Intruso en la noche

Tras un buen tiempo en la lista de visionado pendiente, por fin encontré el momento de ponerme con Intruso en la noche. Y tengo que decir que lo último que estoy es arrepentido. El filme es un magnífico exponente del slasher más clásico, el ochentero, gestado con el mecenazgo del gran Sam Raimi, que incluso se guarda un papel secundario para él y otro para su hermano Ted. A poco que se lea acerca de la gestación de Intruder, dará la impresión de que fue creado durante el rodaje de Posesión Infernal; el segundo de abordo en el clásico del Necronomicón es el director aquí, el pueblo donde sucede la acción recibe el nombre de aquel dónde se criaron ambos directores, y hasta tenemos al legendario Bruce Campbell en un cameo al final de la película (eso sí, su nombre aparece descaradamente grande en la portada de la película, en un alarde de publicidad engañosa).

Como anuncia el título, Intruso en la noche es considerado por muchos el último gran slasher de la época dorada del género. Igual que esas discotecas legendarias que cierran para siempre en una noche que para muchos es inigualable, el título que nos ocupa también se encarga de despedir el género por todo lo alto. ¿Cómo lo hace? Gracias principalmente a dos aspectos: la innovadora cámara y un desbocado gore –obra del maestro de los efectos con goma, Greg Nicotero – que hace parecer a sus compañeros de clase, Viernes 13 y Halloween, benévolas películas de Disney.

El cineasta nos obsequia con varios de los planos más imaginativos en la historia del cine de terror, no digamos ya en la de este subgénero. Se nos deleita con escenas rodadas desde el interior de un carro de la compra o un teléfono, incluso desde el pomo de una puerta que hace rotar la cámara al irse abriendo. Genial y visionario, si se me permite, Scott Spiegel tiene en estos ángulos tan ingeniosos y en la cámara en primera persona un gran aliado en la búsqueda de un suspense de nota, que planea constantemente por los casi 90 minutos de la película. ¿Y qué decir del gore? Pues que parece que se hubiera cansado de las ataduras de sus homólogos americanos y haya ido hasta Italia, concretamente hasta casa de Lucio Fulci, para inspirarse. Las muertes son increíblemente brutales, gráficas y sádicas, y a mí me recordaron sobremanera a las del maestro italiano en sus películas más recordadas (pensad en brocas, pinchos y herramientas puntiagudas en general).

Por si esto no fuera poco, no falta la pista falsa, al más puro estilo de las novelas de misterio, ni más de una escena memorable, como es la paliza que un personaje recibe con nada menos que ¡una cabeza decapitada! Y es que el humor también tiene su hueco en Intruso en la noche, gracias sobre todo a un sublime villano, que se aleja de los tópicos de la década, en ese niño maltratado convertido en asesino desfigurado de dos metros de altura.

¿Qué hay de negativo en Intruso en la noche? Pues depende. Si se analiza con la perspectiva del año 2014, se puede despreciar el elenco de actores tan limitados expresivamente, o un comienzo bastante lento hasta que empieza la masacre, pero la justicia en el cine dicta que un título se ha de analizar por lo que supuso cuando vio la luz, y muy importante, los medios con que se hizo. De ser así, yo sólo encontraría en la trama excesivamente simple el único “pero”, ya que todo lo demás cumple sobradamente con lo que el espectador a finales de los ochenta esperaría: ni más ni menos que un ejemplo de libro de popcorn cinema, concebido para disfrutar en un cine al aire libre, sobrellevando el pegajoso calor de la noche veraniega.

Una última cosa: este título sufrió una censura brutal, así que aseguraos de descargaros alguna de las versiones sin cortapisas disponibles, para admirar el gore en toda su grandeza. ¡A disfrutar!