El Torreón de las Muñecas

Ricardo y Silvia son dos reporteros que preparan un reportaje sobre el Síndrome de Diógenes. Una de sus visitas incluye Barcelona, y más concretamente un viejo edificio coronado por un lúgubre torreón. Allí conocerán a Antonia y empezará el horror; un horror que bebe de las turbias aguas de la brujería, la magia negra y lo ancestral.

Cuando un amigo me pidió que reseñase “El Torreón de las Muñecas” no las tenía todas conmigo. Hace años que apenas leo algo que no se haya escrito antes de la década de los 50, y principalmente de origen norteamericano. Con lo cual, acometer la lectura de una novela moderna y de origen español se presuponía como una especie de tortura particular.

Sin embargo, nada más lejos de la realidad, la obra de Guillermo Tato me ha hecho acordarme del maravilloso refrán: “rectificar es de sabios”. Tengo que tragarme mi primera impresión y reconocer lo amena y divertida que ha resultado la experiencia con el debut de este escritor alicantino, curtido en el mundo de la televisión y el cine. Apunto que este último dato no es nada baladí, pues su novela presenta características muy cercanas a cualquier guion de cine al uso, especialmente en lo que refiere al planteamiento visual de cada escena.

Pero ya metidos en faena, dejadme contaros que si por algo brilla “El Torreón de las Muñecas” es por su enfoque netamente terrorífico. Estamos ante un viaje al corazón del horror guiado por las leyendas de brujería que siempre han merodeado la crónica negra española. Todo un hallazgo que creo se prodiga en los libros editados por Tyrannosaurus Books; es decir, ¿no odiáis esas novelas actuales que se venden como “lo más terrorífico del año”, para luego vomitarnos unos dramones de aúpa? Pues bien, olvidaos de drama y romance, aquí encontraréis sólo adrenalina y vísceras.

Además tranquilos, no estamos ante un tratado costumbrista acerca de brujas; no, el horror que nos regala Tato se emparenta con películas cercanas del estilo “The Lords of Salem” o “Arrástrame al Infierno”. Y dado que Guillermo ha colaborado en cintas como “[REC] 3”, entenderéis que las alusiones cinematográficas sean las más adecuadas; en particular, encontramos la descripción de un viejo edificio barcelonés que parece directamente extraída de los dos primeras partes de la famosa saga de Balagueró y Plaza. Como os decía, el terror puro es el eje sobre el que pivota la prosa directa y sin complicaciones de la novela. Es, de hecho, esta narrativa inmediata la que agiliza la lectura hasta límites insospechados; plagado de descripciones sencillas, el libro se sigue como si de un capítulo de nuestra serie favorita se tratase. También reconozco que ciertos pasajes del nudo de la obra, su parte troncal, se presentan tediosos por repetitivos argumentalmente y porque, al tratarse de una escritura seca y aséptica, la falta de florituras y recursos estéticos pesan cuando nos enfrentamos a una novela de casi cuatrocientas páginas.

Otro de los factores que me gustaría destacar sería la naturalidad. Pese a encontrarnos frente a un relato sobre brujas –y os aseguro que la maldad e influencia de Antonia se presentan terroríficamente omnipresentes–. Y es que aunque la definición de personajes se desdibuja cuando nos olvidamos de Silvia, la protagonista, para tratarse de un cuento de terror urbano todo presenta una inquietante pátina de cotidianeidad que aporta una dimensión más de horror a la historia. Es decir, y sin entrar en molestos destripes, de cada esquina podemos esperar un asalto por parte de la malvada bruja. Como si se tratase de uno de los famosos cuentos de los Hermanos Grimm, aquí la pérfida hechicera no se anda con chiquitas y sólo busca medrar al lado de la Cabra Negra. Y yo tampoco debería andarme con rodeos: lo mejor de la novela aparece cuando Antonia, o su mefítica influencia, hace acto de presencia con sangre, mucha sangre.

En cuanto a documentación, y puesto que toca parte de esa crónica negra de la que os hablaba, no anda escasa la obra. Quizás hubiese preferido que la presentación de las leyendas, las fantasías y el folclore se hubiesen presentado de una forma entre original y documental; pero las breves pinceladas, que se nos aporta, ayudan de sobra a delinear un universo siniestro y satánico muy divertido. Tal vez, de haber incidido el autor –y creo que con 400 páginas a sus espaldas tenía un buen escenarios para ello– en la psique de sus personajes, estaríamos ante una obra sobresaliente; en lugar de ante una novela entretenida pero que no perdurará en la memoria tanto por esa levedad como por cierto exceso de tópicos. Vamos, en la línea de los últimos escritos de Stephen King, con quien Tato comparte parte de su estilo, lo que no es decir poco.

En resumen, estamos ante una obra eficaz a la que se le pueden poner pocas pegas, teniendo en cuenta que se trata de un debut. No esperéis a Poe ni a Lovecraft; aquí el terror se nos provoca a base de puñetazos que se ven venir pero son difíciles de esquivar. Un primer paso para un autor que de pulir tanto su estilo demasiado sencillo, pero cargado de sólidas descripciones, como los diálogos artificiales, puede dar mucho que hablar. Una compra, una relación calidad/precio, más que recomendable.

PUNTUACIÓN: 3/5

Diversión: 3
Terror: 4
Gore: 4
Originalidad: 1

EDICIÓN:

Páginas: 396
Formato: 148 × 210 mm.Portada a color (300 gr.) laminado mate, con solapas. Interior papel novela (80gr.) en blanco y negro.
Fecha de publicación: 25 de marzo de 2013
Precio: 16,45

Lo mejor: Una trama sólida salpicada de escenas cargadas de tensión y horror, como debe ser.

Lo peor: La solidez de la trama se sustenta sobre su ligereza y un uso excesivos de lugares comunes.