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El Sendero

Por Davo Valdés de la Campa

“Where the sun don't ever shine
I would shiver the whole night through”

Kurt Cobain ex-vocalista de Nirvana

Depende de dónde vengas para poder encontrar El Sendero. Pero si tengo que mencionar un lugar, sería al final de la avenida. Ahí entre los nobles abedules y los odiosos ficus. Escondido entre la inmensa calle, hirviendo entre el pavimento destruido y las casas olvidadas.

Ahí se encontraba el sendero. Su suelo se encontraba tapizado de hojas en todo momento, como si el otoño viviera eternamente entre su atmósfera. La espesa vegetación invadía las paredes y los techos. Espesura seca, ramas, flores marchitas y un camino estrecho y angosto, difícil de transitar. Senda oculta de los recuerdos. Un lugar donde los niños evitaban jugar y donde las leyendas crecían como hierbamala. Donde las noches contenían más sombras de lo habitual y sus sonidos alejaban a toda alma de su vastedad.

El sendero vivía olvidado por todos, hastiado de rocas arrugadas por el tiempo y la erosión del aire. Repleto de moscas caídas y marcas de fuego. El sendero era un lugar peligroso y las cosas que ahí sucedían sólo vivían en los muros que crecían a su alrededor. Las paredes pertenecían a dos casas abandonadas, una de ellas correspondía a una formidable barda de tabique rojizo, alta, aproximadamente de unos cinco metros de altura, con algunas marcas de ceniza a lo alto de la pared y espinas a sus pies, evidencia de la maldad que residía en aquel infame lugar.

Del lado opuesto una reja llena de bugambilias que ofrecían poca sombra en el día y mucho refugio de la oscuridad en la noche. Atrás de la reja sólo se podían vislumbrar un columpio viejo y una alberca cubierta de agua y pétalos cafés nadando en ella.

El sendero con el paso tiempo se extravió de la memoria colectiva, como un pueblo fantasma; Tal parecía que los únicos habitantes de él, eran criaturas nocturnas y entes del mal.

Cuentan que a través del sendero transitaba en las mañanas, muy temprano un joven. Cuando el sol apenas tocaba los techos de la calle y las hojas despertaban de su eterna muerte. En el momento que los insectos huían del calor infernal y las luces comenzaban a marchitarse. Caminaba despreocupado mientras la gente aún dormía.

Romeo, era como se llamaba el misterioso joven. Alto y delgado, bastante delgado diría la gente. Sus cabellos negros, revueltos no muy largos, pero que cubrían su frente. Ojeras aparentando semanas de un insomnio terrible. Sus manos y brazos sufrían de mala circulación, o eso pensaba él ya que siempre se sentía cansado.

Cuentan que un día, al pasar por el sendero tuvo una extraña sensación, la tuvo incluso al despertar pero dicho presentimiento fue ignorado. Fue como cuando se despierta de una terrible pesadilla y lo único que se desea es olvidar. Mentir al subconsciente que se logró dormir bien y que las energías que se necesitan se han conseguido reponer. Tu pecho aún siente la presión y la ansiedad de tu alucinación. Tan sólo angustia y desasosiego.

Romeo se sentía diferente. Peor que otros días, más pesado en el alma, pero ligero de cuerpo. Realizó todo sin mayor extrañeza y pronto se sorprendió de la percepción que comenzaba a sentir. Notó que el matiz de los colores era distinto. Aquel día todo se avistaba con un tono diferente, un color muy tenue, como si las hojas de otoño hubieran teñido todo el panorama y como si éstas cayeran en forma de lluvia o nieve. Al caminar por la avenida la gente parecía ignorarlo, más que otras ocasiones y él harto de lo patético que se sentía al tratar de llamar la atención, decidió ignorar a las demás personas de igual manera.

Romeo, al caminar por la calle, notaba que el asfalto parecía derretirse en chapopote, parecía que el suelo quería devorarlo, ¿Qué había pasado en el mundo que parecía de pronto algo insólito e irreal? Los pasos que daba eran un martirio. Sentía que su cuerpo pretendía desplomarse, dejarse fundir con la tierra y sin embargo siguió caminando como atraído por un imán.

Todo cambió cuando Romeo llegó al sendero, ese día parecía más largo y angosto que otros. Los colores eran vividos, el sonido era tan poderoso y real que podía percibir todo lo que pasaba ahí. Escuchaba los pájaros decadentes cantando al unísono en lo alto de la pared. Podía percibir las cochinillas huyendo del calor, refugiándose en las grietas de los ladrillos. Podía incluso oír el pasto crujir, oía el fuego interno que lo motivaba a llamear en cualquier momento. Caminó por el sendero, lo observó como nunca lo había hecho antes y sintió algo en el pecho, sintió algo en sus extremidades y en su corazón, pero transitó cual autómata y finalmente se marchó.

Nadie sabe qué paso después, a dónde fue o qué hizo. Cuentan que al día siguiente despertó en su casa. Parecía que todos lo habían abandonado. No recordaba bien a su familia ni su pasado, se sentía que vivir dentro de en un sueño casi idéntico al día anterior. Ignorado incluso más, olvidado quizás.

Despertó con mucha dificultad, incluso más de la que le costó la mañana pasada. Ese mismo día también deambuló por la calle, ahora sentía que sus pies flotaban en el concreto. Se advertía odiar más al ficus que anunciaba la llegada del sendero y después de caminar como un zombie. Llegó con un sentimiento interno muy extraño. Había esperado todo el día para poder caminar por el sendero. Respiró hondamente y se adentró en él. Rozaba con sus dedos las paredes, y al llegar al otro extremo del camino, volteó la mirada y fue entonces que sucedió. Romeo cayó en una profunda depresión. Abatimiento del cual siempre huyó a pesar de todo lo que había vivido, de su miseria existencial. Aquel día el sendero mostró una parte de la vida de Romeo. Como un espejo la senda mostró piezas de su cotidiano vivir. El abandono, los abusos, las rupturas, el fracaso. Piezas de cristal cayendo, jeringas y pupilas dilatadas. Su vida ahora casi olvidada se desmoronaba en recuerdos perpetuos entre las ramas raquíticas del árbol muerto y la salida del sendero.

El sendero y él parecían tener un alma idéntica, que poseían un lazo, algo que los unía y los hacía diferentes de todo el universo. Otoño eterno y lluvia siguieron a los días enfermizos. Locura y desolación. El sendero, eterno, yacía muerto en la calle infinita, monótona, triste y deshabitada.

Los días para Romeo empezaron a cambiar, la soledad empezó a consumir su mente, el equinoccio llenó cada habitación con sus colores. Todo parecía fantasmal, se veía tenue y transparente. Su casa, deshabitada sólo alimentaba su locura.

Romeo mataba el tiempo sentando en una mesa. Veía las horas pasar. El tiempo parecía transcurrir tan lento que no podía distinguir día y noche, pues el sol parecía haber muerto, llovía en todo momento y la espera parecía eterna para que Romeo pudiera caminar de nuevo por el sendero. El caminar anhelado. Al caer la noche, cuando las ánimas despegan su vuelo hacia el purgatorio, el joven maldito emprendía su camino hacia el lugar donde podía sentir una paz momentánea.

Las calles parecían hundirse a su paso, nada existía y nada era real, todo giraba y giraba. La locura carcomía lo más profundo de su ser, los nervios lo consumían, y al llegar ahí, al sendero, sucedía de nuevo, algo lo unía con ese lugar. La tranquilidad inundaba su cuerpo, sentía paz y una serenidad se apoderaba de sus brazos ¿Qué había ahí que lo hacía regresar todos los días? Aunque no encontraba razones para seguir viviendo, se encontraba de nuevo ahí, caminando con la tranquilidad de transitar por el sendero todas las edades de la historia, de andar por el único lugar en el mundo donde no estaba solo a pesar de que nadie lo visitaba, caminar por el sendero alimentaba su locura. Al partir la duda y la exasperación lo consumían. Regresar a casa era un tormento, lo mantenía enfermo, ¿Qué había en el sendero? ¿Qué lo hacia sentirse bien? Acaso ¿era la presencia de Dios? Ya la noción del tiempo se había perdido. La demencia de Romeo llegó al grado de pensar que el mundo había terminado y que él era el único sobreviviente, su estilo de vida se componía en pasar horas enteras durmiendo y sólo despertar en las noches para visitar el sendero.

Tal vez pasó un siglo, tal vez un año, nadie lo sabe, pero cuentan que una noche. Tal vez a las 2:15, Romeo despertó empapado en sudor, soñó una y otra vez con el sendero, su sueño lo aterró. Las imágenes que recordaba sólo podían mostrar una horrible realidad, peor que la soledad que había sentido. Tomó una pala, corrió, como si la vida se terminara y llegó en menos de quince minutos al sendero. Estaba más oscuro que nunca. Empezó a caminar, y la ansiedad se apoderó de él, parecía que iba a explotar su pecho de tanta emoción. Llegó casi al final del sendero, en una esquina había un montículo de flores blancas, pequeñas, casi diminutas, pero brillaban como si la misma luna las iluminara. Romeo empezó a cavar, la tierra iba despertando recuerdos. Su mente cayó en un trance.

Cada palazo, era un recuerdo. Era Romeo caminando por el sendero de noche. La tierra seguía saliendo, las lágrimas de Romeo empezaron a correr por su rostro, alguien estaba detrás de él, era un demonio, era un hombre, era alguien que simplemente le arrebató la vida en un instante. La tierra brotaba del suelo y los recuerdos centellantes fulminaban a Romeo. Asesinado, la muerte. Eso era lo que había experimentado todo ese tiempo. Era un fantasma. Romeo terminó de cavar y la imagen que vio lo hizo caer de bruces. Un cadáver tendido en la hierba, su propio cuerpo putrefacto descansando en aquel montículo de arcilla ¿Cómo pudo pasar por alto algo como la muerte? ¿Cómo era posible que lo hubieran olvidado ahí?

Triste final. Romeo encontraba sólo paz en el lecho de su muerte. El sentimiento de unión, era el grito de su alma por liberarse de este mundo que lo había olvidado y de tanto olvido, deambuló como un fantasma en vida, no supo reconocer la muerte, no supo como huir de su tormento más allá de su defunción.

Davo Valdés de la Campa


Vuestros comentarios

1. 17 abr 2009, 06:13 | Christian

Me parece Joan que tu credibilidad queda muy en entredicho al recomendar este aburrido y predecible cuento.

2. 17 abr 2009, 08:39 | Almas Oscuras

Christian – bienvenido Christian. Sinceramente no creo que se trate de un asunto de credibilidad. A mí el relato me encanta. Si crees que el hecho de disfrutar de su lectura me resta credibilidad… pues vale. No acabo de entenderlo. En mi opinión es más bien una cuestión de gustos.
Es lo mismo que si un día te recomiendo una determinada película y tu opinas que esa misma película es pura basura… ¿va eso en contra de mi credibilidad?
Este es un blog en el que cada uno es libre de dar su opinión. Y desde luego le doy toda la credibilidad del mundo a cualquier opinión que sea contraria a la mia.

saludos y hasta pronto

3. 20 abr 2009, 13:24 | ED

Muy buen relato, buena descriptiva y fantástica trama. Un placer leerlo, enhorabuena a su autor.

Christian- Creo que esta forma de “calificar” una lectura fluida y muy bien “detallada” es un falta de cultura por tu parte. Cada persona tiene sus gustos y pueden gustarle o no ciertos relatos..etc, pero eso no te da derecho para “despotricar”…

Por cierto he leído algún cuento tuyo…..así pues hazme caso.

Un saludo.

4. 25 abr 2009, 21:05 | Davo Valdés

Gracias a todos por sus comentarios. Tanto las criticas, aunque nada constructivas y como lo bueno. Aun me falta mucho como escritor, pero la desición que tengo es lo que me mantiene vivo para seguir escribiendo que es lo que más disfruto. De nuevo Joan muchas gracias por el apoyo.

5. 24 ago 2009, 07:35 | Fucktricio

Saludos, es la primera vez que entro a este blog y llevo horas revisandolo. Dí con él buscando películas clásicas de horror y nuevas del género. No soy un intelectual o psuedointelectual como muchos que conozco que de vez en cuando leen un libro y creen que eso les da “cierto nivel” para entender mejor las cosas o los hace más inteligentes por poder articular una que otra palabra “inteligente” pero bueno…

Lo que quiero decir es que el relato me gusto, no fue muy largo, ciertamente no es que te atrape de inmediato pero no desagrada y como fan de algunos cuentos de Lovecraft, Poe y Stephen King debo decirle al autor que su estilo me ha gustado y pues que si no hay ningún problema más adelante espero poder ponerlo en mi blog o tal vez enlazarlo a este sitio.

Suerte y estare pendiente a nuevos relatos. Saludos desde Tabasco, México.

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