Confession of Murder

“Nae-ga sal-in-beom-i-da”, Confession of Murder, comienza con una de las mejores persecuciones que he visto en mucho tiempo. En serio:* en un tranquilo bar, una noche, un grupo de clientes se toman una bebida refugiándose de la lluvia cuando, de repente, irrumpen en él, vía cristalera, dos personas peleándose violentamente. Son el detective Choi (Jae-yeong Jeong) y un enmascarado, que al poco descubriremos es un despiadado asesino a quien el policía lleva persiguiendo un tiempo. La pelea-persecución se alarga por los callejones y tejados de los alrededores, convirtiéndose en uno de los mejores prólogos para una película que pueda existir. Es vertiginosa, original, y consigue que te sientas en esas callejas húmedas por las que los dos hombres corren a la desesperada.

El peligro de un arranque de esta altura es, obviamente, que el resto de la película nunca llegue a estar al mismo nivel. Por suerte, con Confession of Murder uno puede despreocuparse: no pierde un ápice de energía y la trama nunca deja de avanzar hacia un buen final, aunque puedas estar en desacuerdo con algunas de las decisiones que se toman por el camino.

15 años después de que, aquella fatídica noche, el asesino escapara de las manos del detective Choi, éste se deja ver en público. Se trata de Lee Du-sok (Shi-hoo Park), y ha publicado un libro contando cómo llevó a cabo esos crímenes, puesto que los delitos han prescrito. La opinión pública se vuelca con él, convirtiéndole en una estrella, mientras que el detective Choi debe hacer frente a la impotencia y la rabia. Y no será el único…

Nos encontramos ante una suerte de policíaco-thriller alejado del clasicismo y el realismo, y rozando territorios pelín rocambolescos y disparatados: planes de venganza descabellados, la relación entre el detective Choi y Lee… todo roza un poco lo artificioso. Sin embargo, se ve con naturalidad y gusto porque, en el fondo, aquí hay un asunto serio e interesante: el límite entre información y espectáculo en los medios de comunicación. Desde la exageración y el punto artificial que domina toda la película, se ve más claro cómo hay una diferencia entre el hecho de que un hombre confiese una serie de crímenes prescritos, algo que sin duda es de interés, y el que una cadena de televisión le organice una mesa redonda y le convierta en estrella, algo a lo que cada vez estamos más acostumbrados/inmunizados.

Desde este punto de vista, algunos de los giros de la historia se vuelven muy reveladores: la diferencia entre lo que ocurre realmente y lo que los medios están vendiendo que está sucediendo, y cómo éstos pueden intoxicar un asunto grave y complicar su resolución. No conviene avanzar demasiado en esta dirección para no ir desvelando nada.

El elenco actoral está francamente bien: el detective Choi está interpretado pro Jae-yeong Jeong, veterano actor sur coreano, y el asesino Lee es Shi-hoo Park, con también bastante títulos a sus espaldas en Corea del Sur, y su primera película tras un escándalo sexual bastante sonado. Es la segunda película de Byeong-gil Jeong, y no es descabellado afirmar que se trata de alguien a quien conviene seguir la pista… a pesar de que es a él a quien se le puede echar en cara el mayor “pero” de la película. Su anterior obra, Action Boys (2008), es un documental sobre los dobles de acción en el cine sur coreano. Imagino que el propio Byeong-gil Jeong viene de ahí, o lo conoce lo suficientemente bien. Y, si la primera persecución de Confession of Murder, como se ha comentado, es un prodigio, a lo largo de la película asistimos a dos más que no son tan de mi agrado. Es decir, no están nada mal, y son buenos ejemplos de imaginación a la hora de narrar y orquestar una carrera, pero rozan, si no son directamente, el “cartoon”, cuando la primera es mucho más seria e impactante: al lado de las otras, se podría considerar sobria, y esta contención juega a su favor.

Que esta tendencia al exceso humorístico en las persecuciones es un mal menor, sí; que a un servidor le supone un impedimento a la hora de considerar redonda a una película que casi lo es, también. Pero, a pesar de todo, no dudaría ni un segundo en recomendar su visionado. Es entretenida, dinámica, engancha, es inteligente y su capacidad de sorpresa se mantiene casi intacta hasta el final. Una pasada, vamos.