Suspense (The innocents)

Seguramente Henry James no podía imaginar la repercusión que su obra, Otra vuelta de tuerca, tendría en el género fantástico. Esta novela de fantasmas y mansión victoriana incorporaba, por primera vez, una compleja construcción psicológica de sus protagonistas y recogía elementos propios del psicoanálisis, en una segunda capa de lectura, convirtiéndola en la primera obra de lo que se ha dado en llamar “Terror psicológico”.

Llevada al teatro, y contando también con una versión operística, la adaptación a la gran pantalla llegó relativamente tarde (1961). Pero fue tal su éxito que, con posterioridad, ha regresado al cine y a la televisión en incontables adaptaciones… ninguna de ellas, en todo caso, logró eclipsar o igualar a su primera versión, que es la que nos ocupa:

Miss Gliddens (Deborah Kerr) ha sido contratada para hacerse cargo de la educación de Flora y Miles, dos niños de apariencia angelical que viven en una alejada mansión con la única compañía, prácticamente, de la señora Grose, la vieja ama de llaves de la finca. La llegada de la nueva cuidadora es idílica aunque, poco a poco, la aparente armonía se verá empañada por los cada vez más extraños cambios de comportamiento de los niños. Miss Gliddens comienza a sospechar que tras estas actitudes se esconden las presencias sobrenaturales de sus antiguos y fallecidos cuidadores: una institutriz y un amo de caballerizas con una turbulenta y enfermiza relación amorosa en sus vidas… Siendo la única consciente del peligro que corren los menores, la nueva institutriz, tratará por todos los medios de romper el macabro vínculo entre ellos y el más allá.

Suspense tiene el gran mérito de haber logrado algo muy difícil en cine: adaptar un texto muy conocido siendo fiel a la obra original pero aportándole los elementos diferenciadores suficientes para que funcione, también, como una pieza única y singular de cine… Es decir, para ser fiel al espíritu del libro y traerlo al espectador actual comete, a su vez, pequeñas traiciones. Así que el espectador sea testigo de las apariciones de los espectros elimina obligatoriamente uno de los aspectos que distinguía a la novela:la posibilidad de que todo sea producto de la imaginación de la institutriz. Para poder rescatar en alguna medida este aspecto, el guión dibuja a una señora Grose más escéptica y menos manejable que la de la obra de James y le dará una escena en la que apuntará sus dudas de que todo lo que está pasando tenga más de patológico que de sobrenatural.

El guión de la película está firmado, casi en su totalidad, por Truman Capote, uno de los novelistas americanos más importantes e influyentes del pasado siglo. Su maestría se nota en la agudeza de los diálogos, sobre todo en los duelos de ingenio del pequeño Miles con Miss Gliddens, y en la forma en la que dibuja a nuestra heroína, protectora y cándida en el comienzo y descontrolada y angustiada al acercarse la conclusión de la cinta.

En la dirección Jack Clayton, que aportaría al género fantástico la también reseñable A las nueve, cada noche y la adaptación de la obra de Bradbury El carnaval de la tinieblas (esta última mucho más floja), quien realiza un trabajo magnífico apoyado en gran medida por una fotografía en blanco y negro impresionante a la par que tremendamente moderna y una dirección de actores también sobresaliente.

Un trabajo visual de contrastes donde se establecen en pantalla dos planos que se refieren a dos posturas distintas de ver la realidad: siempre con una dominante y otra en segundo término. Mediante planos llenos de simbolismo, alcanzando escenas de lirismo inusitado en el cine de terror, en toda la película sobrevuela la idea de la degradación de la belleza, de la inocencia ensuciada… mancillada: una mariposa en una tela de araña, una flor que pierde un pétalo que cae sobre una biblia, un insecto que anida en la boca de una estatua o el reflejo de un estanque que se distorsiona por la llegada de la lluvia; secuencias en apariencia inocuas pero que ayudan a esa atmosfera enfermiza y viciada con la que concluirá el film.

Otro gran acierto de la cinta son las apariciones fantasmales. Contrariamente a lo que pasa en cine de terror, la mayoría de ellas suceden a plena luz del día y contienen un tratamiento de imagen totalmente distinto al del resto del film: son escenas llenas de ruido tanto sonoro (zumbidos y saturaciones ambientales) como de grano fotográfico. Apariciones en las que se inspiraría décadas después “The Ring a la hora de mostrar en imagen de video el mundo fantasmal de Sadako, y que, en la versión americana, el homenaje será tan directo, que hasta se incluye de fondo la canción con la que comienza el film.

Pero Suspense no sólo ha influenciado a The Ring. Muchas cintas posteriores han sabido beber las esencias del título y la sombra de la obra de James y de esta adaptación en particular, ha impregnado a incontables películas como La maldición de Rookford o la española Los otros, que debe gran parte de su potencia visual al trabajo que nos ocupa en este momento. Incluso aquellos que vieron Excision encontrarán en sus últimos compases ciertos ecos de este clásico…

Para finalizar: destacar el magnífico trabajo de Deborah Kerr en su papel de institutriz, una gran actriz que supo sacar provecho de su madurez pero también del enorme atractivo que aún conservaba para, combinando ambos, hacer emerger el lado más oscuro del personaje. En el otro extremo del duelo interpretativo, Martin Stephens, un jovencísimo rival que ya nos había mostrado su capacidad de poner los vellos de punta en El pueblo de los malditos. Su interpretación de Miles deja escenas de gran intensidad y uno de los besos menos castos y más inquietantes del cine clásico. También reseñable el resto del elenco del que destacaría la pequeñísima Flora, Pamela Franklin, que volvería al fantástico, ya crecidita, en otro título indispensable La leyenda de la mansión del infierno.

En definitiva estamos ante una de las obras cumbres del cine de terror, tal vez algo envejecida por haber sido emulada en cientos de ocasiones… pero aún así una obra que merece ser vista y recordada. Una asignatura pendiente para cualquier amante del género que no la haya visitado en al menos una ocasión.