Wolf Creek 2

En 2005 el realizador australiano Greg McLean se ganó el aplauso de buena parte de los aficionados con una mezcla de survival y slasher titulado Wolf Creek. La historia, por lo visto basada en hechos reales ocurridos en Australia a finales del siglo pasado, no guardaba grandes secretos: tres jóvenes deambulando por las cercanías de Wolf Creek, un enorme cráter formado por el impacto de un meteorito; y un tipo aparentemente amable y bonachón cuya mayor afición, para desgracia de los sufridos excursionistas, era colgar y trocear a sus víctimas en el interior de una remota cabaña. Personalmente nunca he sido demasiado entusiasta de Wolf Creek. La película tenía cosas buenas… las vistas de Wolf Creek eran espectaculares y por otro lado era prácticamente imposible no tomarle cariño al entrañable personaje de Mick Taylor. Pero por desgracia la primera mitad de la película siempre me ha resultado difícil de soportar. En cualquier caso la película fue un éxito, cosechó algún que otro premio en festivales especializados y llegó a estrenarse en las salas de cine de nuestro país; por lo que una probable secuela de Wolf Creek parecía una apuesta segura. Sin embargo hemos tenido que esperar ocho largos años para tener lista dicha secuela.

Atraídos por la promesa de unas auténticas aventuras en Australia, tres mochileros visitan el legendario cráter de Wolf Creek. Sin embargo su aventura se convertirá en una pesadilla cuando se encuentren cara a cara con el último hombre que cualquier persona querría encontrar en un lugar como ese: Mick Taylor. Mientras los mochileros tratan de huír, el psicópata irá tras ellos a través de un territorio salvaje. Sólo cuando los jóvenes acaben en la guarida de Taylor, se darán cuenta de la verdadera monstruosidad que hay en su interior…

Primera buena noticia: Greg McLean vuelve a ponerse tras las cámaras y se encarga también del guión de la secuela. Segunda buena noticia: la que supongo que todos los fans del primer Wolf Creek esperaban… Mick Taylor, el Cocodrilo Dundee psciópata, se convierte en el único y auténtico rey de la función. En esta ocasión no tendremos que esperar casi media película para reencontrarnos con el granjero de sombrero de cuero, camisa de cuadros y cuchillo afilado. Mick Taylor irrumpe en escena a la primera de cambio y se dedica a dar rienda a su gran pasión: acosar y descuartizar a todos aquellos ingenuos mochileros que todavía no han aprendido la lección de que viajar solos por el desierto Australiano suele pagarse con sangre. De manera que Taylor no tarda en desenfundar el cuchillo y soltar un par de chistes malos justo antes de cepillarse a cada nueva víctima. Por mi parte ¡genial! Si hay algo que echaba de menos del primer Wolf Creek era, precisamente, volver a ver al bueno de Taylor en acción. Y en cierto modo Taylor no decepciona a nadie; su sola presencia es garantía de humor negro, violencia incontrolada y sangre a raudales. De hecho todo hubiera sido perfecto si no fuera por un pequeño pero significativo detalle: cuando Taylor ya llevaba un buen rato persiguiendo a los ratoncitos de turno… resulta que empecé a aburrirme.

El asunto todavía funciona cuando Taylor decide ponerse al volante de un enorme camión, pariente cercano de El Diablo sobre ruedas (Duel, 1971), perseguir como un poseso a su nueva víctima, y de paso esquivar in extremis a una manada de canguros salvajes (el CGI se nota a la legua, pero la secuencia es espectacular). Pero lamentablemente el juego del gato y el ratón se alarga en exceso, y al final tuve que soportar un rutinario “corre, corre que te pillo” en el que la potencial víctima me importaba un pepino (Micky… acelera el paso y cárgatelo de una vez). Quizás este Wolf Creek 2 me gustó un poquito más que su predecesora… pero no fue suficiente. Con todo, si no sois demasiado exigente con la película y teníais ganas de reencontraros con Taylor, es muy probable que la película os entretenga e incluso satisfaga vuestras expectativas. Así lo espero… suerte.