Gravity

Hay películas buenas y películas malas. Hay películas entretenidas y otras aburridas. Hay películas con buen guión y otras que no parecen tener. También hay películas y experiencias. Gravity es una experiencia.

La verdadera razón de ser del cine

“La narrativa es muy sencilla, lo que a mi me importa es que tú sientas que eres ese astronauta perdido en el espacio”

Estas palabras salieron de la boca del director Alfonso Cuarón durante el Festival de Cine de Venecia. Allí, en tan reputado y muchas veces exigente panorama, Gravity no solo salió airosa, sino vitoreada. Eran los primeros síntomas de que el cineasta mexicano no engañaba a nadie con su experimento: numerosas críticas se hicieron eco del espectáculo visual de primera mano que ofrecía, de la sensación de profundidad e intensidad de un 3D que, por fin, servía para algo más que sacar cuartos, y también de que el guión y los personajes quedaban en un plano secundario. Así que, no se engañen, esta película no pretende sentar las bases de la narrativa cinematográfica, pero sí de la tecnología y lo que es seguramente el aspecto más puramente cinematográfico: hacer que el espectador pueda vivir una experiencia difícil o imposible de disfrutar/sufrir en su rutinario día a día.

Gravity no deja que te lo pienses. Nada más comenzar, te mete en faena. Y lo hace con un espectacular plano secuencia de 17 minutos que te deja sin aliento. De la calma a la angustia en unos pocos minutos, nos sitúa en la inmensidad del espacio en una situación limite. Nunca fue más cierta la famosa frase promocional de Alien, el octavo pasajero (1979) “En el espacio nadie puede oír tus gritos”. Desde los primeros compases entramos de lleno en una pesadilla que, al mismo tiempo, resulta poética. Algo parecido a lo que en su día logró Stanley Kubrick con su 2001: Odisea en el espacio (1968) desde el punto de vista del tratamiento visual y sonoro, que no argumental y filosófico.

Historias cotidianas

“Se trata de una metáfora. No tienes que ser astronauta, ni hombre o una mujer para que funcione. Es una historia de adversidad y todo el mundo tiene adversidades en la vida”.

Como apunté anteriormente, el punto flojo de Gravity está en el guión y en el desarrollo personajes. El apabullante despliegue visual intenta suplir, muchas veces, aunque no siempre, con éxito, la simpleza del nudo argumental y los poco estimulantes diálogos entre los dos personajes. Cuando uno se encuentra hipnotizado por las imágenes y metido en la historia gracias al excelente 3D (obligatorio verla en este formato), pasa por alto clichés de melodrama de sobremesa que podrían llegar a irritarte. La excusa del drama familiar del personaje que interpreta una, eso sí, sobresaliente Sandra Bullock, y sus intentos de charla a la deriva con el de un eficiente George Clooney, saben a poco dentro de un envoltorio de tal calibre. Volviendo a los similes, en este caso tocaría aludir a lo sucedido recientemente con otro hito técnico y del 3D como fue Avatar (2009).

Ahora bien, y dada la honestidad del propio Cuarón, la simpleza en estos aspectos la aleja de alcanzar las glorias de la ciencia ficción cinematográfica, como la citada 2001 u otras de distinto empaque como Blade Runner (1982), pero no deja de ser un fascinante relato de superación personal como nunca antes lo habíamos vivido.

Luego cada uno puede ponerse las gafas de pasta y buscar detalles y errores científicos para intentar despedazar el entramado, o aludir a lo imposible de la supervivencia en determinadas situaciones. Por mi parte, prefiero introducirme en la ciencia ficción y la fantasía y no olvidarme de que, ante todo, esto es cine. Y Cuarón más allá de un documental sobre los peligros del espacio, nos quiere brindar un poco de eso que solíamos llamar la magia del cine.

Un nuevo fenómeno social

“Gravity es la mejor película sobre el espacio que jamás se ha hecho”.

No lo es. Al menos, si nos centramos en el conglomerado absoluto de la ciencia ficción espacial. Ahora bien, el amigo James Cameron, autor de dicha frase, no va desencaminado si hablamos de espacio puro y duro. Sin duda, es la que mejor lo muestra y con más acierto nos adentra en lo que sería una aventura/pesadilla en su inmensidad. La experiencia ha sido muy gratificante para la mayor parte de público y crítica. Y es que rara vez coinciden tales factores: 98% de críticas positivas y un 8,7 de media del publico votante, si nos fiamos de Rottentomatoes y IMDB, respectivamente. Además, estamos, confirmado en su segunda semana, ante un fenómeno de largo recorrido en las taquillas gracias a un sobrenatural boca a boca. En Estados Unidos ha descendido sólo un 20% sumando un total de 123 millones de dólares en 10 días, y llevando las expectativas finales más allá de los 250, mientras que en España, país en el que, a diferencia del mundo, había entrado relativamente floja, aumenta este fin de semana los datos cerca de un 10%.

Se perfila como una de las principales candidatas a todos los premios de este 2013 y, aunque el tiempo dirá, muchos la posicionan ya como un nuevo clásico de la ciencia ficción.

Seguramente tan elevadas expectativas iniciales no serán buen compañero de muchos espectadores que aún quedan por decidirse. Ya se sabe que esto del hype extremo suele confundir. Gravity es más una experiencia relajada, intimista, que espectacular. Ojo, también es apabullante en cuanto a destrucción, ruido y pirotecnia, pero dichos momentos se encuentran muy dosificados a lo largo de los noventa minutos, aparte de haber sido explotados sin tregua durante su promoción. El resto, y como se disfrute de ello, queda en las expectativas y, porqué no, momento vital por el que esté pasando cada espectador.