Scenic Route

Dicen que una forma de conocer bien a alguien es hacer un viaje con él; es en estas convivencias donde se descubre el material del que están forjadas las amistades. El cine de terror, en este aspecto, ha explorado y seguirá haciéndolo la pérdida de la amistad y de la lealtad cuando se somete a situaciones de tensión. Son incontables las cintas que comienzan con un viaje en el que de pronto todo se tuerce y rápidamente la camaradería, el buen rollo y hasta el amor abandonan el barco sin previo aviso… Son menos, en cualquier caso, los títulos que deciden entrar de lleno en el análisis de esas amistades, y mondar las capas de sus personajes para presentárselos desnudos al espectador a modo de espejo en el que ver sus propios defectos.

Carter (Dan Fogler) no está dispuesto a dar por perdida su amistad con Mitchell (Josh Duhamel) y ha planeado un viaje en su destartalada furgoneta a través del desierto de California para, por el camino, ir recuperando el tiempo perdido. Pero lo cierto es que apenas se hablan y entre sus dos asientos parece existir un abismo de indiferencia… Así que, antes de que el viaje termine, en mitad de ninguna parte, Carter finge una avería y aprovecha el parón para decir todo lo que tiene atragantado desde hace años.

Este es el punto de partida de Scenic Route, historia que deriva en una cinta de supervivencia cuando los protagonistas descubran que el coche se ha estropeado de verdad. Como toda película de este género, los protagonistas sufrirán las crueles inclemencias de la naturaleza, en este caso el calor y la sed, mientras tratan de dirimir su diferencias.

Los hermanos Goetz, que dirigen el film, presentan a los personajes a la mitad de la historia, donde se han transformado en dos auténticos salvajes enconados en terminar el uno con el otro para, rápidamente, introducir un flashback e iniciar la aventura. La decisión desde luego engancha al espectador, pero también le transmite una idea sobre el tono general de la trama que termina por no ser cierta; esto es algo que no tiene que ser necesariamente malo pero que puede llevar a más de uno a una decepción en la resolución.

Si bien es cierto que, como película de supervivencia, las peripecias de estos dos amigos no resultan demasiado satisfactorias. Los aspectos de construcción de personajes y los diálogos de Scenic route la hacen 100 por 100 disfrutable. Carter y Mitchell representan 2 posturas enfrentadas a la hora de ver la vida: el primero es un soñador y un Peter Pan, incapaz de crecer, que se miente a sí mismo para evitar ver que su vida no va a ninguna parte. Por otro lado Mitchell es un conformista que ha renunciado a sus principios y sueños en favor de una estabilidad y una aparente madurez que, aunque no lo reconoce, le está devorando por dentro. Con esta polaridad de carácteres lo normal es que salten chispas. En los constantes ataques verbales del uno al otro el espectador descubrirá una reflexión sobre el precio de la madurez y sobre la dificultad de ser fiel a uno mismo… transformándose el desierto en una suerte de prueba cuya superación llevará al autoconocimiento y a una nueva forma de afrontar la vida…una prueba que sólo podrán superar llegado ambos a un punto de entendimiento (¿Pero en la vida real se puede salir de ese desierto? ¿Es todo tan fácil?).

Este toma y daca de los protagonistas puede recordarnos a ratos Resolution, también lo hará el tono general de film aunque, a diferencia de la mencionada, Scenic Route es muy convencional en su narración, pese a que guarda una buena sorpresa final y cuenta, además, con un acabado visual mucho más solvente. Otro de los filmes a los que nos remite será la obra del siempre interesante Gus Van Sant, Gerry; ambas compartirán desierto y amigos perdidos en la nada: aunque la que reseñamos apuesta más por el diálogo y sus protagonistas y la de Sant por el nihilismo estético.

El guión y las interpretaciones de la cinta son sin duda su principal baza para gustar; en muchos momentos tendremos la sensación de estar ante una adaptación de teatro más que ante un guión original y tanto Dan Fogler como Josh Duhamel pondrán toda la carne en el asador para insuflar de vida a sus personajes; los pocos secundarios de la película estarán igual de afinados.

Todo lo dicho anteriormente hace de esta cinta un entretenimiento ligero y bien montado siempre y cuando se aborde como lo que es: una película donde es más importante lo que se dice que lo que sucede, una aventura de emoción en crescendo pero de poca intensidad y una fábula sobre la amistad y la madurez.