Autumn Blood

Autumn Blood es la película más hermosa que he tenido el placer de ver en mucho tiempo. No tengo muy claro que lo que acabo de decir sea una buena carta de presentación teniendo en cuenta que estamos en Almas Oscuras, pero lo cierto es que apenas transcurridos 20 minutos de metraje de Autumn Blood ya se me clavó en la mente, y además de manera obsesiva, la necesidad de pasar mis próximas vacaciones rodeado de inmensas montañas tirolesas. Y no salmente de montañas… también bosques, valles, ríos, cascadas… Una impresionante colección de paisajes, fotografiados de manera excelsa, y adornados en última instancia con la herética belleza de una joven actriz llamada Sophie Lowe a la que Markus Blunder, que debuta en el largometraje con Autumn Blood, no se corta un pelo a la hora de desnudarla por completo cuando se le presenta la mínima oportunidad (pillín). ¿Y más allá de esta sobredosis de belleza? Veamos…

Dos jóvenes hermanos, un chico (el menor), y una chica, quedan al mando de la granja en la que residen tras la inesperada muerte de su madre. Por desgracia las noticias vuelan, y un joven del pueblo más cercano asalta a la chica en mitad del bosque, violándola y golpeándola repetidamente.

No. Aunque de entrada pueda parecerlo Autumn Blood no es un rape&revenge al uso. Su nivel de violencia gráfica está muy lejos de la explicitud de la que hacen gala clásicos del subgénero, como La última casa a la izquierda o I spit on your grave. Al mencionado Markus Blunder sin duda alguna le interesa más retratar ante la cámara la reacción de sus personajes ante una situación de violencia potencial, cuyo detonante es la lujuria, que ser excesivamente explícito a la hora de mostrar dicha violencia. Y también le interesa sobremanera el contexto en el que se origina el conflicto. De esta manera, durante los primeros 40 minutos de Autumn Blood asistimos al día a día de dos hermanos que, con absoluta naturalidad, son capaces de ser felices a pesar de llevar sobre sus hombros las pesadísimas cargas que comportan mantener una granja y cuidar de una madre enferma. Son 40 minutos iniciales en los que el protagonismo se lo reparten esas fabulosas postales a la que os hacía referencia al inicio (la fotografía de la película es magnífica) y el rostro angelical de Sophie Lowe. Uno llega a pensar que difícilmente algo o alguien pueda estropear, de algún modo, toda la hermosura de la que estamos siendo partícipes. Pero por supuesto el adjetivo “Blood” del título no es en vano. La lujuría, la ley del silencio, y oscuros secretos de família, son los detonantes de la violencia en este otoño sangriento.

Más allá de que Autumn Blood pretenda contarnos una historia más o menos tópica, más o menos esperada; lo que realmente sorprende en este arriesgado debut, son sus formas. De nuevo, durante los 40 primeros de la película apenas escuchamos una sola línea de diálogo. Blunder otorga preeminencia al contexto (el paisaje) y a las reacciones puramente físicas de los personajes: una mirada, un gesto, una reacción… Las palabras parecen sobrar, estar de más. Esta apuesta, arriesgada, probablemente determine lo mejor y lo peor de Autumn Blood. La escasez de diálogos es cierto que le otorga a la película una personalidad muy especial y muy marcada, y que incluso subraya algunos momentos de tensión. Pero también es cierto que el guión de Autumn Blood se esfuerza hasta la extenuación en negarle la palabra a sus protagonistas. El diálogo es siempre la última opción. Da la impresión de que las pocas veces que hablan los personajes es porque no les queda otra opción, y aún así hay instantes en los que esa falta de diálogos parece demasiado forzada, antinatural… Poco creíble; y eso provoca que nos alejemos de los personajes o que incluso no lleguemos a entender algunas de sus motivaciones o el orígen de sus conflictos.

Por otro lado, el interés absoluto y rotundo que Autumn Blood muestra en todo momento por el paisaje y por las reacciones físicas y emocionales de sus personajes, provocan cierta dejadez a la hora de afrontar los instantes en los que la violencia cobra un inevitable protagonismo. Blunder parece pasar de puntillas por encima de esa violencia; sin querer hacer demasiado ruido, sin querer levantar polvareda. Y eso puede provocar cierta decepción en aquellos espectadores que, pacientemente, han estado esperando a que el conflicto por fin estalle bajo la promesa de un baño de sangre que, finalmente, nunca llega.

A pesar de todo ello recomiendo Autumn Blood como una película distinta a lo que estamos habituados. Una película que asume un riesgo y lo lleva hasta las últimas consecuencias. Una película hermosa y que esconde más de una sorpresa.