Chocolate Strawberry Vanilla

Llega un nuevo título directo de las antípodas, lo que generalmente suele traer asociadas sensaciones positivas. Es cierto que de vez en cuando te reparten un truño a la puerta (ahí está el hermano pobre de Cabin Fever, de nombre Primal, para dar fe) pero lo cierto es que del binomio Australia/Nueva Zelanda nos ha entregado un buen número de thrillers y películas de terror meritorias en la última década. Es más, en algunos casos, como son The Horseman o The Loved Ones, el listón se ha dejado muy alto.

Estrenada en 2013, Chocolate Strawberry Vanilla llega para presentarnos a Warren, un auténtico loner que da la vida por su puesto ambulante de helados en una zona lumpen de las afueras de Melbourne. Los días transcurren sin pena ni gloria para el pobre inadaptado social, hasta que un día atiende a una clienta muy inesperada; se trata de su ídolo televisivo, la joven actriz de una telenovela calcada a la exitosa Vecinos. La visita sacudirá su triste vida hasta el punto de confundir la realidad con la ficción.

Así pues Chocolate Strawberry Vanilla (título explicado en el tramo final de la película) se nos presenta como una comedia negra independiente, aunque es una etiqueta que se queda en muchas ocasiones corta. Hay elementos del drama más puro, y también una excentricidad que desobedece a géneros. Lo que desde luego no hay son elementos de terror,e incluso la violencia está bastante ausente, salvo en un par de escenas. Es más bien una violencia muy soterrada, latente, en forma de un personaje que cada día que pasa parece estar más al límite. Llevado más bien al límite, por un elenco de personajes que se entrecruzan con él en unos suburbios de Melbourne retratados de manera muy fidedigna.

Hay más aspectos positivos en la cinta. El estilismo es muy atinado; la fotografía es muy solvente pese al enjuto presupuesto, y algunos detalles como los créditos iniciales, rayan a un gran nivel. Las interpretaciones dejan un sabor agridulce; aunque la fauna bogan (la clase social más desfavorecida de la isla) está representada con maestría, el protagonista no acaba de acertar con una voz no demasiado acertada. Su gestualidad sin embargo es buena, recordando a Buster Keaton en muchas ocasiones,y es que el pobre Warren no es el más hablador del vecindario.

Lo negativo se queda en una trama con ciertas inconsistencias en su parte final, en la que no están del todo claras las motivaciones ni un discurso bastante filosófico. Asimismo, para quienes declaren que en Almas Oscuras sólo debería haber espacio para filmes de terror, súmese el añadido de no estar ante nada aterrador.

En definitiva, una película muy personal y diferente, alejada de los tópicos en forma y contenido que pueblan la mayor parte de la industria cinematográfica. Eso sólo debería bastar para mirar con piedad algunas carencias, que apunta que se solventarán en productos futuros. ¡A disfrutar!