Seguridad no garantizada

Pocas veces una premisa argumental me ha provocado mayor desconcierto. Seguridad no garantizada, debut en la dirección de Colin Trevorrow, cuenta la historia de un tipo que publica un anuncio por palabras en un periódico local buscando un compañero para emprender un viaje en el tiempo. El anuncio incluye una inquietante y lapidaria sentencia final: “la seguridad no está garantizada”. El hastiado editor de una revista de actualidad e investigación, acompañado de un par de becarios, iniciará una investigación con el objeto de descubrir la realidad que se esconde tras el anuncio.

De la sinopsis de Seguridad no garantizada podría haber salido cualquier cosa. Desde un sci-fi de bajo presupuesto repleta de cargantes teorías pseudo-científicas - más o menos trabajadas o fundamentadas – acerca de los viajes en el espacio-tiempo, hasta un thriller sobre conspiraciones gubernamentales en el que los viajes en el tiempo actaran a modo de mcguffin para ofrecernos ciertas dosis de suspense acompañada de un par de secuencias de acción más o menos apañadas. Pero nada de estos es lo que finalmente nos ofrece Seguridad no garantizada. En cierto sentido la posibilidad de viajar en el tiempo sí actúa como mcguffin, pero el guión de Derek Connolly se decanta por una comedia romántica que deambula entre la amargura inicial de alguno de sus protagonistas, la búsqueda desesperada de la felicidad, la oportunidad de redención y el toquecito freak que en todo momento aporta esa posibilidad de destrozar las leyes elementales de la física.

Todos los personajes de Seguridad no garantizada huyen de “algo” o buscan “algo”. Kenneth dedica toda su vida, todos sus esfuerzos, a construir una máquina del tiempo con el objetivo de reparar un desgraciado pasaje de su propio pasado. Pero en realidad esa máquina del tiempo no es más que un símbolo de su necesidad de escapar, de alejarse, de dejar atrás una gris y solitaria existencia. Una vida carente de emoción… y de amor. Su misión sufre un vuelco inesperado cuando conoce a Darius, una joven desorientada y sin un proyecto claro de futuro que no se encuentra cómoda en ningún lugar. Ambos se complementan. Ambos se necesitan. Ambos encuentran en el otro la oportunidad de dejar de sentirse solos, aislados. Ambos, irremediablemente, se enamoran.

De eso trata Seguridad no garantizada, de personajes que están a un paso del abismo y que buscan desesperadamente una segunda oportunidad. Y la encuentran… en el amor, en la amistad, en la necesidad de creer que hay algo mejor. Y de esta manera, poco a poco y sin forzar en exceso la máquina, Seguridad no garantizada nos introduce en este universo de personajes frágiles, abandonados y con un puntito freak a los que acabamos deseando, con todas nuestras fuerzas, que todo les acabe saliendo como ellos desean, como ellos se merecen. Le añadimos a este par de maravillosos personajes y a su arrebatadora historia de amor todo el asunto del viaje en el tiempo, unas gotitas (pocas) de suspense, un sanísimo sentido del humor, cierta sensación de nostalgia y un par de suculentos personajes secundarios (el periodista de vuelta de todo que encuentra su particular redención en una antigua y ahora renacida historia de amor, y el inocente becario al que se le abrirán un mundo de nuevas oportunidades), y el resultado no puede ser otro que un viaje iniciático (que no espacio-temporal… si realmente se produce o no el viaje en el tiempo es una incertidumbre que os acompañará hasta prácticamente el último fotograma de la película) que desembocará en una deliciosa comedia sentimental contada de manera fresca, inteligente y optimista. Todos nos merecemos una segunda oportunidad. Muy recomendable.