Redd Inc

Puede que alguno de vosotros tenga por jefe a un auténtico hijo de puta cuyo único objetivo en su vida parezca ser el de, precisamente, joderos la vuestra. Es posible, quizás, que alguno se sienta atrapado en un trabajo que odia a muerte pero que, con el panorama laboral que tenemos hoy en día, no tenga otra alternativa que tragar saliva, apretar los puños, morderse la lengua… y seguir adelante; a riesgo de dejarse la salud por el camino.

Estoy convencido de que si alguien se encuentra en alguna situación similar a las descritas, o incluso en una situación peor, lo que voy a decir a continuación no le va a servir de consuelo: siempre queda margen para empeorar. Y si no me creéis preguntadle a los sacrificados trabajadores de Redd Inc. Sobre sus cabezas pende una terrorífica espada de Damocles: o cumplen con los objetivos marcados por la empresa… o les envían al otro barrio. Ni carta de despido, ni indemnización, ni leches.

Seis personas que parecen no tener nada que ver entre sí, despiertan en una oficina atados a una gran mesa. Su nuevo jefe es el Sr. Reddmann, un presunto homicida conocido como “El asesino del hacha” que, tras escapar del hospital psiquiátrico en el que se encontraba recluido e insistiendo en el hecho de ser inocente de todos los delitos que se le imputan, les obliga a trabajar día y noche para esclarecer los detalles de su caso. Aquéllos que incumplan con sus nuevas obligaciones laborales…, conocerán el dolor y la muerte.

El australiano Daniel Krige es el director de Redd Inc., también conocida como Inhuman Resources, una pequeñísima película independiente que desborda humor negro, mala baba, ración extra de gore cortesía de un maestro de la talla de Tom Savini y una delirante y enfermiza visión de esas, en ocasiones, ridículas, vergonzosas y extrañas relaciones de poder que se dan en el interior de una oficina. La combinación no resulta tan inusual: un mando intermedio al que el poder se le sube a la cabeza y un asalariado que depende de su nómina para pagar las facturas, la hipoteca, comprarle ropa a los niños, llenar la nevera… La cosa degenera y acaba estableciéndose una absurda y viciada relación de vasallaje en la que el jefe en cuestión se cree con derecho a utilizar su poder de manera abusiva y al trabajador no le queda otro remedio (o al menos eso cree él) que agachar las orejas y esperar a que amaine el temporal. Y si encima situamos todo el asunto en el contexto de una crisis económica tan bestia como la que estamos viviendo, el panorama se vuelve mucho más desolador si cabe.

Redd Inc. exagera este tipo de situaciones y se las lleva al terreno del subgénero slasher y el torture. En esta “oficina del infierno” el jefe ejerce su tiranía con amables palabras primero y puño de hierro en última instancia. Cada desliz, cada despiste, cada incumplimiento por parte del trabajador se castiga con una muesca en su frente. A la quinta muesca estás despedido… lo que en término de Redd Inc. equivale a morir de una forma especialmente aparatosa y sangrienta. Y aquí es donde entra en juego el nombre de Tom Savini. Las muertes y métodos de tortura de Red Inc. no es que sean especialmente originales, pero, como no podía ser de otra manera, la labor de Savini (que, como suele ser habitual, también se reserva un breve pero jugoso papel en la película) en el maquillaje y efectos especiales, garantizan unas dosis de gore más que generosas. Si a ello le sumamos que las muertes y torturas están perfectamente planificadas y resueltas – en todos los sentidos – , y que el ejecutor de todas ellas es un magnífico Nicholas Hope dando vida a uno de los asesinos perturbados más carismático, cruel y divertido de los últimos tiempos, y una final girl contestataria e insubordinada que hará lo posible por dinamitar la autoridad de su nuevo jefe (Kelly Paterniti); el resultado no puede ser otro que una magnífica y entretenidísima película.

¿Inconvenientes? También los tiene. Redd Inc poseé dos finales distintos. Uno de ellos incluye una sorpresa (relativa) que, en cualquier caso, es bastante congruente con el desarrollo de la trama. Nada que objetar.

El segundo final es mucho más gratuito. Ingenuo. Casi infantil. Y su único objetivo es el de ofrecernos una última imagen impactante con la que irnos contentos y felices a la cama. En realidad, hasta aquí, tampoco hay nada que objetar. Sin embargo en este tramo final de Redd In cobra relevancia un tercer personaje en discordia del que no os voy a contar prácticamente nada por salvaguardar el desenlace de la película, pero que os puedo asegurar que carece por completo del carisma y la fuerza de la que hacen gala tanto el jefe psicópata, como la empleada rebelde. Y esa falta de personalidad y carisma del personaje en cuestión provoca que ese segundo desenlace salga comparativamente muy mal parado con el resto de la película.

Pero en cualquier caso es un mal menor. Redd Inc. es una película pequeña, pero divertida. Una gamberrada cuyos mayores aciertos son su ubicación (esa oficina infernal y las extremas relaciones jefe/empleado que se dan entre sus cuatro paredes), su humor negrísimo, su gore de alta escuela y un asesino que pide a gritos una pronta secuela. Recomendada… siempre que se tengan controladas las expectativas.