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Outcast

Descastado le viene al galgo

Outcast

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

A Henry le ponen la cara fina por donde quiera que va. Por fin, tras salir de la cárcel alcoholizado, cierra un trato con un tipo extraño que le promete poder para vengarse de sus enemigos. 3, 2, 1… la masacre satánica ha empezado.

Hoy os traigo una de esas películas desconocidas para la gran mayoría de aficionados al terror. Lo primero por tratarse de una producción bastante oscura de principios de los noventa, cuyo lanzamiento directo al mercado de VHS impidió una distribución potente, aunque llegó a ser doblada y editada en España. Lo segundo por ser una cinta bastante mala que no llega a los estándares de lo que un ser humano consideraría medianamente visible. Pero, por supuesto, vuestro amigo Bob es una criatura despreciable que sabe degustar la mierda y le encanta hacer recomendaciones para aquellos que sepan ver más allá de la pedantería actual que rodea al cine de terror. Así que dadme la mano y os llevaré a un basurero lleno de viejas cintas de vídeo quemadas.

Esta vez el invento ha sido fabricado en Canadá, con lo que todo ello conlleva. Siempre me ha resultado simpático el cine de terror que ha llegado desde ese país tan peculiar y aparentemente falto de personalidad. Sin ir más lejos recordad que “Pontypool” salió de las tierras recorridas por el Wendigo. Pero que los años y los kilometros de distancia no nos hagan perder la perspectiva, “Outcast” (no confundir con el bodriete británico de 2010) es tan pobre de argumentos como de presupuesto. Y con el añadido de quedarse un escalón por debajo de lo que le pediríamos a una “caspamovie” genuinamente divertida: el humor involuntario. No obstante consigue emitir una extraña aureola, quizás debido a una apreciable música y sus entornes suburbanos, que nos deja pegados a la pantalla. ¿Será la mezcla de thriller psíquico, cine de venganza, justicieros satánicos, la semilla del anticristo?

La cuestión es que cuando arranca la cinta uno no sabe a qué atenerse, imposible tomársela en serio. Tenemos a un “joven”, llamado Henry, que sufre el maltrato de todo ser vivo que se cruza en su camino; tampoco es que el muchacho se merezca nada mejor, el espectador enseguida le cogerá manía y se preguntará cómo es posible un vestuario tan cutre en una película medianamente bien filmada. Este sujeto es interpretado por John Tench, actor con un recorrido abrumador como secundario a lo largo de decenas de películas de gran presupuesto y series de televisión de éxito, de hecho es el único que da el pego como intérprete, pues el resto del elenco es para echarse a llorar. Una pena que la cinta no se prodigue en diálogos, pues ver a semejantes patanes abrir la boca supongo hubiese dado bastante risilla.
La trama va avanzando y por fin Henry cruza su camino con un misterioso hombre que le ofrece el poder para dominar a los hombres mediante un simple tatuaje (calcomanía más bien). Obviamente, alcoholizado y “porculizado”, Henry acepta y pasa de ser un tirillas a ser un tirillas con fuerza sobrehumana y poderes telequinéticos de destrucción masiva. La transformación acaece simplemente cuando se pone una chupa de cuero y unas gafas de sol, al mejor estilo de Terminator. Y ahí “Outcast” pasa del drama al cine de venganzas de una manera sonrojante pero muy entretenida para el espectador. La verdad que como cabroncete, Tench lo clava y ofrece las mejores escenas de la película. Cualquiera con un mínimo de sangre en las venas se lo pasará bomba viendo los encontronazos con sus viejos enemigos. Un rastro de sangre y putadas entre chorizos de poca monta, prostitutas y agentes de policía (gordos y con bigote), que nos llevará hasta la última parte de la cinta: convirtiéndose durante el proceso en un thriller policial con una psíquica salida de vete a saber dónde.

Por si fuera poco, el último tercio coqueta con el cine satánico, pues Henry abandona la vendetta personal en pro del concienzudo estudio de las artes financieras para el dominio global de la humanidad. ¿No os parece encantador? Y mientras un detective de pacotilla y la psíquica perdiendo el tiempo entre escena y escena de compra de acciones. En cuanto a comicidad involuntaria, y fruto del penoso montaje que asola a “Outcast”, sería la media hora final donde podremos disfrutar de unas gotitas: ¿Quién puede resistirse a un anticristo de pacotilla encerrado en un sótano mientras crea una empresa que domina el mercado y que nadie sabe ni qué narices vende? Toda una oda a la oleada de yuppies que durante los noventa se tocaba al son que dictaba el capitalismo luciferino, encarnado en Aznar, que hoy os tiene sometidos a cuatro patas. Sí, a vosotros, porque yo he abrazado la palabra de Satán, besado el culo a la cabra negra y me he comprado unas acciones de Bankia, a la salud del dinero público que se le ha regalado en lugar de invertirlo en vulgares colegios u hospitales. Pero no divaguemos: “Outcast” no tiene lectura sociopolítica alguna, y así lo atestigua el colofón que coquetea con el hijo del diablo, una persecución lamentable y unas explosiones ejecutadas a unos prudentes cien metros de distancia de la posición donde se ubica la cámara.

Precisamente, detrás de las cámaras se ubica un tal Roman Buchok que dejó de dirigir mojones como puños para dedicarse a la televisión hasta el día de hoy. Viendo los resultados de su ópera prima a nadie le debería extrañarse… y eso que debo reconocer ciertos planos sugerentes, de nuevo sustentados sobre una buena banda sonora, donde se atisba algo de talento. Pero vamos, yo quiero pensar que se trata de mera casualidad. Del resto de elementos técnicos os recomendaría no hacer mucho caso si queréis disfrutar de la cinta: es tan pobre la presentación de “Outcast” que el rollito suburbano, pues la cinta ubica la mayoría de las localizaciones en los barrios bajos de Toronto, casi luce realzado, creando un mundo propio de pobreza y degeneración donde un demonio cualquiera se sentiría como en casa. No busquéis efectos especiales destacados, ni una fotografía rugosa, ni iluminación sobresaturada ni gaitas; esos elementos que hicieron famoso el cine de terror de los ochenta aquí no asoman ni la patita. Vamos, que pese a los paralelismos, esto se parece como un huevo a una castaña con respecto a “976”, “Evil Speak” u otras obritas basados en modernos pactos con el diablo.

En conclusión, una obra que merece ser vista por su condición de rareza absoluta y por los elementos de venganza satánica que muestra con el desparpajo de un Terminator de segunda. Así mismo, el aureola pobretona que desprende se hace simpática, reforzada por un ritmo bastante agradable, la cinta se te pasa volada. ¡Qué diablos! Uno se lo pasa pipa viendo como Henry reparte estopa por el barrio, todos alguna vez hemos deseado agarrar a más de uno por la solapa de la chaqueta.

“Si me das un besito te hago un anticristo”

Dos actores agraciados con una gran capacidad gestual

La psíquica angelical y el detective de hombros caídos

Lo mejor: La crueldad del protagonista es muy divertida, es imposible no disfrutar con la mala gaita que desprende su venganza. La música, en la gran mayoría de las escenas, es un acierto.

Lo peor: Sus actuaciones avergonzarían hasta a un ciego. Por otra parte la falta de medios va destruyendo la cinta poco a poco.


Vuestros comentarios

1. 08 jun 2014, 04:03 | Zeus.Kramer

Vaya que estos canadienses si que hacen peliculas raras

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