Home Sweet Home

Probablemente, David Morlet quisiera que dijeran de él que es alguien que coge un género o subgénero, lo subvierte y hace la película definitiva sobre el tema. Tras dos cortometrajes bastante apañados, Organik y Bitten, debutó en la dirección con Mutants en 2009, donde ponía a la vista su estrategia: cuando parecía que estábamos en el cénit del mundo zombi (qué ilusos, y cuatro años después sigue siendo el subgénero más prolífico), llegaba él con una arriesgada historia de amor entre un humano y un zombi, episodio mínimo y localizado pero con alcance para haber llevado al género un paso más allá en un momento en que lo necesitaba (y desde mi punto de vista, lo sigue necesitando. ¿Será “Guerra Mundial Z” la encargada de hacerlo?) El resultado no acabó de funcionar, y no porque la idea fuera mala: fallaba la tramoya, la arquitectura interior del asunto: los personajes y la relación entre ambos.

Cuatro años después, David Morlet vuelve a ponerse tras las cámaras. Y de nuevo coge un argumento y mundo reconocibles: la invasión del hogar por parte de un asesino. Sara y Frank vuelven a casa tras pasar la noche afuera y haber dejado su hijo al cuidado de su abuela. Se cambian de ropa, se duchan, se disponen a acostarse, como cualquier otra noche, ignorando que en su casa, oculto en las sombras, hay un peligroso asesino…

Los invasores del hogar también han venido para quedarse. Sin precisión científica, podríamos decir que hay dos vertientes: películas del tipo “Los Extraños”, con asesinos fríos y violencia cortante y contundente; o del tipo The Collector, donde lo primordial es la “creatividad” del asesino que irrumpe en casa. “Home Sweet Home” es de las primeras. Y, de hecho, probablemente sus mejores momentos los alcace en unos veinte primeros minutos que, para un servidor, son un lujazo: el asesino deambula por la casa solo, y con sus mínimos gestos se dispara nuestra imaginación: ¿qué va a hacer con los habitantes de esa casa? ¿Qué tipo de maldad hay en la cabeza de un hombre así? En mi caso, algunas que nunca antes me había preguntado, como: cuando llego a casa y me siento en el sofá, ¿se ha sentado antes allí alguien que entra cuando yo no estoy?

A mediados de esta primera parte, además, la película gana otro punto: la máscara de este asesino da bastante mal rollo, lo que huele a, como hemos dicho al comienzo, que David Morlet ha hecho los deberes, se ha empollado el cine que le precede y ha llegado a la conclusión de que las mejores máscaras son las neutras, las que no quieren asustarte. Y la suya es muy muy neutra.
A continuación, el matrimonio llega a la casa, y los momentos de acoso, de asedio silencioso funcionan a las mil maravillas. Parece que Morlet considerara a su asesino un depredador de la naturaleza, una serpiente o un león, y lo acerca a sus víctimas para medirse con ellas y calcular la potencia del ataque.

En el segundo tramo se produce el ataque. Entramos en un territorio bastante más convencional. Y, aunque consigue un par de buenos momentos de suspense, todo recuerda a otras películas, y siempre hecho con más contundencia y acierto. Esto no quiere decir que esté mal: en esta ocasión, Morlet sí ha dedicado el tiempo suficiente a que conozcamos mínimamente a Frank y Sara, entendamos qué tipo de relación tienen tanto entre sí como con su entorno (vía un gran recurso, los mensajes en el buzón de voz de la pareja que suena antes de la llegada del asesino). Son una pareja a la que, incluso, podemos llegar a odiar por ser un poco egoísta y pija, pero el giro en nuestro ánimo está conseguido, y enseguida estamos de su lado: nadie se merece que le hagan eso, por mucho que sean “esa” pareja que que no soportamos. Sin embargo, casi nunca llega a estar a la altura, desde mi punto de vista, del tramo inicial.

Y el final de la película es, para mí, un poco contradictorio: me gusta y no me gusta a la vez. Insisto: Morlet ha estudiado donde se metía, y sabe que las conclusiones de este tipo de películas no son sencillas para nada. Algunas no explican nada de nada (Los Extraños, Funny Games…), otras optan por tener un motivo genérico para la invasión, potenciando lo que ésta provoca en sus víctimas (F, Cherry Tree Lane, Secuestrados…); y The Collector, que prefería antes que cerrar, seguir abriendo puertas en su final… Bien, en “Home Sweet Home” buscan la cuadratura del círculo: un final con giro, que explique algo pero no lo suficiente, y que no cierre del todo la función. Se diría que SÍ lo ha conseguido en el sentido de que hay una mínima explicación satisfactoria que para nada empaña con detalles concretos la maldad desplegada por el asesino; también, que el “giro” final es completamente innecesario y, como mucho, provoca un “anda…” desganado; por lo que, entonces, se diría que NO lo ha conseguido.

De cualquier modo, si este tipo de historias te gustan, “Home Sweet Home” será de tu agrado. No te cambiará los esquemas, pero te tendrá un rato entretenido.