Frost

En esta ocasión voy a ser yo el que discrepe con el público en general: he disfrutado de Frost, producción islandesa (quién lo diría) que quizá sea uno de los found footages peor valorados de los últimos meses. Personalmente reconozco que es la mar de entendible el porqué del rechazo general, y por supuesto, muy respetable; sin embargo considero que el filme, además de la oportunidad que se merece, contiene muchísimos puntos positivos por los que la película merecía mucho mayor reconocimiento del obtenido.

Frost no es el found footage que parecía en un principio, ni tampoco el tipo de found footage al que estamos acostumbrados, puesto que es de las pocas propuestas adscritas al subgénero del metraje encontrado que no termina siendo una monster movie, ni un thriller sobrenatural. De hecho finalizamos el visionado de la película sin saber, de manera notoria, qué es realmente Frost. En realidad me atrevería a señalar que es casi como un subgénero aislado. Un found footage completamente inusitado y genuino, con perspectivas y ambiciones distintas a las habituales; lo que en cierto modo explica que haya provocado semejante rechazo. El espectador asiduo a este tipo de producciones debe ser consciente de que se enfrentará a un producto de ritmo lento, con un número de actores reducido, continuos abusos en el movimiento de la cámara - práctica absolutamente mareante y odiosa – , y un montón de escenas inexplícitas cuyo éxito dependerá del reparto, de las expectativas creadas y finalmente de su eficacia y capacidad para impactar en el espectador. Eso es lo que en términos generales sería Frost, sino fuera por una excepción trascendental: tanto el desarrollo como el clímax final de la película no eran los previstos (lo que no significa que sean malos). Lo que pretendo matizar es que ése es, precisamente, el mayor reto que nos propone Frost; que el espectador asiduo al found footage no va a ver lo que en el fondo esperaba ver. Ni tampoco asisitirá al tipo de clímax al que está acostumbrado. Es como si hubiera en Frost un factor con el que el espectador no contaba (porque iba completamente ciego) y que supone un gran choque. Un choque que decepcionará a muchos pero que, por alguna razón, sabrá satisfacer a muchos otros, en cuyo grupo me podría situar perfectamente. Sin duda alguna podríamos definir Frost como un “filme hostil”.

Una vez explicada la gran controversia en la que se ve envuelta la película, cabe reconocer que Frost es una película con unas cualidades brillantes en comparación con los found footages con los que nos bombardean continuamente. La ambientación es extraordinaria y muy por encima de la media, sin embargo es una auténtica lástima los recursos estéticos tan propios del found footage le impidan lograr esa potencia visual que quizá le falta a Frost y que impide que el espectador sea capaz apreciar, en su máximo apogeo, esa espléndida atmósfera que el filme posee. Pero todo ello no impide que, efectivamente, estemos ante una película altamente atmosférica y fría, sumergida bajo una hermosa helada de la profunda Islandia.

También tenemos los mismos errores de siempre: ¿qué importancia tiene la maldita cámara? No tiene ninguna, en el fondo; al igual que ocurre en cientos de producciones similares. Es por eso que aplaudiré siempre a mi querida The conspiracy cuya introducción de la cámara es muy sutil y coherente; sabe hasta dónde se puede grabar, y ese límite está ausente en esta ocasión.

El reparto es muy plausible. La hipnótica belleza de Anna Gunndís (que interpreta a Agla) inunda la pantalla y petrifica al espectador; y tanta ella como su compañero de reparto consiguen salvar ese realismo y ese interés que las estupideces del guión – propias de un borrador – ponen, en ocasiones, en tela de juicio. En cuanto al final decir que, como es habitual, Frost deja muchos cabos sueltos y nunca llegamos hacernos una idea de lo que realmente acabamos de ver. Se nota que el guión no termina de despegar y permanece como incompleto; pero a pesar de todo he de admitir que me sorprendió gratamente. No me esperaba ese tipo de salida que en última instancia me hizo pensar y recapitular. Además el desarrollo del guión logra mantenerse fiel a sus intenciones introductorias; desgraciadamente no todo lo que me hubiese gustado, pero consigue conservar su ideología, aspecto que se agradece y que le otorga un toque absolutamente innovador a Frost, algo que no podemos decir de “otras”propuestas similares que aspiran a ser tantas cosas que luego no sabes ni qué decir de ellas.

Frost nos invita a ver el mundo con otros ojos, los ojos de la bella actriz islandesa Anna Gunndís; una mirada petrificante que subyuga e hipnotiza al espectador bajo una mezcla de folclore islandés, exploradores catatónicos y un misterio aún por resolver que supo embriagarme y mantener mi interés de principio a fin. No es la película perfecta, hay mucho que pulir y muchas lagunas de por medio, pero asimismo demuestra que se puede seguir innovando y apostando por otro tipo de historia y por una manera de hacer cine que, aunque huya de convencionalismos y pueda resultar capcioso, tiene una personalidad arrolladora y un encanto inefable que no todos sabrán ver y apreciar. Altamente recomendable.