Forgotten

En plena crisis con su pareja, Hanna (Mina Tander) se reencuentra casualmente con su amiga Clarissa (Laura de Boer). Para superar su mala situación, ambas deciden irse de vacaciones a la isla en la que de pequeñas veraneaban. Pero en esa isla sucedió algo que marcó las vidas de ambas mujeres: la desaparición de una tercera chica, María.

Forgotten se nos presenta, así, como una suerte de mezcla entre película nostálgica y thriller, a la par que cine de terror: el fantasma de María no tarda en hacer acto de presencia. Sin embargo, el género que más pesa es el drama: todo está pasado por este filtro. Tanto el presente momento de crisis de Hanna con su marido, y su necesidad de cariño y comprensión que se ven satisfechos por el reencuentro con su amiga; como el pasado, en el que conocemos a las dos mujeres de pequeñas, y vamos averiguando la historia de María, son dos tiempos dramáticos, hablando en términos de género. Por eso, ahí va la primera advertencia: esto es lo que es, y aunque sus responsables se empeñen en forzar las situaciones para que aparezcan hachas, sótanos oscuros, siluetas en segundo plano y todo el catálogo de la imaginería más tópica del cine de género, la realidad se impone. Es curioso cómo el material revela su identidad a pesar de todos lo esfuerzos que se hagan y, al final, lo que más puede perjudicar a una historia es lo que se empeñan en hacer de ella y no lo que es en realidad. Porque, quizás, sí que hubiera sido interesante la historia de dos mujeres que han sido amigas de pequeñas, se reencuentran siendo adultas, y vuelven al lugar en el que veraneaban para cerrar una herida que les ha marcado desde entonces. Esta versión de Sé lo que hicisteis el último verano en clave adulta y melancólica podría haber funcionado. Sin embargo, una vez vista la película, lo que uno se pregunta es ¿hacían falta fantasmas? ¿Hacían falta asesinatos, y más siendo estos siempre tan sugeridos?

Como os podréis imaginar a estas alturas, ya sabréis que en el pasado de las dos protagonistas hay un secreto que lucha por salir a la luz. Hay una sorpresa escondida que, entre otras cosas, condiciona todo el metraje de la película y es la responsable de que no se puedan mostrar los crímenes, ya que no podemos ver ni quién los comete ni qué habla el asesino con las víctimas. Desde el principio, prácticamente, la narración está marcada por este tema: antes que inquietar, lo que provoca es que el espectador tenga la mosca detrás de la oreja en vez de estar relajado y disfrutando del viaje (este que escribe, a pesar de olerse un “giro sorpresa”, no lo vio venir; pero otros sí que averiguaron con bastante antelación el secreto).

Quizás, esta naturaleza de drama y la necesidad de estar constantemente ocultando la verdadera historia, son los motivos por los que están tan absolutamente subrayados vía música los pocos momentos de terror que la cinta puede ofrecer hasta su clímax. Y llega a ser bastante irritante. En uno de los primeros flashbacks, por ejemplo, vemos como Hanna y Clarissa niñas entran en una especie de búnker en medio del bosque, y la primera cuenta a la segunda una historia de terror sucedida allí. En un momento dado, parece hacer acto de presencia el fantasma de la historia: la música sube y las dos chicas se vuelven a mirarlo… y el fantasma tira al suelo unas canicas. No niego que la escena no tenga potencia terrorífica, pero el tema de las canicas está tratado como un detalle “poético”, y chirría subrayado música de género.

En otro orden de cosas, insisto: la historia de estas dos amigas podría haber funcionado. Pero, para ello, también habría que haber profundizado, probablemente, tanto en la personalidad de las chicas como en las consecuencias que supuso, para cada una de ella, el suceso del pasado que tanto las ha condicionado, aspectos estos tratados en la película con la profundidad de un desengaño amoroso en una película de adolescentes. Recuerdo perfectamente cuando, en su momento, fui al cine a ver Urban Legend (1998, Jamie Blanks). El final de esa película nunca lo olividaré: (SPOILER) Rebecca Gayheart diciendo que su psiquiatra le había advertido que no debía saltarse sus recomendaciones para que el público entendiera que estaba loca y desquiciada, cargándose así de un plumazo cualquier atisbo de suspense o maldad en el personaje (FIN SPOILER). Aquí sucede algo parecido: el asesino puede que tuviera sus motivos para hacer todo lo que está haciendo pero, tal como está presentado su trauma, parece un capricho antes que un motivo escalofriante.

Dicho lo cual, sólo puede indicar que, a quien escribe, Forgotten no le gustó demasiado. Técnicamente, tiene valores, sí, pero no conmueve, ni apasiona, ni aterra. Y lo que es peor: a ratos, ni entretiene.