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The Road

Cuidado con las curvas

The Road

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3/5

La desaparición de varios jóvenes en una carretera secundaria reactiva un caso que llevaba diez años dormidos, pero estos dos casos solo son la punta de un drama más atroz cuyo único testigo fue la propia carretera que hoy, tras veinte años, permanece maldita e inundada por los fantasmas de todos los que sufrieron en ella a causa de la falta de amor.

“The Road” es una película filipina de terror sobrenatural que venía avalada por el trabajo previo de su director y guionista, Yam Laranas. Dicha obra se titulaba “The Echo”, y tuvo la suficiente repercusión como para sufrir un remake a manos del propio Laranas. La verdad que aquella “The Echo” apuntaba maneras, sobre todo por romper con la creciente tendencia del cine oriental por asignar mayor peso de la trama a la parte dramática de la historia y olvidar, en numerosas ocasiones, que el cine de terror asiático siempre se caracterizó por su capacidad perturbadora. Es decir, Laranas había tocado las teclas correctas en cuanto a atmosfera macabra a lo largo de toda su filmografía y con “The Road” albergábamos esperanza, a juzgar por lo que se nos vendió durante la campaña publicitaria, de estar ante una cinta escalofriante. Algo que solo se cumple a medias, pues la producción juega con varios géneros cinematográficos relegando, a medida que avanza su excesivo metraje, el terror puro a un segundo plano, hasta convertirse en un thriller.
Pero este no sería su gran pecado, pues la historia, a pesar del sesgo eminentemente dramático que va tomando, se desarrolla hasta con originalidad llegando a superar naturalmente su simpleza y previsibilidad. Los problemas vienen por el lado más materialista, y es que a pesar de notarse un presupuesto holgado (con respecto al tipo de película que estamos viendo) los actores convierten en un suplicio las partes más fundamentales de la obra. Por no hablar de los excesos de un Laranas recreado en su propia dirección. Todos conocemos los desastrosos efectos que puede tener la sobreactuación en una película, pero aquí descubrimos que existe igualmente la “sobredirección”, viéndonos atrapados en una maraña de escenas a cámara lenta para pasar en un segundo a una edición frenética que convierten a “The Road” en un videoclip de los peores.

Afortunadamente, ante un libro de estilo tan sobrecargado encontramos momentos dispersos muy logrados y de una belleza innegable, encuadres muy trabajados que demuestran como Laranas no es un manazas. Siguiendo en el lado negativo, vuelvo a recordar el tema de los actores: me niego a enumerar sus nombres cuando, sinceramente, no conozco a ninguno y no pienso seguir sus malditas carreras. El enfermizo carácter filipino, mezcla de la frialdad china e histerismo tailandés con motas de carácter latino y colonialismo británico, se convierte en una tortura en manos de jóvenes intérpretes cuya credibilidad queda por los suelos en cada escena. Si a esto le añadimos ese sentido “hiperartístico” que Laranas busca a cada momento y lo terminamos de regar con una banda sonora épicamente fuera de lugar, obtenemos una cinta que va enervándonos poco a poco hasta hacernos perder el interés en su último tramo. Y es que transitar por esta carretera es un viaje arduo y lleno de baches.

Sin embargo, debemos abandonar el lado negativo para hablar de esa interesante narrativa que justifica el visionado de “The Road”, además los primeros compases serán muy gustosos para los amantes del terror sobrenatural asiático, poseedores de una ambientación magnífica de la que destacaría un magistral juego de iluminación, pues en técnica los cineastas filipinos pueden presumir de la misma calidad que posee la industria de sus vecinos.

“The Road” está narrada en cuatro partes que se unen a través de un nexo, que podría ser la carretera secundaria donde ocurre toda la trama, pero que al final se revela otro muy distinto. Revelación predecible pero que satisfará a los seguidores del thriller más clásico. En lo particular me ha gustado el intento de engaño, resulta refrescante ver como un cineasta se esfuerza por explicarnos un cuento con sus claroscuros, dosifica la información y perfiles psicológicos trabajados para sus personajes, vamos, se convierte en un narrador de verdad. Todo gracias a un guion que, como digo, no brilla por su originalidad intrínseca pero ha sido escrito con miras a satisfacer al público sin tomarle por idiota. Eso sí, el libreto presenta tremendos agujeros, por ese atención obsesiva hacia la platea, que molestarán al público más especializado en thrillers.

Entonces, la película arranca con el segmento de la época actual donde tres jóvenes viven una noche de fenómenos paranormales en su discurrir por una vieja carretera secundaria. Para algunos el segmento más intrascendente, para mí el más divertido por aquello de centrarse en sustos a la mejor manera de un pasaje del terror. La superficialidad da paso a un nuevo segmento donde el “torture porn” se adueña de la pantalla haciéndonos conscientes de que no estamos viendo la típica película de fantasmas, como erróneamente nos vende su tráiler. En este punto ya se empiezan a acusar los excesos de Laranas, siendo algunas escenas agónicas gracias a la cámara lenta. Llegamos a la tercera parte, recorriendo en sentido temporalmente inverso (de 10 en 10 años) el misterio de la carretera, centrados en el drama pero con unas gotas de humor negro bastante agradecidas. La cuestión es que previo al epílogo, mi interés ya se había difuminado. Una pena, porque es cuando llegan los últimos compases de “The Road” que todo cobra sentido en una vuelta de tuerca muy honesta, pese a predecible. Digamos que el cuarto segmento está compuesto por los tiempos entre las tres historias. Una narrativa rebuscada pero efectiva y que proporciona empaque visual al resultado final.
Este es el punto fuerte de “The Road”: su forma de contar las cosas. Finalmente esto decanta la balanza a su favor y hace que merezca la pena recomendarla. Siempre con prudencia, porque los detractores del cine de terror oriental aquí van a sufrir más de la cuenta, pues el ritmo lento y las actuaciones mediocres se agudizan por momentos. Por otro lado, los amantes del cine de terror asiático sabrán ver todos los elementos que cimentaron el género como una pequeña revolución a finales del siglo pasado y principios de este.

En definitiva, echadle un ojo con algo de paciencia y evitad cualquier referencia previa para disfrutar con mayor profundidad de las escasas sorpresas que guarda Yam Laranas bajo las mangas. No os preocupéis por los aspectos técnicos porque la calidad está asegurada, nada de serie b norteamericana, solo intentad ser condescendientes con la prepotencia puntual de su director y la sempiterna inutilidad del elenco. ¡Y cuidado con el coche!

Lo mejor: Un arranque atmosférico que se desvela como una película dentro de otra película, y que viene a ser parte de una narrativa peculiar, no espectacular, pero agradecida.

Lo peor: Tramos muy artificiales, plagados de abuso de cámara lenta, que alargan el metraje de forma innecesaria. Las actuaciones son mediocres por lo general, rompiendo muchas veces la atmosfera.


Vuestros comentarios

1. 21 sep 2014, 20:06 | Mr Zombie

De acuerdo con Bob. Una pelicula que sin ser en absoluto una mala pelicula, tampoco es gran cosa. Guion deficiente, actores mediocres, salvando solo a Carmina Villaroel y una direccion demasiado rebuscada de Laranas que lastran el metraje haciendolo algo confuso y especialmente poco fluido en su devenir.

Se deja ver, pero no apasiona lo mas minimo.

Saludos.

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