Al final todos mueren

Cada vez cobra más fuerza en el panorama actual, y en el fantástico en particular, el cine de recopilación de historias. La unión hace la fuerza y de un tiempo a esta parte cineastas de todo el mundo se asocian para dar a luz proyectos, divididos en episodios, donde dan rienda suelta a su creatividad. Las 2 partes de VHS, también las de The ABC’s of death o las coreanas Horror Stories y The doomsday book (esta última con varias similitudes con la que nos ocupa), dan muestras claras de lo diverso, vivo y actual que está el formato. Ahora el cine patrio se suma con brillantez y voz propia a esta moda con una cinta plagada de aciertos, valentía y buenas maneras.

El futuro impacto de un gran meteorito con la tierra, que terminará borrando la vida de nuestro planeta, es el hilo conductor de varias historias colocadas de manera cronológica y trenzadas unas con otras.

Javier Fesser dirige la introducción y el epílogo de esta recopilación presentando dos personajes tan absurdos como divertidos, una pareja de astronautas con butaca de primera fila para el apocalipsis. Con su habitual estilo y humor, que en esta ocasión funciona de maravilla, presenta las historias de cuatro jóvenes directores. Cuatro historias de ritmos y géneros dispares en una mezcla sumamente imperfecta e irregular, como un diamante en bruto, que es lo que en mi opinión es este título.

Para no irme por las ramas trataré de recorrer la cinta en orden en que se presentan los segmentos. 42 días antes del impacto, Javier Botet, que además de dirigir protagoniza esta historia, nos propone un relato de terror. Un juego del gato y el ratón dialéctico entre un psicópata y su futura víctima (brillante como siempre Teresa Soria Ruano). Un cuento oscuro, que me recordó a algunas piezas de Neil Gaiman, y que supone un cambio de ritmo excesivamente duro con respecto a la introducción que le precede. Con un desarrollo excesivamente teatral, la pieza de Botet es la más dificil de digerir, a pesar de los muchos aciertos que contiene. Destacar que aunque la espectacular plasticidad del cuerpo de Javier Botet es magnífica, como siempre, éste no logra eclipsar a su secuestrada en el toma y daca interpretativo.

A 13 días del final, cambiamos radicalmente de tercio y nos vamos a un relato próximo a la anticipación poética de Ray Bradbury y firmado por el director Roberto Pérez Toledo (documentándome descubro que dirigió la muy interesante y pequeñita “Seis puntos sobre Emma” que desde aquí os recomiendo). En su fragmento descubrimos que el apocalipsis ha supuesto un revulsivo para la juventud que, desde que ve próximo su final, decide invertir todos sus esfuerzos en encontrar el amor verdadero antes de que todo termine. Toledo hace auténticos malabares para presentar todo un abanico de personajes y diálogos absolutamente románticos sin caer nunca ni en la ñoñería ni la superficialidad facilona adolescente. Una delicia plagada de jóvenes promesas.

Y del romanticismo pasamos poco a poco al thriller; a 8 días del fin del mundo. Lo que comienza siendo una cena de despedida entre amigos (cena plagada de rostros televisivos) se transforma en un juego de sospechas y decisiones morales ante una remota posibilidad de salvación: el encuentro de 5 entradas para un refugio de élite; unas entradas que no les pertenecen y que no son los únicos que ansían. Tras la cámara Pablo Vara va subiendo el ritmo de la cinta hasta llevarla a terrenos cercanos al slasher, en un relato resultón aunque algo más trillado que sus predecesores.

Finalmente, a 3 horas del fin del mundo, cerraremos con la pieza que dirige David Galán Galindo. Un broche de oro, pues esta historia en la que un friky de los cómics, el cine de género y los videojuegos, acompaña a una adolescente embarazada en lo que posiblemente sea el último nacimiento en la tierra, es magnífica. Decir que es una historia divertida es quedarse corto. Galindo crea un desternillante pero a la vez enternecedor cuento que funciona principalmente gracias a la espectacular química de sus protagonistas y a unas acertadísimas líneas de diálogo a la altura del Kevin Smith más inspirado. Una historia que además logra salvar con inteligencia las aristas que contiene su fatal desenlace, pues no olvidemos que al final todos mueren.

Cuando se juntan historias dirigidas por distintos autores, el resultado siempre es irregular y es importante tenerlo en cuenta a la hora de afrontar este tipo de títulos. Los distintos conceptos respecto a lo que tiene que ser la dirección de actores o el tono con que abordar una historia posiblemente no coincida con el nuestro a lo largo de toda la cinta, y en el título que nos ocupa estas diferencias son más que notables, además sobrevuela un aroma de teatro, que puede ser molesto. Para algunos (he leído varias críticas a este respecto) les supondrá un lastre; yo, como he mencionado anteriormente, lo veo como un valor a destacar pues supone un ejemplo de valentía e independencia notable.

Al final todos mueren, es un título ejemplar. Una excelente tarjeta de presentación para un montón de talentos emergentes tanto en interpretación como en dirección. Una montaña rusa de géneros, historias, visiones y caras…las caras de un diamante sin pulir pero que brilla como pocos.