Lucy

La trayectoria del director Luc Besson ha sido irregular durante la última década. Un director que empezó su carrera pisando fuerte con títulos como León, Nikita y El Gran Azul, a los que le siguieron otros bastante interesantes como Subway o El Quinto Elemento, pero que tuvo luego un bajón pronunciado con producciones cuya calidad estaba muy por debajo de los films mencionados. Dentro de este último grupo podemos recordar títulos como Juana De Arco, Adele y el Misterio de la Momia, o la reciente y fallida Malavita. Ahora, lo nuevo de Luc Besson se titula Lucy, y a continuación veremos que nos trae de bueno o de malo la nueva película de uno de los directores de cine francés, junto a Jean Pierre Jeunet, que logró atraer mi atención en la década de los 90 (y finales de los 80), donde encontramos sus mejores y más interesantes obras.

La trama de Lucy nos lleva, a través de apenas unos 90 minutos de duración estándar, hacia un cine que no resulta en absoluto novedoso: humanos que adquieren capacidades que están por encima de sus posibilidades e incluso de su propia naturaleza (superpoderes), sin duda una premisa muy habitual en el cine de superhéroes. Basta recordar como una persona que provenía de un lejano planeta y que tan solo sucumbía al poder de la kryptonita, se paseaba volando libremente por nuestro mundo. Otro podía dar enormes saltos y lanzar telas de araña tras ser picado por una araña radioactiva; mientras que un abnegado científico se volvía prácticamente invulnerable, rocoso y de color verde debido a una dosis letal de rayos gamma. Ejemplos de personas que adquieren poderes sobrehumanos los hemos visto y probablemente seguiremos viéndolos dentro del género de los superhéroes. Pero no siempre se necesita de una película adscrita estrictamente a dicho género para enfocar este tema. Lucy se decanta mucho más por mostrar el lado humano de quien adquiere los poderes que por hacer alarde de los poderes en sí mismos y de sus consecuencias. La película de Besson estaría más en la onda de películas como Afflicted o Chronicle, que no en la de Superman o Spiderman. También sería posible comparar a Lucy con X-men, ya que, aunque esta última sí se incluiría de lleno en el cine de superhéreos, tenemos en Magneto al personaje que más se aproximaría al que interpreta Scarlett Johansson en Lucy en lo referente al tipo de poder adquirido.

Lucy es una camello que acaba siendo intoxicada por la droga que transporta, adquiriendo, gracias a dicha sustancia, una fuerza extraordinaria ejecutada a través del control de su mente, ahora más desarrollada y con mayor capacidad que la de una mente humana más o menos común. La droga se la introducen, mediante intervención quirúrgica, en el interior del abdomen; y en un determinado momento la sustancia que viaja en su interior se expandirá a través de todo su cuerpo, ampliando, de forma pautaliva, la capacidad de su mente de un 15% a un 100%.

Lucy se deja ver bastante bien…, aunque con ciertos reparos que me dispongo a señalar a continuación. La historia es sugerente, tiene excelentes momentos de acción, buenos personajes y algo de moralidad ecológica mostrada a través de ciertas imágenes de cómo ha evolucionado la vida desde sus inicios y de qué ha hecho cada ser humano con la vida que se le ha dado. Pero Lucy también tiene muchas cosas que chirrían sobremanera y algunas escenas que no me dejaron precisamente satisfecho. Luces y sombras, siendo difícil enjuiciar si ganan unas frente a las otras; aunque finalmente me he decidido por aplaudir más la idea y lo que nos sugiere la historia que cuenta Lucy, que la plasmación de todo ello en pantalla. Se trata de una película que, sin duda, generará opiniones a favor y en contra y será objeto de discusión por cómo, de qué forma, se nos muestran los sucesos que irán aconteciendo a lo largo de la trama. Personalmente me gusta la idea, me parece bien como se ejecuta todo en primera instancia, pero me gusta mucho menos como se desarrolla toda su parte final; y me resulta complicado defender o creerme ciertas teorías que se usan en la película a modo de explicaciones científicas, a pesar de la veracidad que puedan llegar a contener algunas de ellas.

El inicio de Lucy es rápido y acelerado. Todo sucede muy deprisa, no hay tiempos muertos y no se explica apenas nada acerca de la vida de Lucy, quién es y a qué se dedica. Más claro resulta el papel de Morgan Freeman, aunque su peso específico en la película se limite al de un secundario de lujo. Su rol es interesante, pero en el fondo tan solo se trata de un científico que, con perplejidad, asiste a la confirmación de sus propias teorías. Por otro lado, el policía que acompaña a Lucy me pareció un personaje poco desarrollado, y en ocasiones no tiene mucho sentido cómo reacciona a según qué sucesos que prefiero no spoilear para evitar desvelar parte de la trama de la película. El papel del coreano Choi Min-Sik como gánster es correcto, sin más. De este actor se puede exigir mucho más, ya que ha demostrado en varias ocasiones tener calidad de sobras para actuar en Corea y fuera de su país.

Digamos que Lucy es una película que podría - y de hecho debería – haber cuidado más algunos aspectos, especialmente narrativos, y también algunas escenas de acción que resultan inadecuadas en su desarrollo. La película entretiene, no supone, en absoluto, una pérdida de tiempo, y de hecho disfruta de algunos momentos muy buenos. La parte mala la encontramos en decisiones ilógicas plasmadas en algunas secuencias de acción, y en los comportamientos algo extraños de determinados personajes secundarios.

Me he quedado, en cierta manera, conforme con lo mostrado en Lucy; pero me supo a poco viendo el potencial de la historia. Me pareció un metraje muy corto para contarnos la historia que nos quiere contar y me faltaron mejores explicaciones a determinados sucesos. También me sobraron algunas escenas, a mi modo de ver, innecesarias. Me quedo con la idea, estupenda sin ser nada original en el fondo; y me quedo también con la actuación de Scarlett Johansson, a un nivel muy superior al exhibido en la extraña Under The Skin.

En resumen, Lucy es correcta… pero sin grandes alardes. Luc Besson sigue en horas bajas; tras la intrascendente Malavita, parece confirmarse el hecho de que el director galo ha perdido parte de la frescura de sus inicios. Sin embargo, gracias al grato recuerdo de sus primeras obras, sigo siendo fiel a su cine y por eso quise ver in situ su última película. Recomendaría Lucy si quieres ver algo curioso y eres muy abierto de mente; pero aun así lo haría con reticencias. Me quedo con la apuesta de Scarlett Johansson, por ser una actriz dispuesta siempre a afrontar un tipo de cine muy valiente, evitar papeles típicos y ser capaz de no encasillarse.