The Other Side of Sleep

Arlene sueña… Se levanta y abre la puerta de su habitación. Después despierta y no recuerda nada, es de día y está en el bosque que rodea la pequeña localidad en la que habita. Yace junto a una joven llamada Gina. Se despereza y presiente que Gina es tan real como el bosque; pero entonces la mira y se da cuenta de que Gina no puede despertar porque ella sigue durmiendo. ¿Está Arlene despierta o siempre estuvo dormida? Se encuentra desconcertada y no está muy segura de lo que ha ocurrido. Se trata de un hecho tan apacible como tremebundo, pero ni se inmuta; y siente que alguien la acecha oculto tras los árboles. Alguien lo ha presenciado todo. A partir de ahora, siempre dudará, ¿se trata de una pesadilla o de un choque de realidad?

Oculta un secreto. Parece una ilusión pero trata sobre una obsesión. Una charada de tres perspectivas, dos misterios y una sola protagonista. Un doble juego excéntrico e ingenioso que converge en un mismo punto inicial, pero tan sumamente lánguido… Si de verdad alguien creía que todo estaba contado y que Berberian Sound Studio era única en su género, sin duda alguna es que todavía no ha experimentado algo como The other side of sleep. Si tuviera que definir con una sola palabra la experiencia esa sería, sin dudarlo: frustrante. Frustrante porque es imposible saber qué he visto, ni qué se pretendía con esta película. De hecho ni siquiera sé de qué va The other side of the sleep. No sé si se trata de una broma, de un ademán por llamar la atención, o simplemente solo se hizo para sacar de quicio al pobre espectador menos asiduo al cine experimental que tuvo el infortunio de toparse con ella. Pero hay un ejercicio realmente místico en todo esto, una inestabilidad que se respira real y empática; espontánea.

Me encantaría poder ser más explícito y decir qué es lo que realmente me fascina de The other side of the sleep, “ser capaz de discernir entre sueño, realidad y locura”, pero no lo soy. Y en realidad estoy convencido de que la única persona que capacitada para hacerlo, mejor que nadie, se llama Rebecca Daly, directora y coguionista de la película. Sin embargo no todo me ha sabido a nadería cementosa; ahora ya sé que The other side of the sleep no es ese thriller dispuesto a desentrañar los misterios que en ella habitan. Ni probablemente la perspectiva del triángulo sea tan interesante como cabría esperar. El misterio al que alude la película es tan simple como la típica historia de una conexión entre almas gemelas destinadas a conocerse, a coincidir de un modo u otro; y me atrevería a decir que de precisamente eso dependerá su éxito: de una conexión.

Sea cual sea su intención última, The other side of sleep tiene una gran virtud con la que todos estaremos de acuerdo: Antonia Campbell-Hughes. Su actuación es absolutamente maravillosa; por momentos me recordaba a esa atormentada Elizabeth Olsen, tan débil e incoherente, en la fantástica y realista Martha Marcy May Marlene (película que considero trágica y espeluznante, pero que al igual que esta The other side of sleep de la que hoy os hablo, jamás recomendaré de forma abierta). Sin duda alguna The other side of sleep, como ejercicio empático, es excelente; consigue sumergir al espectador en un problema realmente serio de un modo convincente.

Sinceramente The other side of sleep es la película que nunca deberías ir a ver a un cine o acompañado. Es tan lenta y se mueve con tal renuencia que agotará al hiperactivo con más brío. Tan pausada como la hermosa realidad, tan muda como que no necesita palabra alguna, y tan críptica que parece destinada, sin remedio, al olvido. Quizás hubiese sido mejor guardármela para mis entrañas y así evitar el atentado de inducir, a quien sea, a visionar algo semejante. Pero como suele suceder en estas ocasiones, “lo dicho, dicho está”, y la última decisión siempre está en vuestras manos.