Stoker

Es muy común que la industria norteamericana rescate a directores de renombre de otras nacionalidades para que piloten proyectos al modo y maneras “Made in USA”. También es frecuente que en este choque de formas de hacer y ver el cine salten chispas y los resultados se queden por debajo de las expectativas o, lo que es peor, naufraguen estrepitosamente. Por otra parte, el constante descenso de la asistencia en occidente a las salas de cine también obliga a los grandes estudios a contentar, cada vez más, al público oriental, mucho más fiel y seguidor de esta industria marchita. Así, cada vez son más las cintas que incorporan o personajes o tramas orientales dentro de un empaquetado de blockbuster yanqui (Pacific Rim o Snowpiercer). Con la inequívoca calidad del cine sudcoreano era cuestión de tiempo que sus principales abanderados terminaran por sentarse en la silla de director al otro lado del charco.

Chan-wook Park es sin duda, como director, todo un referente en lo que al cine de su país (Corea del Sur) respecta; pero su obra también forma parte inequívoca de las grandes películas de finales del pasado siglo y comienzos de éste: Oldboy, Sympathy for lady vengeance, Thirst o I’m a Cyborg (por nombrar alguno de los más populares) demuestran un talento y una capacidad narrativa asombrosa y llena de personalidad; su salto a otras industrias se veía venir desde hace tiempo. Sus admiradores, por nuestra parte, esperábamos inquietos y expectantes el resultado su primer trabajo en inglés, idioma que por cierto no habla ni entiende pero que no le resultó impedimento para domar y afinar a su reparto.

Mientras la viuda (Nicole Kindman) y la hija (Mia Wasikowska) del finado Richard Stoker ( Dermot Mulroney) celebran su funeral, aparece un escena su enigmático hermano: el tío Charlie (Matthew Goode). Su llegada será un soplo de aire fresco para Evelin, la deprimida viuda. Para India, hija del difunto, es un ser enigmático al que estudia sin tener claros sus sentimientos. Pero bajo la atractiva, en apariencia, imagen del tio Charlie se esconde una naturaleza oscura capaz de cualquier cosa para lograr su objetivo que se relaciona, de alguna forma, con la joven India.

Stoker en su thriller de corte clásico que orbita y realiza múltiples homenajes al universo de Alfred Hitchcock: desde planos como el de la lámpara que se balancea o el de la nevera que nos remiten a psyco, a homenajes a Frenesí, pasando al más evidente, La sombra de la sospecha del que rescata al personaje de tío Charlie y muchos paralelismos argumentales. Aunque Park no se limita al maestro y en su cinta destilan también aromas de otras obras del cine negro americano como El cartero siempre llama dos veces o del cine de terror como The innocents; en un guión amable y un tanto suave, escrito por el otrora protagonista de la serie Prision Break Wentworth Miller, que posiblemente habría pasado sin pena ni gloria por la pantalla de no ser por la deslumbrante carga poética y visual que el aporta Chan-wook Park, con una narración, plagada de simbolismos, que correrá paralela a la historia, complementándola.

La ambigüedad de los personajes de Miller se eleva al cubo con una dirección de actores extremadamente fría, que me recordó a los malvadísimos Vamont y a la marquesa Isabelle de Las amistades peligrosas de Frears, en la que nuestro particular triángulo es afilado e impredecible. El sexo y la violencia se combinarán en mediante metáforas visuales que girarán en torno a la protagonista indiscutible de la cinta: India; y es que Stoker es un relato iniciático, una historia sobre el despertar de la edad adulta, sobre el autodescubrimiento y la imposibilidad de escapar a nuestra propia naturaleza. El mayor logro de Park es sin duda no haber renunciado a su particular forma de narrar y a la vez mantenerse en los estándares y modos Norteamericanos… el resultado, particular y fresco.

Los actores están fantásticos; Kidman parece dominar cada vez más su nueva cara de cera y hacer virtud de su evidente falta de gestualida. También demuestra tener muy buen ojo para elegir sus proyectos siendo está película, junto al El chico del periódico, dos de las mejores cintas del 2013. Por su parte, Wasikowska, sigue siendo una apuesta segura para estos personajes que evolucionan de niña a mujer y su India viene a ser el reverso tenebroso de sus interpretaciones en Alicia en el país de las maravillas o Jane Eire; tiene una presencia perfecta para la historia y es de esas actrices que transmiten con la mirada y su gestualidad corporal por encima de sus palabras, algo ideal para esta trama. Matthew Goode no se queda atrás, y logra ser atractivo y aterrador a la vez sacando partido a su hipnótica mirada; su escena al piano con Mia Wasikowska es, junto con la de Julette Jewis, De Niro y una pieza de fruta en El cabo del miedo y la Lolita de Kubrick, uno de los momentos más sensuales entre una joven y un actor maduro que nos ha dejado el cine reciente y viene a demostrar que muchas veces es más potente sugerir que mostrar.

Pese a su mencionado corte clásico, Stoker es puro cine de autor en el que su director deja ver todos los elementos característicos de sus anteriores obras: la ambigüedad moral, sofisticación de la imagen y de la violencia, el deseo sexual de lo prohibido que roza lo incestuoso, la venganza y la ira como elemento de autodescubrimiento, etc. Tal vez lo más complejo de asimilar es que el film ha quedado demasiado “coreano” para las maneras norteamericanas y eso pudo despistar a su público potencial. Sea como sea Stoker es una delicia, a ratos cruel a ratos misteriosa, totalmente recomendable para las almas oscuras que se acerquen a él.