The Conjuring

Hace ya un par de años el joven director James Wang presentó Insidious, una cinta de terror plagada de sustos al más puro estilo ochentero y un homenaje repleto de referencias a una película mítica: Poltergeist. Fue todo un éxito. Tanto que en unos meses podremos disfrutar de su secuela… En cualquier caso, y sin saber si Insidious2 seguirá la senda de su predecesora, podemos afirmar que Wang se siente cómodo en esto de imitar las maneras de los 80. En éste, su nuevo trabajo, recoge otra vez sabores y referencias de la cinta de Tobe Hooper y le añade jugo de otras dos sagas míticas: la de Amityville y en menor medida de El exorcista. Y todo esto con el comodín de “Inspirado en hechos reales” para congoja de los más confiados.

La familia Warren es un matrimonio de parapsicólogos, expertos en solucionar casos reales de posesiones tanto de personas como de objetos. Los Perron, por su parte, son una humilde familia que acaba de mudarse a una remota casa menos tranquila de lo que podrían sospechar. Cuando una serie de misteriosas presencias y sucesos terroríficos amenacen a los Perron, éstos pedirán ayuda a la pareja de expertos para que limpie su recién estrenado hogar. Pero las fuerzas ocultas que se ciernen sobre el lugar son mucho más poderosas de lo que en un principio ambas familias han calculado y su maldad ahora ha traspasado los límites de la propiedad y amenaza con terminar con todos ellos.

A pesar de ser una película bastante entretenida The Conjuring dista mucho de los resultados de Insidious. Aunque su comienzo es prometedor, paso a paso va perdiendo el interés, principalmente por un exceso de situaciones ya vistas y a un tramo final plagado de pirotecnia facilona que, para colmo, se hace demasiado extenso… vamos: que le sobran 15 minutos de paja, si no algunos más. Aún así Wang nos regala algunas construcciones de escenas genuinamente terroríficas, que no tardarán en ser consideradas clásicas y parodiadas en alguna secuela de Scary movie o similar.

Tal vez uno de los principales problemas de la cinta sea la de dividir la atención en varias tramas separadas: por un lado la vida de los Warren, por otro la de los Perron y una tercera, menor en importancia pero que parece ser la que más ha inspirado al director, con un muñeco poseído por un ser maligno. Los saltos entre estas tres historias y el tiempo que tardan en mezclarse y catalizarse en una sola dan demasiados respiros al espectador entre susto y susto. Por otro lado, el soterrado ensalzamiento de los valores familiares norteamericanos, el amor entre los personajes e incluso el saber que se trata de una historia inspirada en sucesos reales (pero de la que no habíamos escuchado hablar hasta el momento) nos transmiten la sensación, conforme avanza la historia, de que nada especialmente grave puede pasarle a los personajes.

Tanto las premisas de la cinta como el resultado de la misma la acercan a las dos entregas de The haunting in Conneticut (sobre todo a su segunda parte). Y si no las disfrutaste es muy posible que tampoco lo logres en esta ocasión. En cualquier caso las aventuras de los Warren se encuentran un poco por encima de estos títulos principalmente gracias a las buenas interpretaciones de sus protagonistas, sobre todo de los personajes femeninos. Vera Farmiga realiza un buen papel encarnando a la vidente. A su lado Patrick Wilson, haciendo de esposo parapsicólogo, tiene un papel mucho menos lúcido que el de su compañera. Algo que también le pasa a Ron Livingston interpretando al cabeza de familia de los Perrin, que no logra destacar frente a la abrumadora actuación de Lili Taylor que, en la interpretación de su mujer, es quien realmente se lleva el gato al agua en lo que a actores respecta.

The conjuring es una cinta demasiado del montón. Más aún si la comparamos con las obras anteriores de su director pues ésta es, a mi juicio, su película más floja en el género de terror. Una historia que esconde su mediocridad añadiendo cuantos más elementos mejor en lugar de explotar unos pocos de forma original; un compendio de trucos de su director (muñecos viejos, juegos con penumbra, amenazas en los bordes del encuadre, etc) que en esta ocasión no llegan a casar del todo bien. Pero que nadie se rasgue las vestiduras pues contiene sustos y momentos disfrutables si se aborda con la expectativas correctas… más aún en verano.