Werewolf in a women's prison

Me gustaría dedicarles esta reseña a los amigos Bob Rock y Blanch… supongo que ellos ya saben porqué. Un abrazo tios.

Iniciaré esta reseña de manera poco habitual: describiendo una secuencia de la película. Que nadie se alarme; la secuencia en cuestión no destripa ningún punto clave en la trama de Werewolf in a women’s prison (en realidad no existen “puntos clave” en la trama de Werewof in a women’s prison). Sin embargo creo que la descripción servirá para os hagáis una idea bastante aproximada de lo que la película está dispuesta a ofrecernos; y si alguien se siente incómodo con esta manera de proceder, sencillamente que se dirija al próximo párrafo de la reseña. Vamos a ello: Dos presas son condenadas, debido a su insubordinación, al castigo conocido como “La Parrilla”. Dicho castigo consiste en atar sus pies a una estaca colocada en mitad del desierto. ¿El objetivo? Qué mueran deshidratadas bajo un sol abrasador… Para la ocasión nuestras presas favoritas aparecen prácticamente desnudas y ataviadas únicamente con unas sexy braguitas de encaje. Lo tienen crudo. Ninguna presa ha sobrevivido a “La Parrilla” con anterioridad. Pero estas chicas tienen solución para todo. Una de ellas se queda mirando fijamente a la otra, le pega un lametón en el brazo y añade: “Si lamemos nuestro sudor mútuamente, lograremos salir de este desierto con vida”. Lo que viene a continuación son 5 minutos de lametazo va, lametazo viene (no se dejan ni un solo recodo de piel sin explorar), en los que nuestras protagonistas se ponen moradas convirtiendo un castigo mortal en una secuencia softcore la mar de simpática y disfrutable.

Es una auténtica gozada acercarse a una bajeza cinematográfica del calibre de Werewolf in a Women’s Prison y acabar recibiendo, exactamente, aquello que buscas. Y lo que buscaba (o al menos un servidor buscaba) era situar el cerebro en modo stand by durante 90 minutos y atiborrarme con un cutre-banquete de tetas, culos, gore y monstruos peludos. Y cuando buscas algo con ahínco y acabas encontrándolo, se convierte en un hallazgo. De manera que, por imposible y absurdo que parezca, Werewolf in a women`s prison es todo un señor hallazgo. Vaya tela…

Una pareja de enamorados acampa en un bosque cercano a la frontera mexicana. En mitad de la noche son atacados por una brutal criatura que destroza al chico y muerde en el cuello a la chica. Tras perder el conocimiento, la chica en cuestión despierta en una prisión mexicana para mujeres perturbadas. El sexo es moneda de cambio habitual en una prisión en la que abundan los corruptos, las putas, los depravados y los sádicos. Pero ahora contarán con un nuevo e inesperado aliciente: la nueva chica sufre una maldición y a la menor ocasión se transforma en un licántropo hambriento de carne humana.

Adscrita, fielmente, a la faceta más exploit del subgénero WIP (apócope de Women In Prison, y a su vez un juego de palabras en inglés, ya que “whip” o “to whip” significa “fusta” o “azotar”), Werewolf in a women’s prison no es más que una acumulación inagotable de excesos: mucho gore, mucha comedia involuntaria y mucho sexo. El licántropo es una bestia hipermusculada de ojos rojos que actúa, en todo momento, bajo los efectos de un cocktail de adrenalina, esteroides y anabolizantes (en honor a la verdad debo decir que he visto licántropos mucho peores que el de Werewolf in a women’s prison). El alcaide de la prisión es un militar de alto rango que se deja sodomizar por su ayudante y mano derecha, una lesbiana adicta al sadomasoquismo que seguramente habrá visto todas las películas de “Ilsa, la loba de las SS” al menos en un par de ocasiones. Los guardianes son todos una panda de energúmenos y corruptos que se pasan la película mirándose unos a otros y sonriéndose (encefalograma plano). La prisión a la que hace referencia el título de la película se limita al patio trasero de un almacén abandonado y a un par de habitaciones sin decoración ejerciendo de improvisadas celdas (y muchísima atención al impresionante cartel, hecho con los estilos predefinidos del Word, que hay situado en la entrada de la prisión… no tiene desperdicio). Y las chicas que interpretan a las presas… estas sí, estas dan todas ellas la talla… como mínimo una talla 100 de pecho. Tetas a cascoporro, de todos los tamaños, formas y colores. ¿Si saben actuar? Ni saben, ni en realidad nadie les exigió que supieran hacerlo cuando se presentaron al casting de la película.

Estos son todos los ingredientes que aderezan una propuesta del calibre de Werewolf in a women’s prison. ¿A partir de aquí qué podemos encontrarnos? Pues no demasiado. Cuando las prisioneras no están revolcándose unas con otras (las orgías lésbicas están a la orden del día) o vendiendo su cuerpo por un triste paquete de tabaco, aparece el hombre/mujer lobo y monta una carnicería de mil pares de cojones. Y como único acierto destacable del guión, la presencia del novio de la protagonista durante toda la película, muerto en la primera secuencia y que aparece cuando menos te lo esperas en un estado de descomposición cada vez más avanzado (un clarísimo homenaje “Un hombre lobo americano en Londres”)

Werewolf in a women’s prison es tan cutre como aparenta. Mala sin excusas. Pero la pregunta clave sería: ¿Es Werewolf in a women’s prison una película “disfrutable”? Y mi respuesta sería un rotundo SÍ… siempre que tengas muy claro, cómo espectador, el tipo de película que te dispones a ver. Reconozco que yo puedo ser tan energúmeno como los guardianes de esta prisíon para mujeres perturbadas, y disfrutar como antaño de una serie Z sinvergüenzona, macarra y cochambrosa como es este Werewolf in a women’s prison. Recomendada… pero eso sí, sin derecho a reclamación.