Poker Night

Oh, sí, siéntate a la mesa y échate una partida.

Los polis más duros de la ciudad se reúnen una noche a la semana para jugar a las cartas y contarse viejas historias… en la timba, esa noche, hay un novato: Jeter (Beau Mirchoff). El chico escucha, atento, cómo los veteranos, encabezados por Calabrese (Ron Perlman), desvelan algunos de los trucos que han usado a lo largo de sus carreras para resolver casos o sobrevivir a asaltos… y, sin que pueda sospecharlo, es la lección que más le conviene recibir. Porque en cuanto abandone la casa, Jeter será apresado por un sádico asesino en serie, a quien sólo podrá sobrevivir si recurre a su astucia y a la experiencia adquirida escuchando a sus compañeros.

Poker Night desvela sus cartas desde el principio: es una película de tipos duros, su camaradería, y las extrañas relaciones que se establecen entre ellos. Pero, también, tiene varios ases en la manga: tres o cuatro giros de guión, a lo largo de la misma, darán un nuevo punto de vista sobre lo que está sucediendo.

El primero puede adelantarse: Jeter es apresado por un asesino en serie enmascarado… pero no es su única víctima. Encerrada en otra habitación se encuentra Amy (Halston Sage), su novia… y la hija de su superior, Calabrese, a quien Jeter le ha ocultado en todo momento que hay una relación sentimental entre ambos.

A modo de una partida de cartas, Poker Night se va desplegando poco a poco y de un modo imprevisible absolutamente buscado por su director y guionista Greg Francis (este es su primer largo, pero su experiencia en televisión es dilatada). Así, la narración es fragmentada y da constantes saltos en el tiempo. La ventaja es que el entretenimiento está prácticamente garantizado: nunca sabes bien por dónde van a venir los tiros, o qué detalle aparentemente sin importancia del pasado se va a volver relevante más adelante. El inconveniente, que lo hay, es que a veces el orden del material se vuelve terriblemente caprichoso y, por qué no, gratuito. Este tipo de estructuras no son sencillas, y tan difícil es que encajen bien todas las piezas como que la sensación general no sea que para resolver el puzle se sacan en el último momento un capítulo del pasado que no sabes por qué no lo han contado antes. Poker Night, a este respecto, se queda a mitad de camino: encauza muy bien casi todas las tramas, pero a la hora de explicar por qué el asesino enmascarado persigue a Jeter, parece agarrarse a una excusa antes que a un verdadero motivo.

Por otra parte, si se repasa una vez vista entera, se descubre lo mecánico de la estructura y lo mecánica y encorsetada que está la trama. Sin embargo, me parece justo reconocerle que nada de esto se percibe durante el visionado, gracias a dos estrategias: una es la ya descrita, este artificioso orden que se le da al material, plagado de flahsbacks. Y otra es la voluntad de la pelicula de jugar con los tabúes del thriller e intentar saltárselos, matando a personajes que tradicionalmente, en este tipo de pelis, sobreviven, o frustrando arranques de tramas tópicas. Así que, para quien escribe, Poker Night obtiene su recompensa por los riesgos que asume, aunque no todos acaben en un buen puerto.

En cualquier caso, como se ha señalado, la diversión está garantizada, y la película se disfruta razonablemente. A ello ayuda, sin duda, el magnífico elenco actoral. A excepción del protagonista, el anodino Beau Mirchoff, el coro de policías veteranos que le acompañan (Ron Perlman, Giancarlo Esposito…) aportan solvencia y buen hacer a la obra, y el asesino, un inspirado Michael Eklund, consigue inquietar pero, a la vez, ganarse el favor del espectador, como los mejores villanos. Al final, Poker Night resulta ser una pelicula pequeñita, sí, pero apañada, entretenida y digna. Una serie B como tiene que ser una serie B. Ojalá se facturaran más productos como éste, que empiezas a verlo… y te lo tragas entero, algo no tan habitual cuando se rastrean títulos fuera de los grandes estudios. Como reza el subtítulo de esta reseña, quizás Poker Night no llegue a póker, pero sí a un trío de los más altos.