, a lo mejor tiene algún acierto, o a lo mejor no. Ya se verá a ver cómo se resuelve; lo que yo defiendo es la versatilidad del zombi, habrá que ver que opciones maneja y qué propuestas conceptuales y visuales pone en escena… yo estaría alerta para detectar los cambios más que para juzgarlos previamente.

R. C.: Para terminar, en un breve artículo sobre el mito del zombi yo defendía que el futuro del monstruo estaba ligado a la hibridación con otros géneros, ¿qué opinas? ¿hacia dónde se dirige el zombi y cuál es su futuro?

J. F. G.: Me han hecho más veces esa pregunta y me suelo quedar en blanco (risas)… No tengo una visión clara y tampoco me interesa el arte predictivo que no tiene mucho sentido en cine o en literatura (risas)… Cada dos años se puede renovar las modas con un best seller o con una pieza que altera todo y lo pone patas arriba. Yo creo que al zombi le quedan todavía unos pocos años de expansión y las sorpresas van a ser más comedidas, creo que hemos llegado a casi todos los puntos útiles a los que podía llegar el zombi, faltan algunos, a medida que la sociedad avance se irán creando las nuevas ideas, porque si el zombi es un género que se hibrida con la cultura, los mismos cambios culturales pueden facilitar nuevas propuestas en el repertorio zombi. Se puede renovar perfectamente al ritmo de las cosas.

R. C.: Añade algo que no hayamos tocado.

J. F. G.: Me estaba acordando cuando me has preguntado por los zombis rápidos o lentos, también hay otra dicotomía importante: los zombis muertos o los zombis infectados. Ese cambio es curioso detectarlo, aunque había zombis infectados en alguna película clásica, en el Regreso de los muertos vivientes creo que se infectan por un barril de toxinas, es a partir del videojuego de Residente vil cuando ese zombi farmacológico ligado a la experimentación científica, farmacéutica y demás, pasa a representar nuestra nueva modalidad de ver el mundo y entender el espacio del conflicto social en el que un pequeño cambio puede alterar a escala global la fisonomía de nuestro planeta: un pollo infectado o una vaca loca revoluciona completamente todo el panorama social. Ese zombi infectado que tantos reparos causa a muchos aficionados al género lo que muestra es la adaptabilidad del zombi y la necesidad de actualizarlo a nuestros propios miedos, no a los miedos de hace cuarenta años, hay que dar esa carta de legitimidad a este tipo de zombi porque son operativos hoy en nuestra cultura, mañana no lo serán y vendrá otro distinto, pero también hay que darle permiso para entrar.


Vuestros comentarios

1. 18 div 2012, 17:52 | MASP

Bueno! En primer lugar muchísimas gracias por la dedicatoria! Es todo un honor. Me ha hecho verdadera ilusión.

Respecto a la entrevista, es sencillamente fascinante!

Ya veis que el contenido del libro merece muchísimo la pena y el amigo Randolph Carter se ha preparado unas preguntas tan interesantes como las respuestas.

Es una pena que este tipo de libros pasen algo desapercibidos. Mucha gente cree que leer un libro de “ensayo” sobre un tema es sinónimo de una lectura pesada y plomiza, pero ni mucho menos. Algunos, como este que nos sirve de ejemplo son una fabulosa lección didáctica no sólo para entender mejor el género sino la deshumanizada sociedad de la que formamos parte.

Os aseguro que después de leer este gran libro, no volveréis a ver las películas del género con los mismos ojos sino con otros mucho más maduros, capaces de extraer el simbolismo oculto tras cada escena, lo que os hará disfrutar el doble de vuestras sesiones cinéfagas.

Enhorabuena Randolph Carter, tío, un artículo formidable.
Un abrazo!

2. 18 div 2012, 21:18 | V

Gracias por la entrevista. Pese a los prejuicios que algunos podrían tener, el autor de este libro desarrolla una tesis sumamente interesante, tanto para la filosofía como para los estudios culturales.
Sigan por la buena senda amigos de almas oscuras.

3. 19 div 2012, 18:31 | Lady Necrophage

Soy bastante más fan de la narrativa que del ensayo en sí, pero la propuesta me ha parecido verdaderamente curiosa y diferente. De modo que añado un título más a mi lista de lecturas pendientes (que se va incrementado, poco a poco, gracias a almas oscuras..jeje)
Muy interesante el aporte del señor Randolph Carter, espero que podamos disfrutar de más novedades literarias en un futuro.
Salu2.

4. 25 div 2017, 01:12 | david salinas flores

Lima, 24 de diciembre de 2017

Filosofía zombi, es otro libro mas de la estafa intelectual que la oligarquía viene implementando para buscar manufacturar el consentimiento hacia el uso de prótesis cerebrales, y así lograr el control mental de la sociedad mundial
La frases del autor lo simboliza:
“Lo que nos viene a decir es que lo humano es algo construido, algo incluso accesorio, como una prótesis”
“El cuerpo ya no es el límite”

Filosofia zombi busca junto con la campaña mediática de Hollywood promocionar una epidemia zombi que recientes investigaciones revelan que es de control mental con nanobots cerebrales.

5. 25 div 2017, 01:14 | david salinas flores

Lima, 24 de diciembre de 2017

Filosofía zombi, es otro libro mas de la estafa intelectual que la oligarquía viene implementando para buscar manufacturar el consentimiento hacia el uso de prótesis cerebrales, y así lograr el control mental de la sociedad mundial
La frases del autor lo simboliza:
“Lo que nos viene a decir es que lo humano es algo construido, algo incluso accesorio, como una prótesis”
“El cuerpo ya no es el límite”

Filosofia zombi busca junto con la campaña mediática de Hollywood promocionar una epidemia zombi que recientes investigaciones revelan que es de control mental con nanobots cerebrales.

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Salinas D El secreto de Hollywood: Zombis por nanobots cerebrales Revista Medicina y Cine

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