Hidden in the Woods

Es posible – y probable – que acabéis odiando En las afueras de la ciudad (Hidden in the Woods). Es posible que acabéis odiando a todo aquel al que se le ocurra recomendárosla. Incluso es posible que acabéis odiando un poquito más el mundo tras “degustar” el que sin duda alguna está llamado a ser el exploit más desaforado, atroz y desmedido de los últimos años.

Tras ser encarcelado el padre que abusó de ellas desde que eran unas crías, dos hermanas deberán huir de un narcotraficante psicópata y sus secuaces, quiénes andan tras un importante alijo de drogas que el mencionado padre de las chicas ha escondido en algún lugar del bosque.

El realizador chileno Patricio Valladares, autor de Dirty Love (2009) y Toro Loco (2010), construye un universo grotesco alrededor de dos caperucitas rojas rodeadas por un sinfín de lobos feroces. Un universo en el que todo, absolutamente todo, tiende a la exageración, la gratuidad y a la misoginia más exacerbada. Un exploit en toda regla.

Siempre resulta complicado apuntarse a una propuesta de la naturaleza de En las afueras de la ciudad. No hay una sola tabla de salvación a la que aferrarse. ¿Buscas algún personaje en el que apoyarte? ¿Un personaje por el que sentir un mínimo de empatía? No lo hay. Todos los personajes masculinos, del primero al último, que aparecen en la película – y son unos cuantos – son unos auténticos hijos de puta movidos únicamente por un irrefrenable pulso sexual y violento. No se trata de violadores en potencia… sino que todos ellos son violadores de facto.

Nos queda la opción de las chicas, dos hermanas que han crecido sufriendo los abusos y violaciones constantes de su padre. La lógica se impone: pongámonos de parte de las chicas. Hagamos nuestro su sufrimiento y recemos para que acaben dándole su merecido (castración… es lo mínimo) a la caterva de sádicos, asesinos y violadores que encontrarán a su paso.

Pero Hidden in the Woods no nos lo iba a poner tan fácil. Su director, Patricio Valladares, caba un profundo pozo, lo llena de mierda hasta arriba, y sumerge en él a todos y cada uno de los personajes de su película. De manera que ni siquiera es posible empatizar con las chicas, presuntas caperucitas que acaban convertidas en lobos feroces por obra y gracia de un guión que no deja ni el más mínimo espacio para la belleza, la inocencia o la redención.

Buscar algo más allá de la ponzoña, la miseria, la suciedad y la violencia que nos propone Hidden in the Woods es un ejercicio prácticamente inútil. Estos son, precisamente, los elementos que explota, con radical contundencia, la película de Valladares. Hidden in the Woods hace ostentación de la inmoralidad y el mal gusto. Exalta las bajas pasiones (o al menos lo intenta) y alcanza, para ello, un grado tan elevado y exagerado de salvajismo, que resulta sencillo sorprendernos a nosotros mismos viendo determinados pasajes de la película esbozando una sonrisa, entre nerviosa y y culpable, en nuestro rostro.

Hidden in the Woods es la definición misma del exploit. Disfrutarla no es tarea fácil… Yo lo logré. Me encantó la propuesta de Valladares. Por desvergonzada, por exagerada, por demencial y por honesta. Por ir de cara. Quiso realizar un exploit en toda regla y lo logró. Hidden in the Woods ofrece sangre, sudor y semen… y lo ofrece a raudales.

No tengo ni idea de si acabaréis odiando Hidden in the Woods en el supuesto de que finalmente le déis una oportunidad. Pero al menos os pido que hagáis un esfuerzo y no acabéis odiando al desgraciado que os la recomienda.