Here comes the devil

Adoro Penumbra, la penúltima película de Bogliano. Ya sé que no viene al caso y que la película dividió en su momento a la crítica; pero no daba un duro por ella - ni un mísero centavo – y al final resultó ser una de las mejores y más especiales películas que vi durante aquel 2012. Lo que precisamente hace que sea todo un misterio el hecho de que Here comes the devil sea de lo peor que he visto durante el 2014 en curso.

Here comes the devil logró engatusarme. Un prometedor tráiler, seguido de un buen número de críticas que han llegado a puntuar la película incluso con la máxima puntuación y siempre poniendo de manifiesto los parecidos existentes entre la obra de García Bogliano y la adaptación cinematográfica que Peter Weir realizó de Picnic en Hanging Rock (obra de la que me considero todo un fanático)…; a pesar de que en cierto modo sonaba demasiado utópico, todo apuntaba a que Here comes the devil iba a ser una de las grandes películas del año. Sin embargo…

Here comes the devil se vende estupendamente, pero a la hora de la verdad es muy vaga y bastante pobre en todos los sentidos. Es cierto que se mantiene fiel a las anteriores películas de su director. Bogliano sigue apostando por ese “sexplotation” marca de la casa, sigue apostando por el entretenimiento y sigue manteniendo ese estilo setentero tan encantador; pero lo que realmente importa es que lo prometido… acaba siendo una payasada. No es la obra maestra arriesgada y deslumbrante que se esperaba ella. En realidad es una banalidad poco original y tontorrona de estructura laxa y lábil. El gran error del guión de Here comes the devil es que quiere ser tantas cosas, que al final no sabes qué demonios pretendía. Desconcierta al espectador. Arranca intentando, neciamente, emular a Picnic en Hanging Rock con todo el tema del comienzo de la pubertad, el despertar sexual y un monte de Venus hecho de piedra que resulta más que pretencioso - dado su poco y nimio uso – ; a continuación le sigue un premioso juego al estilo thriller de venganza y por último subcumbe bajo la sombra de El Exorcista, intentando encajar todas las piezas mal resueltas. Si la intención era evocar las divinidades de Hanging Rock, menudo pedazo de patata le ha salido a Bogliano con Here comes the devil. Desconozco el porqué de hacer tanto hincapié en la obra de Weir. Pero que nadie se equivoque, la obra maestra del director australiano no tiene mucho más en concordancia con Here comes the devil a excepción de lo ya comentado hasta el momento. Y si Bogliano tenía la inteción de acercarse más profundamente a Hanging Rock, desde luego no acaba de desarrollar correctamente sus intenciones.

La película se toma tan en serio a sí misma y construye una estructura tan compleja, que no se entiende, de ningún modo, que opte por semejante conclusión. Y qué decir de la “última bala”; pues que ni sorprende, ni alegra, ni suma, ni resta…; lisa y llanamente, indiferencia absoluta.

La ambientación y los primeros planos, así como la banda sonora, pues no son más que un recordatorio del marcado estilo que ha ido cimentando García Bogliano a lo largo de su carrera. De algún modo el conjunto sigue resultando atractivo, pero en este caso, Here comes the devil resulta visualmente muy vulgar, chabacana y especialmente… fea. No termina de explotar toda esa belleza paisajística que estaba al alcance de su mano; y ese monte de Venus al que antes hacía referencia no pasa de ser una mera curiosidad que Bogliano no sabe cómo exprimir, ni tampoco cómo enlazarlo con la inocencia corrupta que proponía Picnic en Hanging Rock y que era, precisamente, donde residía la magia de todo el asunto.

En cuanto al reparto nos encontramos, más o menos, con lo previsto. La protagonista Laura Caro se come la película con una excelente actuación que sorprende gratamente y eclipsa por completo al resto del reparto, del cual son los críos quienes se llevan la peor parte.

Sinceramente, no me ha gustado Here comes the devil. No me parece una película encomiable; de hecho creo que estamos ante una película digna y merecedora de situarse entre “lo peor del año”. Es chapucera, vaga y está mal escrita; pero dentro de lo malo funciona por momentos, y me sabría muy mal malograr el gran trabajo de su pareja protagonista, por esa razón me decanto por el suficiente llano y agónico. Pero en cualquier caso, no la recomiendo.