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La Reina de la Magia Negra

Las raices del "Asian Extreme"

La Reina de la Magia Negra

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 3.5/5

El cine asiático no fue hasta el nuevo milenio que adquirió las características que hoy se le conocen, es decir, fue durante los noventa que los suaves tintes occidentales democratizaron el género del horror haciendo que la idiosincrasia de cada región se difuminase y rindiese ante la concepción anglosajona del espectáculo, neutra sin lugar a duda y que también ha infectado títulos patrios como la saga [REC]. Y aunque a día de hoy nos siguen sorprendiendo las tradiciones y leyendas chinas, véase por ejemplo “Rigor Mortis” o “Hungry Ghost Ritual”, no es menos cierto que hace veinte años la mitología oriental se reflejaba con mayor fuerza en sus producciones cinematográficas, dando los primeros pasos hacia la internalización de una forma inocente que potenciaba sus locuras hasta cotas imposibles. ¿O alguien duda de la extravagancia que representa “Mystics in Bali”, con su “Penanggalan” (cabeza vampiro) volando mientras arrastra las entrañas? ¿Podremos olvidar el enfrentamiento del mundo del kung-fu con el de lo sobrenatural en “Encuentros en el más allá”? Fuertemente anclado en sus tradiciones ancestrales, el terror oriental de finales de los setenta y principios de los ochenta no gozaba de un público masivo para su consumo, lo que también explica que sus autores tendiesen a mirar con mayor respeto al público local; ofreciendo productos ininteligibles, al menos de forma estructural, por personas ajenas a la cultura en cuestión.

Afortunadamente, en lo que a que a nuestros gustos refiere, la industria del este siempre ha estado dispuesta a hacer caja gracia a la interpretación truculenta del terror, y estos títulos (por añadir referencias, “Seeding of a Ghost”, “Evil Fetus”, “The Boxer’s Omen” o “Corpse Mania”) ya introducen elementos muy del gusto de los amantes del exceso: principalmente gore a mansalva. Y es que la sangre cobra un fuerte protagonismo en el terror oriental (no hace falta que repasemos aquí la trayectoria del CAT III hongkonés, pero ya sabéis por dónde van los tiros) a finales de los setenta, y precisamente fue ese atractivo el que atrajo a miles de aficionados europeos y norteamericanos, un núcleo duro que no estaba tan bien visto como ahora, hacia la exploración del horror a lo largo y ancho de otras culturas. Con gran regocijo se descubrió que vivimos en un “mondo macabro” (nombre de la editora en DVD de maravillas como la que hoy nos ocupa) y que Asia, a su humilde manera, podía patearle el culo a los asesinatos planteados por, por ejemplo, “Viernes 13”. Eso sí, asumamos que, tras la perspectiva de los años, este cine producido con cuatro duros y al margen de la distribución comercial existente hoy en día, resulta más bien casposo, y son sus elementos de baratillo lo que hoy convierte a cintas como “Queen of the Black Magic” en carne de cañón, miembros honoríficos del selecto club de las caspa movies, por mucho que sus responsables se las tomasen enormemente en serio.

En este punto es donde se presenta “Black Magic” (Jiang Tou, 1975) de los famosos (y un poquito infames) Shaw Brothers. La primera incursión dentro del cine de horror “puro” de estos pícaros hermanos fue una especie de tsunami a lo largo y ancho del mar de China, gracias a la mezcla de elementos explícitos con referencias tradicionales. Tal fue su éxito que las productoras apuntaron sus miras a la copia indiscriminada de este nuevo terror, pero cuanto más gráfico mejor. Así Indonesia (con parte de capital filipino y japonés) estrena en 1979 “La Reina de la Magia Negra”, explotación del éxito de los Shaw Brothers, que incluso es conocido como una tercera parte apócrifa, pues en 1976 ya se había estrenado “Gou hun jiang tou” una secuela bastarda del éxito de 1975. Sin embargo, “Queen” se aleja de sus contrapartidas chinas en cuanto a una fuerte personalidad propia y una trama que no conecta con sus antecesoras más que en la profusa manipulación de magia negra en pantalla. Y es que amigos, esta cinta es todo un compendio de fuerzas oscuras al servicio del hombre, en las formas más viscerales y descacharrantes: desde inocentes bolas de fuego o muñecos vudú, hasta auto decapitación y explosiones corporales. De acuerdo que dada la fecha de producción, nadie se va a escandalizar con este muestrario macabro, pero juzgando con perspectiva asombra tanto la calidad de algunos efectos especiales como la forma cruel de mostrarlos en pantalla. Nuestros amigos orientales no eran muy dados a la sutileza por aquella época, olvidaos de M.R. James y sus espectrales ambientaciones, “Queen of the Black Magic” muestra alguna de las escenas “gore-épicas” que se han transformado con el tiempo en piezas inmortales de los amantes del “mondo macabro”. Como la citada auto decapitación, un momento único, violento y surrealista que merece la pena por sí solo, más cuando es acompañado de cabeza voladoras caníbales, ¡una puta locura!

Así acompañaremos a Murni, interpretada por la atractiva “horror queen” Suzzana”, en su caída al infierno y en su posterior absolución, todo en una trama digna de media servilleta de papel. Nuestra bella protagonista es acusada de practicar la magia negra poco menos que por despecho, pues es su propio amante (aquel que se llevó su más preciada flor y se la regaló a la hija del jefe del poblado) quien enfrenta al pueblo contra ella y así queman a su madre y a ella la lanzan por un precipicio. Por suerte, un hechicero con muy malas pulgas acude al rescate y cuida de Murni, a la que enseña todos sus oscuros conocimientos para que descargue una horrible venganza sobrenatural, con ecos de la “Carrie” de Brian de Palma, sobre sus torturadores. Así que convertida en la reina de las tinieblas, magistrales esas escenas donde la luna y el cuerpo desnudo de Murni comulgan en una alegoría de corrupción, perpetra el ajuste de cuentas de las formas más grotescas: ataques de enjambres de abejas, amamantamientos contra natura, cadáveres llenos de gusanos, pantanos hambrientos… pero hasta la brasa de la venganza acaba calcinada, y de tal manera Murni vuelve a sentir los envites del amor muy a pesar de la influencia de su padre putativo; con lo que tendremos un enfrentamiento único entre las emociones más moñas y la magia más espectacular, incesto y rezos a Alá mediante.

Entonces, si estamos hablando de una cinta que es imposible no analizarla con cariño, ¿por qué colocarla como una película casposa de medio pelo? Simple y llanamente debido a esos valores de producción propios de una industria emergente (por el año de su estreno local produjo aproximadamente 200 películas) que acaban siendo desternillantes mires por donde los mires. Por ejemplo, los diálogos, un ejemplo de cómo recitar frases planas (dobladas por los pelos) una y otra vez sin vergüenza alguna. A esto añadirle pintorescos bigotitos, decorados exóticos dentro de su limitación y una ración de escenas simplemente tronchantes; entre las que destacaría la caída de Murni por el precipicio, sustituida ésta por una muñeca de trapo. De regalo, y no menos risible, es la obsesión por no mostrar el cuerpo desnudo de la actriz principal, siendo que a la peligrosa, y a veces sobreactuada, reina de la magia negra le gusta mostrar lo malvada que es a través de su afición por desnudarse. Un pudor, en forma de volutas de vapor y lentes difuminadas, que contrasta de forma curiosa con el salvajismo al que se someten todas y cada una de las muertes filmadas en pantalla. En fin, una película que invita al descojone, pese a sus aciertos, es merecedora de un simpático puesto como película casposa.

Resumiendo, una obrita imprescindible para los buceadores del cine trash, pero no uno cualquiera, sino uno divertido como pocos y entrañable gracias a la inocencia que desprenden sus escenas y entregados actores (¿?). Un ritual por el que todo “enfermo” del terror (y hasta los estudiosos del gore, por aquello de la impecable manufactura técnica de los momentos sangrientos realizados con medios artesanos) debería pasar alguna vez, a poder ser acompañado de buenos amigos y abundantes latas de cerveza. Ver para creer, el cine indonesio, años después, puede presumir de ser la industria oriental donde el terror ofrece mejores resultados de taquilla (y las producciones proliferan por doquier) y, sin embargo, sus títulos modernos no son muy conocidos por el gran público (“The Uninvited”, ”Bangsal 13”, “Mirror”, “Kuntilanak”, “Pokong 2”, “Dead Floor”…) a excepción de la reciente y brutal “Macabre”.

Lo mejor: Las escenas gores; memorables y muy bien ejecutadas.

Lo peor: ¿Guión? ¿Historia? No andaba el cine indonesio en los ochentas para esos lujos.


Vuestros comentarios

1. 08 ene 2015, 19:02 | Elchinodepelocrespo

Ya echaba yo en falta un artículo de cine asiático clásico en Almas.

2. 14 ago 2016, 02:25 | karma

me gustaria saber si pueden tener la pelicula magia negra oriental la vi en 1979 ojala que si gracias

3. 15 ago 2016, 11:06 | Bob Rock

Karma.- Pues por esa fecha y nombre no me suena más que “Black Magic” de Ho Meng-Hua. La tienes en la mula para ver.

Un saludo.

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