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Elves

Elfos de plástico bajo el control Nazi

Elves

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

Una joven descubre que ella es el centro de un malvado experimento nazi que implica inseminación selectiva e invocaciones de duendes, un intento de crear una raza de superhombres. Ella y dos de sus amigas se encuentran atrapadas en una tienda con un avieso elfo salidoro, y sólo Dan Haggerty, como el renegado Papá Noel vengador, los puede salvar.

Como buscador de ponzoña fílmica para alegrarme la vista, veo como día a día es más difícil encontrar nuevos “truños” que me hagan pasar un buen rato fuera de los círculos habituales de la serie B, serie Z o trash cinema (elijan ustedes la denominación correcta). Y es que después de tantos años viendo películas de terror fantástico (a estas alturas ya rozan los treinta) siguen siendo las películas malas, baratas y descacharrantes las únicas que consiguen desintoxicarme de la realidad, sobre todo teniendo en cuenta el triste panorama que presenta el cine de terror actual, donde la comedia predecible se mezcla con el terror más predecible en interminables homenajes a una época, los ochenta, que mejor vivir en toda su pureza y larga filmografía; o peor aún, un panorama cargado de interpretaciones intelectuales de lo que siempre tuvo que ser un género para entretener y revolver los sentimientos del espectador sin tanta metafísica ni metalenguaje . Por supuesto esta es mi lectura, la lectura alegre de aquel cinéfago que ha vuelto a encontrar otra perla en el cajón de los VHS viejos para compartirla con todos vosotros, estéis más o menos interesados en el asunto.

Si en su día tuvimos Trolls, Goblins, Hobgoblins, Ogros, Gremlins, Critters, Munchies, Ghoulies y la madre que los parió a todos, hoy he podido descubrir que faltaba una nueva especie fantástica en la ecuación: Elfos. Pero no esos condenados mariposones que se dedican a lanzar flechas y dar saltitos vestidos con minifaldas. Olvidaos de las penas de Tanis el semielfo, siquiera del atormentado pasado de Drizzt, “Elves” nos cuenta las peripecias de un elfo feo y deforme invocado en su día por los nazis para la creación del Übermensch. Pues bien, su historia alcanza el presente (bueno, el presente que corresponde a los finales de los ochenta, época hortera dominada en la serie Z por el deseo de follar básicamente) para convertirse en una epopeya digna de figurar en el estante de las porquerías que ha parido la Full Moon. Y si la productora de Charles Band ya se caracterizaba por películas de serie B que bordeaban la ponzoña, hasta hundirse actualmente en la misma, la cinta de Jeffrey Mandel, obviamente señor que no ha hecho nada prospero como director, no desentonaría entre los muñecotes vengativos o la cabeza de familia. No obstante, hay que reconocer que hasta Charles Band se hubiese pensado dos veces en contratar semejante bodrio. Poseedora de un montaje penoso que hace dudar de tus sentidos peligrosamente, “Elves” mete en la coctelera una serie de elementos dispares con la intención de hacer una cinta de terror adolescente y… navideña.

Sí, durante una Navidad cualquiera una adolescente con las hormonas revueltas, cual potaje madrileño, tiene la brillante idea de hacer un ritual en el bosque junto a unas amigas. Con la tontería despierta a un viejo elfo con el que los nazis pensaron en su momento inseminar a mozas de buen ver, y con un adecuado pedigrí ario, para crear una raza de súper hombres. Bueno, no en vano la moza es descendiente de uno de esos viejos nazis, precisamente su abuelo, un cabrón cascarrabias que sin ton ni son se pone a soltar bofetones y tacos como si la vida le fuese en ello. Como no podía ser de otra forma, un viejo corpúsculo fascista se entera del renacimiento y se acerca a la pequeña localidad norteamericana donde transcurren los acontecimientos para supervisar la correcta inseminación, todo ello usando una extraña piedra que ni viene a cuento ni tiene más sentido de existir que el de hacernos reír un poco. Por añadirle algo más de chicha al asunto contamos también con una madre más mala que el café con sal, un hermanito salido, unas amigas igual de salidas pero bastante más tontas y un héroe de acción gordo y grande como un oso, un antiguo detective venido a menos que ahora sobrevive ejerciendo de Papá Noel en un centro comercial mientras devora cartón tras cartón de tabaco. Este último interpretado por la única estrella de la función: Dan Haggerty. Que mira, ahí está pasando un rato salido de la serie donde interpretaba, como no, a un cazador de osos (Grizzly Adams). Obviamente su actuación, siendo bastante penosa, pega un repaso a la de todos sus compañeros de reparto, un poquito menos vivos que el muñecote que interpreta al elfo de marras.

Hablando del elfo, los efectos especiales que maneja la cinta de Jeffrey Mandel son propios de una producción amateur, ni siquiera intentando ocultar a la criatura con los típicos trucos de cámara nos evitaremos echarnos unas risas a costa de un ser con tan poca movilidad. Por no hablar de los espectaculares efectos ópticos que directamente nos impiden ver un carajo (atención a la escena final, ¡no os han echado algo a la bebida, la película es así!).

Podría estar un buen rato hablando de otros “valores” de “Elves” pero ya os imaginaréis que estando en el pantanoso terreno de la serie Z todo está dicho. La música apesta pero resulta entrañable, la lógica es inexistente, los personajes aparecen y desaparecen por arte de magia, los cutre-diálogos están llenos de gratuitas referencias sexuales (¿Queréis un Papá Noel esnifando coca? ¡A por ello!), la acción está rodada por gente con menos capacidad de movimiento que Stephen Hawking y el ritmo… eso sí, el ritmo es jodidamente trepidante, todo sucede a velocidad de vértigo, casi tanto que parece que veas dos películas en menos de hora y medio.

Una pena que, para variar, las partes de relleno (concentradas en el tronco del metraje) se hagan tediosas, porque si no estaríamos hablando de una obra maestra de la psicotronía. Aun con todo, para estos calurosos días que nos vienen, estará bien recordar el frío invernal con tanta tontuna navideña y los imposibles actos de los personajes que rodean al elfo, ese pobre elfo que lo único que busca es amor, o lo que es lo mismo, una tierna entrepierna donde meterla en caliente…

¿Algo más navideño que un Santa Claus alcohólico?

“¿Crees qué pondré cachondos a los elfos?”

“No tengas miedo nena, soy tu elfo masajista particular”

Lo mejor: ¿Elfos inseminadores nazis os parece poco?

Lo peor: Un montaje digno de una abuela con parkinson.


Vuestros comentarios

1. 23 jul 2014, 16:37 | Lady Necrophage

Hola!!!

No suelo yo ver muchas cosas de éstas, pero ha sudo leer juntas las palabras elfo y nazi y se me han encendido las luces de repente :D, así me la reservo en la carpeta de películas de váter XD.

Venga, bob, me voy a poner a pedir, que no quede. ¿Porque no una reseñita de cualquiera de las obras ponzoñosas de Bill Zaebub? son malas a rabiar, pero, lo cierto es que se hecha uno unas risas de las buenas :)

saludos, chic@S!!!

2. 25 jul 2014, 22:16 | Zeus.Kramer

Carajo, esto es una sobredosis de ponzoña cochambrosa en un solo filme.
Tendre que verlo, a ver si aun estoy vivo al final del metraje.
Sigan con estas recomendaciones. Son el placer de alguien que como yo le encanta el cine de serie B, Z y todas sus bizarras variantes.

3. 27 jul 2014, 17:25 | Bob Rock

Zeus.Kramer.- Por mi parte lo intentaré, aunque en Almas Oscuras se tire más por otro tipo de películas. Eso sí, para acceder a estas películas tendrás que tirar de la mula. A ver si antes de que termine agosto subo la reseña de The Pit, otro clásico bastardo del cine extraño…

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