All Hallow's Eve

Una casa, una niñera, dos niños y una cinta VHS, que algún tarado ha dejado en la bolsa de caramelos del más pequeño. La mezcla ideal para una noche de 31 de Octubre terrorífica. El siniestro payaso, hilo conductor de las macabras historias que contiene la cinta, será el maestro de ceremonias para una fiesta que no puede acabar bien. Si Halloween es de por sí especial, esta noche nos regalará un “truco o trato” inolvidable, aunque probablemente para mal.

“All Hallows Eve” intenta, desde su precipitado arranque, convertirse en serie b de referencia para exclusivo consumo durante la noche de Halloween. Digamos que aspira a ser la nueva “Truco o Trato”, a sacar un dinerito fácil editándose justo antes de la festividad de Todos los Santos; y lo hace con más descaro que ideas y medios. Todo sobre la base del corto que precedió, en 2011, el debut de Damien Leone dentro del largometraje: este escritor, guionista, editor y especialista en efectos especiales, bastante novel en todas estas lides, ha optado por tirar del formato antología para sintetizar su visión acerca de la Noche de Difuntos.

Obviamente resulta un formato que se adapta como un guante a la variedad monstruosa de disfraces que lucen los niños para pedir su ración de dulce droga. Pero, en esta ocasión, parece que la división capitular venga justificada realmente por la comercial inclusión de un cortometraje que tan buen resultado le dio a Damian hará un par de años.

Siendo honesto, aquella se trataba de una correcta pieza atmosférica capaz de suplir su ausencia de argumento con una sucia puesta en escena, apoyada por un violento gore negruzco y una envolvente música minimalista. Sin embargo, unida a otros cortos de menor calidad e igual falta de argumento, incluso diría una flagrante falta de mimo en el apartado estético, y a un segmento de unión intrascendente, el conjunto final no alcanza un mínimo de entretenimiento, por mucho que se haga simpática en varios de sus tramos. Es justo reconocer que su desopilante mezcla de payasos siniestros (la criatura más lograda), demonios, niñeras, mutantes y alienígenas – dentro del acostumbrado marco formado por enormes casas solitarias, subterráneos ominosos y carreteras abandonadas – sintetiza de buena forma los distintos tópicos asociados a Halloween. Una pena que la propuesta no se atreva a ir un paso más allá, aportando algo de complejidad a las tramas que la componen. O siquiera intentando darle un tinte de horror genuino al asunto: los “sustos” se concentran en el segmento intersticial, sin mucha eficacia.

Pero, ¿qué hizo interesante aquel primer cortometraje de veinte minutos llamado “Terrifier” y en esta producción falla miserablemente? Al menos, en lo que a un servidor respecta, sería su atmósfera onírica, su casi surrealista carencia de sentido. “Terrifier” se une a esa tradición donde el estilo lo es todo y la falta de una línea coherente se convierte en el principal atractivo de su no-historia. Además, incluye una nostálgica mirada a los elementos icónicos de la serie b setentera y ochentera, donde la imaginería del exceso (que no Esteso) se adueñaba de la pantalla desbordando truculencia y agresividad. Hasta la fotografía viene a recalcar esta sensación de pesadilla haciendo gala de una sobreexposición agudizada por el uso del tan “postmoderno” filtro grindhouse (¡qué daño has hecho Tarantino!). Un payaso asesino, omnipresente, silencioso y tendente al humor negro, se erige en dueño de la función y nos regala un mal sueño que funciona dada la brevedad de la píldora en la que era presentado.

Bien, “Terrifier” está presente en “All Hallow’s Eve”. Lo cual implica un segundo visionado que deja demasiado al aire las vergüenzas de su escaso guion – por no haber, no hay ni apenas diálogos –. La cinta VHS – otro “postmoderno” guiño al cine que homenajea o copia, vaya usted a saber – contiene a la historia que protagoniza Art el payaso como la tercera del lote, pero es a través de este mismo personaje que se quiere dar una sensación de continuidad forzadísima, donde “Truco o Trato” la deja a la altura del barro merced a un trabajo claro y definido.

Digamos que Damian se contenta con exponer los elementos característicos del horror, con una dignidad apabullante dado su exiguo presupuesto, esperando que reuniéndolos se produzca el crisol mágico y la antología funcione sola. Este vacuo trasfondo se va cimentando minuto a minuto por actuaciones prescindibles, una dirección simple y una edición a la que le cuesta destacar los variados elementos del terror fantástico que antes enumerábamos. Peor aún, varios efectos especiales y maquillajes rozan el ridículo, que no lo gracioso; mención especial para el segmento del alienígena: me costó bastante prestarle más atención que a mi botella de cerveza. Desconozco si esta segunda historia fue otro cortometraje independiente en su día, pero la verdad que poco importa: es la peor de la película con diferencia.

Pero aún queda más reciclaje. Uno que destaca menos, porque simplemente el corto que fagocita es bastante pueril en cuanto argumento, por eso mismo supongo que no tuvo la misma difusión previa que “Terrifier”. Durante la primera historia de nuevo tenemos a Art el payaso haciendo de las suyas, pero al servicio de una secta satánica de mutantes venida a menos. Es decir, el primer cortometraje de Damian (rodado en 2007): “The 9th Circle”. Como si estuviésemos ante un descarte del peor cuento de Clive Barker, que no es decir poco.

Entonces, “All Hallow’s Eve” aprueba por los pelos y únicamente porque su tercera historia se justifica por sí sola. De hecho, y puesto que ésta andaba publicada, si no me equivoco, en youtube, os remitiría a que le echaseis un vistazo y os olvidéis de esta antología. A no ser que el próximo Halloween no se os ocurra otra cosa para ver; pues su temática (o falta de) la hace propicia para disfrutarla como recompensa tras un exitosa recolecta de dulces.

Premio “basura” especial para el diseño de la carátula… en los tiempos que corren, donde los buenos ilustradores poco menos que ruegan por trabajo, parece casi de delito. Supongo que saldría más barato improvisarla. A veces, así le va al cine independiente: un poquito más de esfuerzo señores, que la imaginación no se paga con dinero.