Ambert Alert

Hace ya cosa de algún tiempo que, abiertamente, me considero contraria y reacia al visionado de éste tipo de productos de metraje desestabilizado y aire supuestamente amateur, correspondientes al subgénero conocido como Found Footage. Si bien es verdad que existen títulos ligados a esta corriente que podrían considerarse dotados de la calidad suficiente como para entretener e incluso impresionar a un público ávido de nuevas sensaciones, tal como es el caso de producciones de la categoría de The Blair Witch Proyect (1999, Daniel Miric y Eduardo Sánchez), la cual recaudó en taquilla la friolera de 250 millones de dolares además de excelentes críticas a nivel internacional, o las más recientes y alabadas REC (2007, Jaume Balagueró y Paco plaza) y Monstruoso (2008, Matt Reves), ambas claros ejemplos de lo que todavía puede conseguirse bajo la pericia de una buena dirección y un planteamiento sólido y correctamente guionizado e interpretado, la inmensa mayoría de este tipo de producciones suelen ser experiencias fallidas y fácilmente olvidables debido al uso constante y reiterativo de ideas demasiado trilladas y carentes de originalidad. Entre los innumerables ejemplos que podrían referirse a la hora de respaldar este pesimista y personal planteamiento cabría destacar productos como la malograda Paranormal Activity (2007, Oren Peli), un auténtico filón de bajo presupuesto que recaudó solo en Estados Unidos la friolera de más de 100 millones o dólares, así como otras insufribles aberraciones del corte del tipo de The Zombies diaries (2006, Michel Barlett) o la sobrevalorada y más reciente V/H/S (2012, Adam Wingard), todas ellas evidentes muestras de la falta de originalidad y talento que, lentamente, desprestigia y consigue infravalorar este género ya desgastado y explotado hasta la saciedad. Es por ello que me complace el poder ensalzar la virtudes de una estupenda producción de género como lo es Amber Alert, una de esas maravillosas y formidables “rarezas” que consiguen demostrar la eficiencia de la correcta fusión entre una realista e interesante premisa y el uso moderado de recursos altamente dañinos como el desenfoque o el movimiento frenético de la cámara, lo cual a la larga corre el peligro de resultar molesto y cargante en exceso. Por supuesto, no olvidar otro punto importante como lo es el de la solvencia interpretativa del reparto, un detalle importante a la hora de dotar a la obra de la verosimilitud requerida para el caso.

Amber alert es un sistema de notificación para los casos de menores de edad desaparecidos. Este sistema viene utilizándose en varios países como Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos o Puerto Rico desde el año 1996. Los criterios de activación de este tipo de alarma son variados en función del tipo de zona donde se aplique, aunque suelen ser comunes algunos como el de la validación de la desaparición en cuestión por un departamento de policía, o que la posible víctima cuente con una edad inferior a 18 años.

Basándose en la realista hipótesis de la reciente desaparición de un menor en el condado de Washington, el director, productor y escritor Kerry Bellessa logra construir una road movie de carácter altamente eficiente y siniestro muy por encima de otros films de similar corte aunque diferente tipo de metraje como la reciente The call (2013, Brad Anderson), un magnífico ejercicio de cine con la participación de una más que solvente Halle Berry en el papel protagonista que, sin embargo, lograba decaer considerablemente en su tercio final. Lejos de pretender caer en los convencionalismos de éste tipo de producciones, el propio director afirmó en una entrevista concedida para el portal Cinéfiloz de Paraguay cuales fueron los motivos que le habían llevado a elegir este formato amateur para el rodaje de su primera producción como director, entre los cuales podían contarse su debilidad por este tipo de formato intimista y convincente, además de las evidentes carencias económicas de las cuales adolecía el proyecto. Sea como fuere, lo cierto es que el espectacular resultado conseguido supera, con creces, las expectativas generadas a tenor de un simplista aunque altamente eficiente hilo argumental:

Tres amigos salen de viaje con la intención de grabar un video para un reallity show. Durante el trayecto, descubren el aviso mediante sistema Amber Alert de un reciente secuestro. Los jóvenes descubren el coche del sospechoso en cuestión y se plantean si iniciar la persecución no. Tratan de ponerse en contacto con la policía, pero la llamada no surte el efecto deseado. Es entonces cuando toman la decisión de embarcarse en un peligroso y enrevesado juego persecutorio.

A pesar de que el film ha sido tratado en diferentes portales especializados como uno más de lo mismo desprovisto de la originalidad y concepto intimista pretendido por su director, cabe alegar en su defensa la facilidad mediante la cual la obra es capaz de transmitir al espectador sensaciones como angustia o desconcierto sin necesidad de recurrir a la utilización de elementos sobrenaturales o mostrar escenas explícitas como sucede en otras producciones de similar corte. Muy por el contrario, la intención de Amber Alert es la de presentar ante el espectador el concepto de otro tipo de horror mucho más terreno y, por desgracia, protagonista cada día de cientos de terribles titulares en portadas de revistas y periódicos de todo el mundo: el secuestro, abuso y asesinato de niños a manos de desaprensivos delincuentes pedófilos. Un tema especialmente escabroso, sobre todo, teniendo en cuenta que en un país como Estados Unidos, en el cual está ambientado el film, y Canadá son obligados a ejercer la prostitución cerca de 100.000 menores. Una cifra similar la componen aquellos que son explotados por la industria de la pornografía infantil. Estadísticas verdaderamente alarmantes y, sin duda, terroríficas a todas luces.

Para hacer más creíble y angustiosa la situación en cuestión, la cinta está aderezada con algunos breves momentos de tensión a los cuales, bien es cierto, se les podría haber sacado algo más de jugo. De un lado, resulta perceptible la continúa tensión que se respira entre los tres amigos, cuyas discusiones comienzan a ser cada vez más recurrentes. De otra parte, puede palparse el nerviosismo generado ante la cercanía del implacable secuestrador, cuya continua proximidad contribuye a la creación de una atmósfera oscurantista y muy conseguida. Una auténtica pena que estos instantes sean espaciados y efímeros, pues de haber sido mejor estructurados podríamos estar hablando de una producción francamente redonda.

Con la intención de dotar a historia de mayor verosimilitud, Bellessa culmina la obra con un punto y final repentino y abrupto, huyendo de recursos auditivos tan trillados como las interminables y molestas sucesiones de gritos u otro tipo de muestras inherentes a este género tales como el uso de la violencia indiscriminada en el último tercio o el movimiento mareante y continuo de la cámara. Como no podía faltar a modo de epílogo y para cerrar del todo la sesión, unos convenientes créditos tratan de advertir al espectador de que la historia de la cual acaban de ser testigos está basada en un supuesto hecho real.

En resumen, recomendaría a todas luces el visionado de Amber alert. No podría nunca calificarla como una experiencia nunca vista, pero sí como uno de los Found Footage más honestos y logrados de los cuales he tenido la oportunidad de disfrutar últimamente. Una producción que, si bien no me ha hecho recuperar del todo la fe en éste género, si ha conseguido convencerme de la posible efectividad de ciertos recursos siempre y cuando sean explotados de forma sabia y conveniente.