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Lost Place

Echando de menos a Joe Dante

Lost Place

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DIVERSIÓN:
TERROR:
ORIGINALIDAD:
GORE:
  • 2/5

Lost Place está, como su propio título indica, en un lugar perdido. En territorio de nadie. Seguramente, es demasiado aterradora para un prematuro adolescente, pero bastante naif para un adolescente y un adulto. Y, definitivamente, una tontería para cualquiera mínimamente curtido en cine de terror. De hecho, cuenta con la “estrella” infantil-juvenil alemana François Goeske, con lo que la operación calculada hasta el más mínimo detalle para conseguir un superéxito de taquilla huele que apesta. Para más señas, está rodada en 3D (y quien escribe no puede ser más defensor del 3D cuando se trata de ampliar las posibilidades de diversión de una película).

Daniel (François Goeske) y su amigo Thomas (Pit Bukowski) han quedado a través de un chat con dos chicas, Jessica (Josephine Preub) y Eli (Jytte-Merle Böhrnsen) para llevar a cabo una excursión de geolocalización: o sea, buscar una caja donde alguien ha dejado un regalo (tipo un libro o un mensaje) con la ayuda de un GPS. Las coordenadas les dirigen hasta un antiguo camping abandonado que parece estar dentro de un recinto militar rodeado de señales que indican “actividad radioactiva. No pasar”. Los jóvenes ignoran las advertencias y entran…

A partir de ahí, no hace falta ser un genio para saber qué va a pasar, ¿no? Y, más, cuando la función comienza con un letrero que nos pone en antecedentes sobre el proyecto HAARP, llevado a cabo durante los años de la Guerra Fría, y consistente en lanzar hondas electromagnéticas para alterar la climatología. La película es alemana, pero esto no le impide repetir todos y cada uno de los tópicos y errores de sus homólogas norteamericanas. A saber, personajes estereotipados hasta el extremos: Daniel, el protagonista es un tío sensible y atípico, sabe de ciencia pero no de sentimientos; su colega Thomas es un garrulo insorportable: se tira eructos, pedos y gasta bromas pesadas todo el tiempo. A pesar de ello, a Eli, la amiga de la chica protagonista, Jessica, le acaba haciendo tilín. La película se permite el lujo de meter un chiste homófobo casi en su primer tramo… y sólo sirve para que nos demos cuenta de lo anticuado que suena todo esto en pleno 2014.

Siendo justos, Lost Place se beneficia de un guión bastante trabajado en cuanto a acción se refiere. Si bien es torpe a la hora de crear personajes y conflictos mínimamente interesantes entre ellos, la concatenación de hechos que hace avanzar la trama es correcta. Poco original, pero acertada. No aburre, y permite seguir con cierto interés la hora y media de metraje.

Eso sí, se abusa, al igual que a la hora de crear personajes, de los peores tópicos del género: por ejemplo, un personaje aprovecha su último hálito de vida para dejar escrito en el suelo un número importante para los demás… un número de cinco cifras, nada y menos. El comienzo de palabra, todavía; las dos primeras cifras de un número, puede… ¿pero las cinco?

Por otro lado, en no sé cuantas ocasiones los personajes desaparecerán y luego volverán a hacer acto de presencia cuando convenga. Intenta sorprender, desde luego, pero el resultado es que hay demasiados momentos de uno solo o en compañía buscando a otro, y el contrario: un personaje que se encuentra de repente con otro que dábamos por muerto porque había desaparecido.

En el primer tercio de película, además, irrumpe en el grupo un extraño hombre con un traje anti-radiaciones. Su aparición busca provocar inquietud, presentándose como un posible villano. Además, una de las chicas ha empezado a sentirse mal por culpa de la radioactividad, y él ofrece unas pastillas para curarla, asegurando que se trata sólo de sales minerales naturales. Cualquier atisbo de suspense desaparece porque Daniel coge el tarro, mira la composición del medicamento, y sentencia que el desconocido no miente. ¿De verdad no puede haber cogido otro tarro? ¿De verdad un chico de 16 años sabe tanto de medicina, por muchas horas que pase en su cuarto mirando en foros de internet? Me parece una buena jugada desaprovechada y, sobre todo, implica tirar cualquier verosimilitud por la borda muy desde el principio.

Básicamente, si algo consigue Lost Place y su cúmulo de despropósitos bienintencionados es reivindicar a directores como Joe Dante. Si eres de los que piensan que es fácil hacer una peli adolescente con la que también puedan disfrutar los adultos, deberías ver ésta y compararla con “Gremlins” o, incluso, “The Hole”, que a un servidor maravilló en su momento, a pesar de poder considerarse un título un tanto menor: la distancia entre ambas es, sencillamente, abismal.

Lo mejor: su factura técnica es perfecta.

Lo peor: no satisface ni a adolescentes ni a adultos.


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