Undocumented

Aunque no me considero para nada un mojigato o un puritano, tengo que reconocer que no suelen agradarme las cintas de violencia extrema. Por lo general me parecen películas gratuitas, emociones fáciles e hipócritas. Cintas que muchas veces se escudan en mensajes aleccionadores para entregarnos una buena dosis de truculencia y, por el camino, alimentar el lado más morboso y oscuro de sus espectadores. Éstos son, en muchos casos, igual de hipócritas ante la pantalla. Así, cuando la violencia no se viste de género y se muestra exclusivamente como único elemento de diversión, entonces me acerco a ese título con mucho cuidado… y si además pretenden disfrazar el espectáculo como una reflexión social suelo despotricar, como mucho me temo, voy a hacer en esta reseña…

Un grupo de cineastas se encuentra en la frontera de México con el estado de Texas filmando un documental sobre la dura realidad de los sin papeles que, todos los días, tratan de cruzar a Estados Unidos en busca de un futuro mejor. En su afán de rodar todas las vicisitudes y circunstancias de semejante aventura se embarcan junto a 24 inmigrantes en un viaje fronterizo. Pero la experiencia resulta ser incluso más intensa de lo que esperaban puesto que todos ellos, cineastas, mujeres, niños y hombres terminan siendo secuestrados por un grupo de ultraderechistas americanos. Encerrados en una antigua fábrica el líder de la banda les ofrecerá conservar la vida si filman y documentan los aleccionadores castigos a los que van a someter a sus prisioneros.

Como película Undocumented entra dentro del género found footage o cintas encontradas, aunque será totalmente infiel y tramposa a las características de éste y, en muchas ocasiones, proporcionará más planos y ángulos que el número de cámaras existentes o incluso pasará a la narración cinematográfica convencional, en tercera persona, en algunos puntos. Algo que, aunque personalmente no me resulta demasiado molesto, incide en el hecho de que su aparente realidad es sólo una fachada para el auténtico protagonista del film: la porno-tortura o, como decían en La naranja mecánica, “La dichosa ultra-violencia que nos mataba de la risa.”

Una violencia por lo demás cobarde y pacata que en el último momento aparta la cámara de la acción o que, pese a la dureza y el maltrato de los personajes, decide evitar mostrar desnudos. Así, torturan y violan a las inmigrantes sin despojarlas de su ropa interior… un absurdo… La maldad de los captores es también de cartón piedra: convierten los episodio de abuso en juegos a lo Saw donde después de un discurso patriota, tan vacío como estúpido, se les ofrecen injustas pruebas a los presos en las que la apuesta será la vida y la conclusión la muerte.

Seremos testigos de burradas como niños asesinados, extracciones de órganos en seres vivos y despiertos, desmembramientos, tiros en la cabeza, marcas de ganado en piel humana y un largo etcétera de crueldades más enfocadas a entretener al espectador que a dar consistencia a nuestra historia y personajes.

Me gustaría decir que semejante atrocidad no tiene acierto alguno, pero no sería justo. Undocumented contiene un par de escenas realmente aterradoras, curiosamente son escenas que carecen de violencia y contienen gran tensión narrativa y visual: en la primera un amenazador perro acosa a los protagonistas en el interior de un túnel. Y en la segunda mediante visión nocturna veremos a una mujer escudriñar la oscuridad en busca de los protagonistas en un plano simple pero tremendamente efectivo. También acierta en alguna escena emotiva, como en la que una madre obliga a su hija de unos 8 años a huir sola por el desierto, o cuando un rato después descubrimos el cadáver de la misma enredada en una alambrada (No estropeo nada pues intuimos el destino de la nena desde el primer momento) Escenas de gore psicológico que conmueven por su dureza y que habrían impulsado las intenciones sociales del film… de haber tenido alguna.

Las actuaciones son un tanto irregulares y, en muchos casos, hay un exceso de teatralidad en los diálogos, algo que sorprende y descoloca con las texturas, ruidos y movimientos del género found footage pero, como decía anteriormente, el film se apunta a la moda más que a tratar de aportar algo a este estilo. En un reparto prácticamente desconocido destaca la presencia de Peter Stormare que pone voz al encapuchado Z, líder de la banda de patriotas y malo malísimo de la función.

Se acerca la hora de puntuar una cinta que no habría terminado de ver si esta reseña no estuviese de por medio. Mi valoración habría sido un 1.5, pero trataré de ser objetivo y pensar en el tipo de espectador al que se dirige esta producción. Para mí supone una oportunidad perdida para afrontar en clave de terror dramas tan reales y atroces como los que suceden en la frontera de México a cada rato y los dramas criminales que en general vive ese país con sus desapariciones. El espectador de estómago duro y pocas inquietudes morales a la hora de ver un film encontrará, muy a mi pesar, justo lo que buscaba: un desfile de atrocidades cocinado en el justo punto de fascinar su ojo sin llegar a la repugnancia de apartar la mirada de la pantalla. Y una moralina final tan olvidable que, en el caso de que alguno de estos sucesos fuera real, le evitará pensar qué parte de responsabilidad tiene la sociedad en los crímenes que se cometen.