+1

Sin duda, es complicado ser un adolescente. Tienes las hormonas revolucionadas, el sexo te resulta atractivo casi con cualquiera (y si hay belleza de por medio, más), y parece que cada batalla vaya a ser la última. Entre la pasión y la incomprensión del resto de la sociedad, el adolescente parece dedicar su tiempo a una tarea hercúlea: autoafirmarse y encontrar su propia voz. Al margen de la futilidad de dicha tarea (quien escribe tiene 35 años y sigue buscando), la autoafirmación puede verse, desde cierto punto de vista, como un intento de averiguar quién se es y a qué grupo se pertenece. Al final, te definen tus peculiaridades y las de aquellos de los que te rodeas. Y, muchas veces, ambas cualidades entran en conflicto la una frente a la otra: parecerme demasiado a mi grupo me hace sentirme como en casa, pero puede anularme. Pasamos media vida buscando diferenciarnos de nuestro grupo, al que pertenecemos libremente y del que no queremos separarnos, porque, probablemente, nada hay más aterrador que el parecido.

Esta chapa inicial es para intentar dar paso y presentar esta película sin contar más de lo estrictamente necesario, pero a la vez poder argumentar un par de cuestiones. +1 es de esas raras películas que consigue un equilibrio extraño y estimulante. Su visionado es sencillo y placentero, y no te exige devanarte los sesos sino que te pide que te sientes en el sofá y disfrutes del camino. Pero su posterior digestión es un poco más molesta.

¿Por qué? Porque la película TIENE que significar algo, no puede ser sólo un ejercicio más o menos brillante, pero vacío y sin peso. No.

Este que escribe piensa que no lo es, y está casi convencido de que hay, realmente, una reflexión y un punto de vista, casi filosófico, en esta propuesta divertida, extraña y, eso es incuestionable, arriesgada: Jill (Ashley Hinshaw) y David (Rhys Wakefield) son una pareja de adolescentes que rompen tras descubrir ella al chico besando a otra chica. Pero esa noche tiene lugar en la ciudad la mayor fiesta de la temporada, y todos estarán ahí. David acude con el propósito de recuperar a Jill, pero ella va con otro ; su amigo Teddy (Logan Miller), como todo adolescente de su edad, espera ligar. Su amiga Brenda (April Billingsley), como siempre, sabe que acabará sola porque es la rara del grupo.

Ninguno de ellos cuenta, sin embargo, con que la noche pueda convertirse en algo completamente diferente. Como en tantas películas de terror, una suerte de cometa cae del cielo. Lo que viaja en él, se mueve a través de la electricidad, y sus efectos serán imprevistos y devastadores para estos adolescentes.

+1 juega en la liga de Chronicle, en el sentido de ofrecer una relectura de una historia con visos clásicos (las referencias, una vez vista la película, son bien obvias) desde un punto de vista contemporáneo y de análisis sociológico de la juventud actual. Como se ve por el argumento, los estereotipos adolescentes son los adecuados a este fin: David está dispuesto a hacer lo que sea con tal de recuperar a Jill; Teddy, con tal de ligar; y Brenda, con tal de no sentirse un bicho raro. Juega a su favor, también, la ausencia de adultos: los personajes son tópicos, sí, pero su desarrollo es acertado y funciona. Sin embargo, un adulto sólo hubiera servido para poner, a modo de coro griego, en tela de juicio las costumbres adolescentes: es decir, sexo, música, alcohol y drogas. Y aquí no se trata de juzgar el modo de ser de una generación sino, paradójicamente, de hablar de algo mucho más clásico y menos posmoderno: que, en el fondo, el hombre sigue siendo un lobo para el hombre.

+1 es la siguiente película de Dennis Iliadis, responsable del (para este que escribe) brillante remake de The Last House on the Left. Con ésta, comparte el centrarse en lo peor del comportamiento humano; con su anterior obra, “Hardcore” (2004), el retrato certero, sea descarnado o no, de la juventud. Puede parecerte fallida o una obra maestra; da igual, de lo que no hay duda es de que Illiadis posee personalidad para mirar la realidad, y capacidad para encontrar historias significativas en ella.

A un servidor, salvo por un momento medio gore en el tramo final de la película, que me parece metido con calzador, le ha parecido satisfactorio el visionado. Recomendaría enfrentarse a ella sin prejucios: no vamos a ver extrema violencia o una tensión insoportable; sin embargo, vale la pena recalcar que la historia tiene un punto peculiar y puede desconcertar. Y, sobre todo, una vez vista, al limitarse a contar su historia y evitar convertirla en símbolo de nada, puede surgir la duda: ¿esto tiene algún sentido, o es sólo un divertimento? El divertimento, por sí mismo, es ya un fin; sin embargo, parece que las alarmas saltan… A quien escribe sí le ha dado que pensar, y eso no lo consiguen todas las películas. Una última advertencia: EL TRAILER ES UN GRAN SPOILER DE DOS MINUTOS.