Odd Thomas

A cualquier aficionado a la literatura fantástica, el nombre de Dean R. Koontz no le será extraño pues es posiblemente, tras Stephen King, el autor norteamericano más popular y prolífico de este género. Su estilo es directo y sencillo. Sus obras, además de ser endiabladamente entretenidas, son en extensión y diálogos perfectamente adaptables a la gran pantalla. Con todo y con eso, han sido pocas la películas basadas en la obra de Koontz que han logrado llegar a un cine (destacar “El engendro mecánico” y “Phantoms”), quedando la mayor parte de su producción audiovisual relegada al mundo de las mini-series y de las tv movies. Con esta introducción podéis imaginaros que la que nos ocupa es una nueva adaptación de este autor; y desde ya os digo que se trata de una de esas películas palomiteras cargadas de misterios, acción, humor y romance, que logra triunfar por darle al público justamente lo que busca: una hora y media de diversión y evasión.

Odd Thomas (Anton Yelchin) tiene, como los superhéroes, dos personalidades: en una es un dicharachero cocinero de restaurante americano que disfruta de sus amigos, sus clientes y sobre todo del amor de su vida, Stormy (Addison Timlin). Su otra cara es más asombrosa, pues Odd tiene un sexto sentido que le permite ver los espíritus y seres que rondan en torno a nosotros. Nuestro héroe mantiene en secreto su don, pero valiéndose de él resuelve los casos de asesinatos que se dan en su ciudad, Pico Mundo, un prospero pueblo en medio del desierto de California. Por miedo a que le tomen por loco, como le sucedió a su madre, trata de mantener el anonimato en sus casos y cuenta para ello con la ayuda del sheriff local (Willem Dafoe) que es, junto con su chica, de los pocos conocedores de sus poderes.

El mundo secreto de Odd está plagado de peligros; además de lidiar con crueles asesinos y espíritus con muy malas pulgas, están también los “bodachs” unos seres que rondan a las personas que van a morir en circunstancias sangrientas y violentas y que se alimentan de los olores que desprenden sus áureas en las horas anteriores. Los “bodachs” son muy celosos de su invisibilidad y matarán a cualquiera que detecten que es capaz de verlos.

Una mañana Odd descubre la localidad invadida por estos entes, más de los que nunca antes ha visto. Así que, si nadie lo impide, en unas pocas horas algo tremendo va a suceder en Pico Mundo… algo que posiblemente tenga que ver con un misterioso y desaliñado personaje que acaba de entrar en el restaurante. Comienza la investigación y la cuenta atrás…

Si antes hemos mencionado el carácter entretenido de la obra de Koontz, es de justicia hacer lo propio con las películas del director de esta producción: Stephen Sommers. Sobradamente conocido por las dos primeras entregas de La momia su cine es, mayormente, una acertada mezcla de géneros, efectos especiales y secuencias épicas. Una mezcla que salvo en la espantosa Van Helsing funciona a las mil maravillas en lo que a entretener se refiere y que destila un amor y un sin fin de referencias al cine de aventuras clásico (personalmente nunca me canso de reivindicar “Deep Rising” como una gran cinta de aventuras y monstruos).

Las aventuras y estructura de Odd thomas se acercan mucho a los aromas, temáticas y resultado de la película de Peter Jackson The frighteneers. En ambas hay videntes en comunicación constante con el más allá, un excelente uso de los efectos especiales, tenemos crímenes y asesinos grotescos, y la sombra de una masacre orbitando sobre la acción. Pero en este caso, Sommers ha despojado de sustos la práctica totalidad del metraje y ha apostado, en cambio, más por la intriga y el misterio sobrenatural en lugar del terror al uso. Consciente de tener una buena historia y un par de giros en los últimos tramos que impedirán que el interés decaiga, la película se articula sobre unos diálogos cargados de chispa y unas interpretaciones brillantes que hacen que al espectador no le moleste lo predecible de algunas partes. También acierta Sommers en el uso de los flashbacks para explicar las conclusiones de nuestro peculiar investigador, dando la información precisa pero evitando la reiteración y la evidencia.

También es brillante la construcción de los personajes y las actuaciones que los encarnan; especialmente lograda la química de la pareja protagonista, un ejemplo de cómo dibujar a una pareja joven y clásica sin caer en la ñoñerías y casposidades de la corriente Crepúsculo. Stormy y Odd, destilan en sus diálogos romance y humor a partes iguales y eso ayuda muchísimo para hacer que los compases finales de la cinta emocionen, implicando al espectador en el destino de estos personajes.

Podemos concluir que Odd Thomas logrará, en su equilibro, convencer a casi todo tipo de espectadores con su propuesta. Aunque carezca de sustos, apenas contenga gore (pero alguna escena gruesa si encontraremos) y sepamos quién es el malo (cuidado que puede sorprendernos), contiene un suspense agradable de ver, buena factura y un estilo desenfadado que le sienta deliciosamente bien.