Home Movie

La Home Movie que da nombre al título se centra en la familia Poe. La madre, Clare, psicóloga, compra una videocámara para documentar su trabajo, pero es el padre, David, quien realmente la utiliza, grabando el día a día de la familia. Estas grabaciones revelan cómo el comportamiento de Emily y Jack, los hijos de la pareja, de 10 años, se va volviendo poco a poco más retorcido…

Estamos, obviamente, ante un Found Footage. En su defensa (servidor ha acabado saturado a más no poder del subgénero), creo que es justo reconocerle que no está exenta de interés, y que consigue evitar la fea tendencia de este tipo de películas de mover la cámara para que casi no veamos nada precisamente en los momentos de tensión donde, paradójicamente, más tendríamos que ver (y menos que enseñar la película, que no es lo mismo que volverse loco con la cámara para no enfocar el monstruo o asesino de turno). Además, la excusa para que se trate de un Found Footage no entra nada mal (llega una cámara a una familia en la que no había, así que el padre, fascinado, no para de grabarlo todo). Eso sí, en el tramo final hay un par de momentos en los que cualquier persona en sus cabales hubiera dejado la maldita videocámara en casa….

La película, además, temáticamente, es un ejemplo más de cine de terror con y sobre niños. Para mí, esta es una vertiente complicada: no suele atraerme demasiado pero, cuando una me gusta (léase The Children, por ejemplo), me fascina por encima de la media. Es cierto que son productos arriesgados puesto que a unos niños no les puedes pedir una calidad interpretativa determinada. En este caso, tanto Emily (Amber Joy Williams) como Jack (Austin Williams) salvan el tipo la mar de bien. Su “tipo” de maldad le exige una cierta distancia emocional de todo lo que hacen que facilita bastante la labor del director pero que, no cabe duda, también ha debido conllevar un trabajo “previo” que no se ve pero se destila.

Como decíamos, “Home Movie” ofrece elementos de interés. Clare y David forman un matrimonio atractivo y con matices. Ella es psicóloga y él es pastor protestante: ambos se entienden a pesar de tener maneras radicalmente distintas de enfrentarse al mundo y explicar sus conflictos. Se insinúan los motivos por los que se han ido a vivir lejos de la ciudad, lo que te hace, también, estar atentos a las señales que puedan encender las alarmas en el comportamiento de David. Y, de hecho, cuando abiertamente ambos deben afrontar que sus hijos son asesinos en potencia, cada cual intentará encajar la situación a su modo.

La maldad de los niños está muy bien graduada y, aquí, la videocámara juega un buen papel: como lo que vemos es la grabación, estos momentos están bastante cortados, porque ningún padre, en su sano juicio, querría recrearse en el comportamiento extraño de su hijo (un gran ejemplo es cuando David intenta jugar con su hijo al beisbol. Él lleva el bate y el pequeño Jack lanza. El final del fragmento es el padre diciéndole a la madre, que es quien está grabando: “corta. Está tirando piedras”). De estos pequeños detalles que pueden ser gamberradas, se pasa a mayores, momento en el que los padres actúan, no se resisten a ver lo que tienen en la punta de sus narices.

Para un servidor, el problema reside en que el planteamiento de “Home Movie” es acertado y sitúa las espectativas muy arriba… y luego no resuelve nada.

En la parte más cerebral del asunto, nos encontramos con ciencia y religión intentando entender y curar la maldad de unos críos. Sus planteamientos y reacciones son correctas. Sin embargo, y sin que sea exigible una posición, no llega a haber nunca ni siquiera una aproximación a lo que hay detrás de los actos de esos dos adorables niños. Probablemente, esa indefinición es intencionada, y funciona sin necesidad de más explicaciones, pero padre y madre aceptan con una facilidad pasmosa que sus férreas condiciones han fracasado a la primera… y siguen su curso. La película nos roba el que sería uno de los momentos fundamentales: cuando los adultos aceptan este fracaso. Tratándose de dos personas como ellos, debería de ser uno de esos momentos que marcan una vida. Da la sensación de que cuando Christopher Denham, director y guionista, se planteó estas preguntas, también se la respondió, y a nosotros como espectadores nos da directamente su solución, sin que veamos cómo se llega a ella. Esto, además, acaba perjudicando a lo más puramente narrativo: las profesiones de Clare y David, esenciales en ellos como personajes, son tratadas como accesorias, algo que le vale para plantear intersantes preguntas pero que luego desecha cuando se topa con la dificultad de resolverlas o alumbrar nuevas preguntas más profundas.

En la parte más emocional de la pelicula, el suspense, está bien llevado y a este que escribe le funcionó. Sin embargo, su parca duración, 77 minutos, hace que se eche de menos un mayor desarrollo de la historia. Probablemente, con diez o quince minutos más en la segunda mitad, se hubiera podido explorar un poco más la maldad de los hijos Poe y, de paso, que el final no tuviera ese aroma a precipitado, algo que se hubiera arreglado sembrando un poco mejos los elementos anteriores.